por Carlos Javier Bugallo Salomon
Resulta cada vez
más evidente que la democracia es el recurso ideal para evitar que el
presupuesto público incurra en deudas con el fin de enriquecer a políticos
corruptos o al sector financiero, de subvenir gastos corrientes –y no subir los
impuestos a los más pudientes- o improductivos (por ejemplo, gastos militares).
Contamos ya como
ejemplo a estudiar y a desarrollar con la iniciativa llevada hace poco a nivel
local, tanto en España como en América Latina, de los presupuestos
participativos.