"Quien se pronuncia por el camino reformista en lugar de y en oposición a la conquista del poder político y a la revolución social no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino un objetivo diferente: en lugar de la implantación de una nueva sociedad, elige unas modificaciones insustanciales de la antigua." Rosa Luxemburgo

viernes, 10 de diciembre de 2010

Estrategia del endeudamiento y el impacto de una deuda impagable: después del Sur, el Norte


por Nicolas Sersiron

Cómo los gobiernos de los países ricos y los dueños del capital consiguieron aumentar la deuda a los países del Tercer Mundo.

La primera operación consistió en eliminar por asesinatos o desalojos forzosos a los verdaderos demócratas, aquellos que buscaban la igualdad y la justicia social para sus pueblos, que fueron sustituidos por líderes corruptos: Lumumba por Mobutu, Mossadegh por el Sha de Irán, Allende por Pinochet, Sukarno por Suharto, Sankara por Compaore, y muchos otros. La segunda operación consistió en hacer asumir a los gobiernos de los países de reciente independencia el reembolso de los préstamos concedidos a la antigua potencia colonial por el Banco Mundial (BM), que constituían según el derecho internacional una deuda odiosa, |1| y por lo tanto no tendrían que ser reembolsadas. La tercera consistió en enviar agentes (secretos) corruptores, como John Perkins, |2| para sobornar directamente a los dirigentes del Sur.

Los préstamos del Banco Mundial, del FMI y las "ayudas" de los países occidentales tenían a menudo propósitos geoestratégicos —aumentar los vínculos para contener la influencia del enemigo soviético—, pero sobre todo objetivos económicos: vender el excedente de producción del norte o financiar las inversiones necesarias para explotar las riquezas del sur, posteriormente exportadas al norte. Estos préstamos nunca han beneficiado a los pueblos. Las malversaciones financieras de los dirigentes del Sur eran alentadas en secreto, puesto que lo fundamental era mantener el flujo de materias primas para el beneficio de las grandes empresas occidentales. Para mantener o aumentar la depredación de la época colonial, fue necesario que los líderes del Sur estuvieran más atentos a los beneficios de las empresas transnacionales que al bienestar de sus pueblos.

La conquista del mundo iniciada por los reyes y los armadores europeos entre los siglos XV y XVIII, no tenía otro propósito que apropiarse del oro y de otras riquezas. Al gran genocidio de los indios americanos le sucedió el comercio triangular, con la inmigración forzada de cerca de 50 millones de africanos para la producción de los bienes exportados. Hacia 1850, el fin de la esclavitud fue concomitante con las primeras conquistas coloniales en África y Asia: ya no eran individuos sino países y continentes los que fueron esclavizados para el enriquecimiento de los europeos. Un siglo después, las independencias proclamadas después de la segunda guerra mundial marcaron el comienzo de un nuevo sistema de sumisión: el sistema deuda. Su aplicación fue gradual y orquestada por los gobiernos y las instituciones financieras internacionales. Se trata de un arma formidable de conquista del poder y de la riqueza del Sur por los grandes accionistas del Norte. ¿Conoces alguna transnacional que pueda enriquecer a sus dueños sin las materias primas de los países en desarrollo? Ellas son su energía vital. Su compra a precios reducidos y los bajos salarios de los trabajadores son necesarios para que, después de su transformación y comercialización, y pasando por los paraísos fiscales para la exención fiscal de la transferencia, dichas transnacionales obtengan ganancias colosales. Total, la quinta transnacional del mundo, ¿existiría sin el petróleo africano y el gas birmano que roba a estos pueblos? ¡Por supuesto que no!

Pero es la crisis de los años 80 y el tratamiento de choque administrado por el FMI lo que hará entrar a los pueblos del Sur en un ciclo de empobrecimiento, de desaparición de sus servicios públicos y de imposición de la privatización de sus grandes empresas estatales.

