"Quien se pronuncia por el camino reformista en lugar de y en oposición a la conquista del poder político y a la revolución social no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino un objetivo diferente: en lugar de la implantación de una nueva sociedad, elige unas modificaciones insustanciales de la antigua." Rosa Luxemburgo

martes, 6 de diciembre de 2011

El Banco Central Europeo (BCE): ¿Un nuevo dictador en Europa?

por Yves Julien,
PATAS ARRIBA, Comisión de Economía del 15M de Benimaclet – Valencia

El Banco Central Europeo (BCE) es el organismo encargado de llevar a cabo la política monetaria de la zona Euro (creación y destrucción de monedas/billetes, fijación de los tipos de interés, suministro de reservas)[1]

Tiene un consejo de gobierno constituido por 23 miembros[2], de los cuales 6 conforman el consejo ejecutivo, nombrados por mayoría cualificada por el Consejo Europeo (formado por las Jefaturas de Estado y de Gobierno de los Estados miembros de la Unión Europea y el Presidente de la Comisión), y los otros son los gobernadores de los bancos centrales de los 17 países miembros de la zona euro (Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Malta, Países Bajos y Portugal). Estos gobernadores son nombrados por las personas que encabezan los gobiernos de sus respectivos países. Por lo tanto, NINGUNO de los miembros del consejo de gobierno del BCE tiene un cargo electo.

Esta configuración, según dictan sus estatutos, garantiza la independencia del banco. ¿Independencia de quien? De los Estados. Desde la creación del primer banco central (en el siglo XVII), se ha debatido sobre la conveniencia de que los bancos centrales fueran independientes de los gobiernos. ¿Porque? Porque en el pasado algunos gobiernos han sido propensos a crear moneda para financiarse, provocando una importante inflación. Es por esta razón que los mismos estatutos del BCE le prohíben prestar dinero a estados. Pero cuando los bancos centrales han sido independientes del Estado, este perdió su soberanía sobre su moneda, que pudo ser cooptada por bancos privados. Y no hay que perder de vista que la moneda es un bien común, de todas las personas, y por lo tanto de interés público. 

El caso más famoso de hiperinflación es el de la republica de Weimar (Alemania), que llego a superar el 26.000.000.000% solamente en el año 1923. Esta hiperinflación es reconocida como uno de los factores que llevaron a los nazis al poder. Es en parte en reacción a esta experiencia histórica traumática que el BCE apunta a un euro fuerte, con una inflación controlada al máximo. Y esas características son las que han propiciado el fuerte endeudamiento de la zona periférica de la Unión Europea (UE), ya que antes de entrar en el euro sus exportaciones se realizaban hacia países fuera de la UE, mientras que para los países del centro éstas se realizaban dentro de la UE. Y si recordamos, nada más nacer el euro, éste empezó a subir respecto a las demás monedas, lo que dificultó la exportación fuera de la zona euro, en detrimento de la periferia, que tuvieron que endeudarse con los países del centro para poder pagar sus importaciones.

Para conseguir un euro fuerte y sin inflación, el BCE lleva a cabo una política monetaria de creación y destrucción de moneda, según lo exija la coyuntura económica del momento. En sus informes, muy técnicos, el BCE describe la situación en la zona euro, y presenta las medidas que ha tomado. Pero además, siempre incluye un apartado final sobre recomendaciones a los gobiernos de los países de la zona euro. Estas recomendaciones son mucho menos técnicas, y con un claro corte neoliberal (disminución del gasto público – sanidad, educación, jubilaciones, paro; reforma del derecho laboral; desaparición del salario mínimo; subidas del IVA, etc). Si bien esta orientación neoliberal siempre ha existido en el BCE, su influencia se ha ido aumentando a media que se profundizaba la crisis económica.

