Fuente: Michael Chossudovsky, Global Research [1]
Mubarak tomó la decisión de no dimitir en estrechas consultas con Washington. La administración estadounidense, incluidos sus servicios de inteligencia, habían identificado cuidadosamente los posibles escenarios. Si Washington hubiera instruido a Mubarak para que dimitiera, habría obedecido inmediatamente.
Su decisión de no dimitir sirve indeleblemente a los intereses estadounidenses y crea una situación de caos social e inercia política que a su vez genera un vacío en la toma de decisiones a nivel gubernamental.
La continuada crisis social ha ocasionado también una salida masiva de capital-dinero. Lo que esto significa, más concretamente, es que las instituciones financieras están confiscando las principales reservas oficiales en divisas extranjeras de Egipto.
El saqueo de la riqueza monetaria del país es parte integral de la agenda macroeconómica. El recién formado gobierno, a partir de las instrucciones de Washington, no ha dado ningún paso concreto para restringir la salida masiva de capital-dinero. Una crisis social prolongada implica la apropiación de inmensas cantidades de dinero.
Según fuentes oficiales, el Banco Central de Egipto tenía (antes de que se iniciara el movimiento de protestas) 36.000 millones de dólares en reservas de divisas extranjeras, así como un depósito adicional de 21.000 millones de dólares en instituciones bancarias internacionales, que, según se dice, constituyen las denominadas “reservas no oficiales”. (Reuters, 30 de enero de 2011).
La deuda exterior de Egipto, que ha aumentado en más del 50% en los últimos cinco años, es del orden de 34.100 millones de dólares (2009). Esto significa que esas reservas del Banco Central se basan de hecho en dinero prestado.
A primeros de 2010 hubo una gran afluencia de depósitos de capital especulativo hacia los instrumentos de la deuda del gobierno egipcio.
Los flujos de divisas extranjeras hacia el país se cambian por libras egipcias, que después utilizan inversores y especuladores institucionales para comprar bonos del estado de alto rendimiento y letras del Tesoro (nominados en libras egipcias) con tasas de interés a corto plazo del orden del 10%.
La tasa de interés para los bonos del estado a largo plazo se disparó al 7,2% cuando estalló el movimiento de las protestas. (“Egypt Banks to Open Amid Concern Deposit-Run May Weaken Pound, Lift Yields – Bloomberg”, 2 de enero de 2011):
Al iniciarse la crisis, los inversores internacionales poseían alrededor de 25.000 millones de dólares en letras del tesoro y bonos del estado egipcio, casi una quinta parte del total del mercado de letras del tesoro y alrededor del 40% del mercado interno de bonos del estado. Los inversores extranjeros controlaban también alrededor del 17% de la facturación del mercado de valores y disponían de alrededor de 5.000-6.000 millones de dólares en acciones egipcias. (Ibid)
En función de los acuerdos que mantiene con el FMI, a Egipto no se le permite realizar controles de divisas extranjeras. Todos esos depósitos de capital especulativo están ahora saliendo del país anticipándose a la devaluación de la libra egipcia. En los días anteriores al discurso de Mubarak, la fuga de capitales era del orden de varios cientos de millones de dólares al día.
En el no va más de las paradojas, Egipto deposita 21.000 millones de dólares en bancos comerciales en calidad de “reservas no oficiales”, a la vez que los bancos comerciales adquieren un valor de 25.000 millones de dólares de la deuda egipcia con un rendimiento del orden del 10%. Lo que esto significa es que Egipto está financiando su propio endeudamiento.
El movimiento de protesta comenzó en un día festivo para los bancos. Aunque el cierre del mercado de valores y del sistema bancario interno había puesto un tapón a la salida de capital-dinero, la huida de inmensas sumas de capital instrumentadas por importantes instituciones financiera se había producido ya en los días previos al movimiento de las protestas.
El sistema bancario egipcio volvió a abrir el 5 de febrero, dando lugar a un renovado proceso de huída de capital que llevó al agotamiento de las reservas del Banco Central y al correspondiente incremento de la deuda externa egipcia.
Se contempla una devaluación de al menos un 20%. Según la sección de divisas de los mercados emergentes de UBS, “la libra egipcia podría ‘fácilmente’ caer de nuevo alrededor de un 50%, hasta un cambio de 9 libras egipcias por dólar”. (“FT.com/Currencies – Banks weigh risk of capital flight”, 1 de febrero de 2010)
Una devaluación de más del 10% causaría enormes estragos sociales: los precios de los alimentos estarían dolarizados. Si se devalúa la libra egipcia, esto provocaría inevitablemente un nuevo aumento en los precios de los alimentos básicos, lo que daría lugar a un nuevo proceso de empobrecimiento.
Un escenario con devaluación de la moneda, aumento de la deuda externa, junto con un renovado paquete de medidas de austeridad patrocinadas por el FMI, conduciría inevitablemente a agravar la crisis social y a una nueva oleada de protestas.
El recién nombrado Ministro de Hacienda Samir Radwan está firmemente comprometido con los dictados de Washington que han servido para empobrecer al pueblo egipcio. En un comunicado contradictorio emitido el 3 de febrero, Radwan confirmó que “el gobierno no va a reducir los subsidios aunque aumenten los precios globales de los alimentos y materias primas. El gasto público se utilizará como herramienta ‘para conseguir la justicia social’, manifestó en una conferencia de prensa en El Cairo”. (Bloomberg, 5 febrero 2011).
Radwan está cumpliendo las directrices del FMI/Banco Mundial: ninguna restricción a la huida de capitales. El Banco Central asegurará la conversión de los depósitos de capital especulativo en la moneda fuerte por parte de importantes instituciones financieras. Eso implica el saqueo de las arcas del Banco Central
Con la fuga de capitales y la deuda interna transformado en deuda externa, el país se pone a disposición de los acreedores extranjeros:
Radwan dijo que Egipto cumplirá sus obligaciones con la deuda e instó a los inversores extranjeros a confiar en el país. “Se pagarán a tiempo todas las obligaciones”, dijo Radwan el 4 de febrero en una entrevista telefónica desde El Cairo. “No vamos a demorarnos en el pago de ninguna obligación”. (Bloomberg, 5 de febrero de 2011)
Irónicamente, la decisión de Mubarak de permanecer como jefe de Estado, con la aprobación de Washington, ha servido además para favorecer los intereses de los inversores institucionales, de los operadores de divisas y de los especuladores.
[1] Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández