"Quien se pronuncia por el camino reformista en lugar de y en oposición a la conquista del poder político y a la revolución social no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino un objetivo diferente: en lugar de la implantación de una nueva sociedad, elige unas modificaciones insustanciales de la antigua." Rosa Luxemburgo

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Zoé Konstantopoulou ante la ONU : «La deuda soberana está siendo empleada actualmente contra la población griega y contra el Parlamento helénico para debilitar la democracia»

Zoe Konstantopoulou en la sede de la ONU en Nueva-York.
por Zoe Konstantopoulou

Señoras y señores,
líderes de los parlamentos del mundo,

Con motivo del 70 aniversario de la ONU, pasados 70 años desde el final de la II Guerra Mundial, en la actual 4ª Conferencia Mundial de Presidentes de Parlamentos1 que ponen la democracia al servicio de la paz, del desarrollo sostenible y de la construcción del mundo que quieren los pueblos; me presento ante ustedes y entre ustedes, como Presidenta del Parlamento griego recientemente disuelto, para hacerles un llamado a la solidaridad con el pueblo griego y con Grecia, la tierra donde nació la democracia y donde esta misma está siendo brutalmente atacada y violada hoy.

Grecia y su población son víctimas, desde hace cinco años, de unas políticas que, se suponía, proporcionarían una solución duradera al sobreendeudamiento del país y una vía para salir de la crisis económica. Esas políticas contenidas en los llamados «Memorandos - Memorandos de Entendimiento», acuerdos hechos entre el gobierno griego y un trío de instituciones internacionales, a saber, el FMI, la Comisión Europea y el Banco central Europeo, conocidos como la Troika, actuando en calidad de acreedores de Grecia, han tenido como resultado graves violaciones de los derechos humanos, especialmente de los derechos sociales, de las libertades fundamentales y del estado de derecho mismo.

Lo que se anunció como un acuerdo de rescate ha tenido como efectos la pobreza, un desempleo a niveles nunca antes vistos (del 72% entre las mujeres jóvenes y del 60% entre los hombres jóvenes), cientos de miles de jóvenes empujados a la emigración, una explosión de los suicidios, la marginación de los jóvenes, los ancianos, los débiles, los migrantes, los refugiados, con la mitad de los niños del país viviendo por debajo del umbral de la pobreza, una situación que evidencia una crisis humanitaria que ha quedado documentada tanto en los informes y declaraciones de expertos independientes de la ONU sobre la deuda y los derechos humanos, como en toda una serie de resoluciones e informes judiciales.

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El 25 de enero de 2015, hace siete meses, el pueblo griego, a través de una votación nacional, dio al gobierno y al Parlamento un mandato claro e inequívoco: deshacerse de estas políticas asesinas. Comenzaron las negociaciones, se formó una comisión parlamentaria especial llamada Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública, con la misión de realizar una auditoría y una evaluación jurídica de la deuda griega. Esta comisión elaboró en junio un informe preliminar que determinaba que la deuda soberana del Estado es ilegal, ilegítima, odiosa e insostenible. Estableció que la deuda soberana había sido contraída según procedimientos que constituyen una violación del derecho constitucional, justificando así incluso la impugnación de la deuda. El documento ha concluido que los acreedores actuaron de mala fe haciendo recaer deliberadamente sobre Grecia el peso de unos préstamos insostenibles para salvar así a los bancos privados franceses, alemanes y griegos. A pesar de estas conclusiones, los acreedores de Grecia exigieron que se ignorara el mandato del pueblo.

El 25 de junio se le impuso al gobierno griego un ultimátum de 48 horas pidiéndole que aceptara, en contra del mandato popular, una serie de medidas de desmantelamiento del derecho laboral, de abolición de las garantías de seguridad social y de la protección jurídica de la ciudadanía endeudada. Al mismo tiempo, le solicitaba la venta de los bienes y empresas públicas más valiosos, así como la de los principales puertos, aeropuertos e infraestructuras, los cuales deberían ser vendidos o cedidos para pagar una deuda odiosa e insostenible.

El Parlamento griego aprobó la propuesta del gobierno para celebrar un referéndum sobre el ultimátum, y el pueblo griego, con una vasta mayoría del 62%, rechazó las medidas.

Durante la semana del referéndum, representantes de organismos internacionales y gobiernos extranjeros trataron de influir en el resultado del plebiscito a través de declaraciones dirigidas a aterrorizar a la población. La consulta se celebró con los bancos cerrados y con un control de capitales impuesto por la negativa del BCE de proporcionar liquidez tras el anuncio del referéndum; sin embargo, prevaleció la democracia, el pueblo habló claramente y dijo NO, en un 62%, a estas acciones asesinas.
Lo que siguió es una pesadilla para cualquier conciencia democrática, y una vergüenza. Los acreedores se negaron a considerar el resultado del referéndum. Insistieron, utilizando la amenaza de un colapso bancario y un desastre humanitario, en la adopción de medidas todavía más estrictas que las que habían sido rechazadas. El gobierno se vio obligado a aceptar que el Parlamento legislara sobre textos preparados previamente de cientos de páginas, sin deliberación, y en fechas predeterminadas, según un procedimiento de urgencia y con los bancos todavía cerrados. Esta extorsión se llamó «requisito previo para un acuerdo» y el Parlamento fue presionado para que aboliese las leyes que había aprobado durante los cuatro meses anteriores y se le obligó a abstenerse de cualquier iniciativa legislativa sin la aprobación previa de los acreedores.

Un proyecto de ley de cien páginas, presentado como un artículo único, fue aprobado el 15 de julio en menos de 24 horas ; otro de alrededor de mil páginas y compuesto de 3 secciones se ratificó en menos de 24 horas el 22 de julio; otro, de casi 400 páginas, fue adoptado el 14 de agosto en 24 horas. El Parlamento ha legislado tres veces bajo coacción y coerción, y una vez hecho esto, puesto que una parte significativa de diputados del principal partido de gobierno, incluida la Presidenta de la cámara, se negaron a votar dicha legislación, el Parlamento fue disuelto de manera repentina a fin de garantizar una mayoría más estable para poner en práctica lo que el pueblo había rechazado.

Señoras y señores, la deuda soberana está siendo utilizada contra la población griega y el Parlamento helénico para debilitar la democracia, pero la democracia es un valor supremo y el Parlamento no puede verse limitado a ratificar normas ya dictadas, rechazadas por el pueblo, y diseñadas para destruir las sociedades y las generaciones futuras.

Les hago un llamado, parlamentarios del mundo; apoyad la exigencia de la democracia y la soberanía parlamentaria contra la coerción de la deuda ; apoyad las iniciativas de la Asamblea General de Naciones Unidas y de la Comisión ad hoc de auditoría de la deuda soberana, así como las iniciativas de los expertos independientes de la ONU sobre la deuda y los derechos humanos.

No permitan que la democracia sea aniquilada en la tierra donde nació. No permitan que otro Parlamento sea obligado a votar en contra de la voluntad del pueblo y en contra del mandato de sus diputados. No permitan que los derechos humanos, la vida humana, la dignidad humana y los principios más valiosos de las Naciones Unidas sean pisoteados para servir al sistema bancario.
El mundo que quieren los pueblos no puede construirse sin los pueblos del mundo. Gracias.

Traducción: Anna A. Siscar de la PACD Valencia.

Fuente: CADTM