Fathi Chamkhi,
Raid Attac Cadtm Túnez
Traducido por Rocío Anguiano (Rebelion)
Ben Alí huyó dejando tras de sí una gran cuenta pendiente; concretamente una deuda externa pública de más de 15.000 millones de dinares. El pueblo tunecino se liberó de su dictador, ¿no es lícito que quiera liberarse también de la deuda que este dejó tras de sí?
Un dictador que se benefició de las facilidades de crédito de los acreedores que sabían perfectamente con quien trataban. Una parte de esta deuda sirvió para oprimir al pueblo tunecino, mientras que la otra parte fue malversada por Ben Alí y sus clanes. Por lo tanto, es una deuda que no ha servido a los intereses del pueblo de Túnez. Dicho de otro modo, una deuda que es justo calificar de detestable y que debe ser, por ello, rechazada.
El mercado financiero internacional no lo entiende así. El descrédito del dictador ha sido ratificado por las agencias de calificación de Túnez (R & I, Fitch, Moody's y Standard & Poor's) ¡con la rebaja de su calificación! El pueblo tunecino que acaba de recobrar su libertad expulsando al dictador recibe una mala calificación.
Ante esta rebaja, algunas personas, muchas de ellas bienintencionadas, han dado la señal de alarma: la rebaja de la calificación conlleva amenazas, especialmente el encarecimiento del coste del crédito. En efecto, cuando baja la calificación, la prima de riesgo sube, por lo que el crédito es más caro, con el riesgo de que se complique todavía más la situación financiera de Túnez.
En primer lugar, debemos señalar que la rebaja de la calificación no es una respuesta a la campaña de anulación de la deuda que acaba de lanzar la asociación Raid Attac Cadtm Tunesie, sino más bien una sanción a la revolución. Lo dicho es una prueba bien clara de que la lógica que sustenta la deuda es una lógica contraria a los intereses vitales del pueblo de Túnez y, en consecuencia, justifica nuestra acción para conseguir su anulación.
En resumen, frente a la deuda solo hay dos posturas posibles: la obediencia absoluta o la ruptura total. Nuestra opción es la ruptura de los lazos de la deuda. Desde esa perspectiva, ya no hay margen para la calificación. Los que nos plantean ese tema se sitúan, en cambio, en la lógica de la sumisión a la deuda.
¿Debemos temer la ruptura con la deuda? ¿La campaña por la anulación de la deuda puede provocar riesgos económicos para Túnez? Nuestra respuesta es categórica: no, el rechazo de la deuda favorece los intereses de Túnez. En efecto, al país le interesa la ruptura ya que el saldo de las transferencias netas, en nombre de la deuda a medio y largo plazo, es negativo. En otras palabras, Túnez, al menos en los 23 últimos años, ha devuelto más de lo que ha recibido en concepto de deuda externa. Es proveedor neto de capitales. Es cierto que si Túnez deja de pagar la deuda quizá no vuelva a conseguir nuevos préstamos, pero a fin de cuentas habrá salido ganando económicamente, y sin duda políticamente, ya que reforzará su soberanía. Así que, por favor, dejemos de hablar del endeudamiento como fuente de financiación.
Es simple, si no se paga la deuda, ya no hay necesidad de pedir prestado y se utiliza el dinero previsto en los presupuestos para la devolución de la deuda en aumentar las gastos sociales y en impulsar la economía. Asimismo, se cobran impuestos sobre los ingresos más altos, las grandes fortunas y los beneficios de las grandes empresas nacionales o extranjeras. Es preciso también bajar el IVA de los productos y servicios de primera necesidad, instaurar un control de los cambios y de los movimientos de capitales para evitar la fuga al exterior. Y además se debe combatir duramente el gran fraude fiscal.
En fin, si se rechaza la deuda y no se contraen nuevos préstamos externos no hay por qué preocuparse de la degradación de la calificación de Túnez por parte de los mercados financieros.
Túnez, 7 de marzo de 2011.
Fuente: http://www.cadtm.org/L-annulation-de-la-dette-risque-t