Con esta crisis económica, muchos bancos se han visto en dificultad, ya que la falta de confianza entre unos y otros (por si detenían activos tóxicos – hipotecas “subprime”) provocó una falta de liquidez. Para no asfixiar la economía productiva, altamente dependiente de la posibilidad de financiarse mediante préstamos, los estados han financiado los bancos (con préstamos, compra de activos tóxicos, avales y garantías sin contrapartida ninguna), endeudándose para salvar la economía (a través del rescate a los bancos). Pero puesto que el BCE no puede prestar dinero a los estados, este presta dinero a los bancos (a un interés del 1 al 1.5%), quienes a su vez, lo prestan a los estados (a un interés del 4-5% o más). Es decir, muchos bancos se están forrando con este negocio.

Pero como muchos bancos siguen en apuros (por culpa de préstamos consentidos a particulares, empresas y estados que es más que probable que nunca sean reembolsados), la política actual del BCE es de prestar a los bancos EL DINERO QUE NECESITEN mientras ellos le depositen las garantías suficientes. En cuanto a estas garantías, sirven las ofrecidas por los Estados como medida de rescate a los bancos, pero también cualquier activo, por tóxico que sea. Y mientras estos activos sigan remunerados, estos beneficios son para los bancos, ya que oficialmente estos activos siguen siendo propiedad de los bancos. Por lo tanto, el BCE presta a los bancos lo que pidan, a cambio de garantías públicas (que acabarán transformándose en deuda pública), o privadas sin valor. Así, los bancos no corren ningún riesgo al pedir cualquier cantidad de dinero. Es decir, a los agentes que provocaron la crisis por su codicia, ¡se les da acceso libre a financiación! Y como las mismas causas suelen producir los mismos efectos, todas las condiciones están reunidas para una nueva crisis, mayor que la anterior, ya que el volumen de especulación se ha incrementado…

Las consecuencias para los Estados son dobles, por un lado se ha disparado su deuda soberana, razón por la cual se les hace cada vez más difícil financiarse, y por el otro lado los bancos disponen de dinero casi ilimitado para especular con esas deudas soberanas, lo que dificulta aún más las posibilidades de financiamiento. Y aquí es donde vuelven a aparecer las recomendaciones del BCE: ya que con un cese en el pago de su deuda soberana por parte de algunos Estados, significaría un debilitamiento del euro. Por esta razón, el BCE ha empezado a comprar deuda soberana griega o italiana por ejemplo (en contradicción con sus estatutos). A cambio de que se apliquen sus recomendaciones. Y todas estas medidas tienen un único fin: que los Estados muy endeudados sigan pagando sin falta sus deudas. ¿En beneficio de quién? De los acreedores de esas deudas, es decir bancos y fondos de inversión. Y es así como una institución totalmente ajena al control democrático, falsamente presentada como meramente técnica, al servicio de las finanzas, se ha vuelto el órgano de decisión en varios Estados. De hecho, no es casualidad que los nuevos jefes del gobierno italiano y griego son altos cargos de las finanzas europeas, después de que la especulación sobre las deudas públicas de estos Estados hayan acabado con los gobiernos anteriores. 

Ya que el BCE se ha puesto a hacer política, es legítimo que se ponga bajo control ciudadano, para evitar que se convierta en el nuevo dictador de Europa. Por supuesto, esto no es suficiente para recuperar nuestra soberanía. Por ello, los Estados tienen que tener el control de su moneda, y otras medidas de control de las finanzas son necesarias, como la nacionalización de la banca, la abolición de paraísos fiscales, la tasación de las transacciones financieras y las auditorias de todas las deudas, resultan imprescindibles. 



[1] Este articulo ha sido inspirado por la serie de reportajes sobre el BCE del programa “Là-bas si j’y suis” de la radio pública francés FRANCE INTER entre el 3 y el 7 de octubre 2011. Estos programas están disponibles para su escucha (en francés) en http://www.la-bas.org.
[2] El hecho de que todos los sustantivos estén en masculino plural no se debe a una norma gramatical discriminatoria, sino a que TODAS ESTAS PERSONAS SON VARONES.