La deuda de Egipto y Túnez debe ser cancelada si la gente que ha ocupado las calles de El Cairo y Túnez responsabiliza a los países occidentales de su deuda y quiere retomar el control de su economía.
Para dar algunos datos sobre la cara real de los dictadores, resaltamos que Hosni Mubarak ha saqueado la economía de Egipto y ha dejado el cargo con 70.000 millones de dólares en la cuenta bancaria de su familia, mientras que deja como legado al pueblo egipcio una deuda de 30.000 millones de dólares. Zine el Abidine Ben Ali deja 15.000 millones de dólares de deuda para el pueblo de Túnez, quedándose con la más modesta cantidad de 3.000 millones para si mismo. A medida que más regímenes se vengan abajo, estas injusticias se verán multiplicadas.
Además, los verdaderos acreedores de Egipto, Túnez como de otros países no son realmente los estados occidentales, que utilizaron los préstamos para apoyar a los dictadores del mundo árabe; los verdaderos acreedores son las personas de estos países que sufrieron bajo estos regímenes. Occidente debería cancelar dichas deudas dando a conocer la tipología de préstamos contraídos ante la opinión pública, devolviendo los bienes que Mubarak y sus compinches han guardado en cuentas de Europa y EE.UU. y cancelando también las deudas injustas de todo el mundo árabe. El pueblo egipcio no debe seguir pagando la factura causada por la complicidad occidental a través del pago de la enorme deuda contraída.
Ahora es demasiado fácil para los dirigentes británicos y americanos emitir cálidas palabras de apoyo a la gente de estos estados policiales que han sufrido la corrupción, la tortura y la violación de los derechos humanos durante décadas. De hecho Tony Blair ha sido el más honesto al valorar la situación. Mientras la mayoría de líderes occidentales criticaron a Mubarak de inmediato (y uno se pregunta cómo pudo alguien tan impopular sostenerse en el poder durante tanto tiempo), el ex Primer ministro de la Gran Bretaña llamó a su aliado de antaño "inmensamente valiente y una fuerza para el bien".
Para EE.UU. y Europa, Mubarak era de hecho un excelente cliente. Egipto pagaba sus préstamos, muchos de los cuales se pidieron, sin duda, en vistas a los intereses del régimen en lugar de los de la gente, a una tasa de interés correspondiente a alrededor de 3.000 millones al año. Este dinero se ha desviado de su objetivo ya que podría haber sido utilizado para mejorar la vida de los egipcios de a pie. Desde 1981, Egipto ha pagado la equivalente de 80.000 millones de dólares entre intereses y reembolsos ayudando a redistribuir el dinero de los pobres de Egipto hacia los países ricos.
La deuda de algunos de los países es, sin duda, de naturaleza militar. Egipto recibe más apoyo militar de EE.UU. que cualquier otro país en el mundo a parte de Israel,. Es decir, más de 1.000 millones al año desde que Mubarak llegó al poder en 1981. El Gobierno británico permitió a las empresas del Reino Unido suministrar a Egipto con 37 millones de dólares en forma de equipamiento militar en 2008 y 26 millones en 2009. No hay duda de que esto se produjo cuando Egipto se convirtió en un importante centro para EE.UU. en la lucha contra el terrorismo, los programas de secuestros, los vuelos secretos, la detención ilegal y las torturas.
Egipto debe en la actualidad casi 160 millones de dólares al Reino Unido. Aunque el Gobierno británico se niega a decir de qué tipo es la deuda de Egipto, sabemos que tiene que ver con las exportaciones británicas a través del controvertido Departamento de garantía de créditos de exportación, en gran parte basados en las ventas que tuvieron lugar a principios del gobierno de Mubarak. Este departamento sombrío del gobierno cubre el trabajo de riesgo de las empresas británicas que trabajan en el apoyo a la industria armamentística, aeronáutica y de combustibles fósiles. Túnez se enfrenta a una situación similar ya que Zine el Abidine Ben Ali pidió préstamos muy por encima de 40.000 millones de dólares. En este caso, también vemos como Ben Alí sirvió a los intereses occidentales, mientras reprimía a su pueblo que finalmente se levantó contra su gobierno en enero.
Ya en el pasado, cuando la gente empezó a tomar el control de sus países como es el caso de la Sudáfrica del apartheid, de Bolivia, Argentina o Polonia, la deuda fue utilizada como un medio clave para seguir ejerciendo políticas económicas antidemocráticas en esos países. Estas políticas causaron gran dolor y sufrimiento a los más desfavorecidos de dichas sociedades bloqueando el desarrollo democrático en la esfera económica.
Así, si las revoluciones en Túnez y Egipto realmente conducen al comienzo de una nueva era de independencia de los pueblos de esos países y si, como parece evidente, la chispa que se ha encendido en el norte de África se extiende por el mundo árabe, el siguiente paso será hacer responsables a los dictadores que han gobernado durante décadas de forma cleptocrática y brutal. Además se deberá tratar de recuperar el dinero robado por sus antiguos gobernantes, esto significa también cuestionar la legitimidad de la deuda que mantuvo a esos gobernantes en el poder. Es hora de que los pueblos del Norte de África rompan sus cadenas con la deuda que ha ayudado ya suficientemente a suprimir la libertad y el desarrollo de toda una generación.
Nick Dearden es Director Ejecutivo de la campaña de la deuda de Jubilee en el Reino Unido (http://www.jubileedebtcampaign.org.uk/)