Los bancos occidentales estaban rebozaban eurodólares del Plan Marshall y de petrodólares provenientes de la crisis de 1973. Por lo tanto, prestaron muchísimo a los nuevos países independientes, con tipos de interés muy bajos pero indexados al tipo de interés oficial de EE.UU. (prime rate). El repentino aumento de este tipo (se multiplicó por 3), decidido por Paul Volker en 1979, provocó la quiebra de dichas economías. El FMI salió a su rescate con nuevos préstamos condicionados, imponiéndoles el pago de la deuda a los bancos, salvándolos así de la quiebra. El reembolso de nuevos préstamos con tipos de interés mayores hizo entrar a los países del Tercer Mundo en una espiral infernal de la que, después de 25 años, todavía no han salido. Fue el shock de la deuda sin fin. Aprovechando este estado de desconcierto de los pueblos, y con la ayuda de sus líderes corruptos, con cada nuevo préstamo de urgencia el FMI impuso medidas de liberalización y desregulación de las economías del Sur, favorables para los inversionistas del Norte y catastróficas para las poblaciones. La desaparición de los aranceles de importación enfrentó a los pequeños productores del Sur con la producción industrial y subvencionada del Norte, la privatización de las empresas públicas provocó millones de pérdidas de empleo, la introducción del IVA permitió que la deuda pública fuera pagada por toda la población, hasta por los más pobres. La libertad de movimiento de capitales todavía permite la repatriación al Norte de las enormes ganancias de las empresas transnacionales, que no benefician en absoluto a los pueblos del Sur, sino a su burguesía dominante. Este conjunto de medidas ultraliberales impuestas por el FMI se llama "Plan de Ajuste Estructural” (PAE).

¿Cómo es que el crecimiento, desde los años 80, de la deuda pública en el Norte haya culminado en un sobreendeudamiento y en la resurrección del FMI con sus medidas de choque?

El déficit crónico en Francia es el producto de la reconquista desfiscalizada de los dueños. Frédéric Lordon.

Al igual que en el Tercer Mundo, nos encontramos con la estrategia de la deuda pública en favor de las altas finanzas. Los planes de austeridad de 1983 en Francia, la desregulación y la desaparición de las barreras aduaneras colocaron en competencia desleal a los asalariados del Norte con los trabajadores del Sur. Así fue como Europa se ha desindustrializado a favor de los servicios. A diferencia del Sur, el trabajo se convirtió en la materia prima esencial para las colosales beneficios de las grandes empresas, en los países del Norte. La organización de la competencia con los trabajadores del Sur, con muy poco gasto social, y la mayor productividad hicieron aumentar el desempleo, lo que condujo a la reducción de los salarios y de los ingresos fiscales del Estado. Los permanentes regalos fiscales a las empresas y a las personas con ingresos más altos aumentaron el déficit presupuestario. Y para salir del endeudamiento público se ofrecen soluciones ultraliberales, condimentadas con la salsa europea, que sólo proponen disminuir los gastos públicos, que incluye rebajar el presupuesto de los grandes servicios públicos gratuitos, aquellos que el Consejo Nacional de la Resistencia (CNR) había conquistado en Francia. La privatización, antes disimulada, es ahora la solución ultraliberal a los problemas financieros de la educación, la salud pública y las pensiones por repartición.

En 2007, el origen del desastre financiero mundial fue el endeudamiento exagerado de las familias estadounidenses, consecuencia de una pérdida de poder adquisitivo de las décadas anteriores en favor del capital. La crisis de la vivienda vinculada a los préstamos de alto riesgo, subprime, y el desplome de Lehman Brothers puso al sistema bancario occidental al borde de la quiebra, pero fue salvado por los Estados, y por lo tanto por los contribuyentes. La crisis llevó a un desempleo de masas que, con la carga de la deuda del Estado y la agresividad de las finanzas, genera un estado de estupefacción popular propicio a una solución de choque ultraliberal. Por consiguiente, se presenta la reducción del gasto público como única solución. El sobreendeudamiento es el caballo de Troya que abre la puerta a los planes de austeridad en el Norte, después de permitir la aplicación de los PAE (Plan de Ajuste Estructural) en el Sur. El FMI, herramienta del acaparamiento capitalista por la desregulación internacional, se refinanció en 2009, por una suma de 1 billón de dólares. Con la UE, el FMI ofrece su "ayuda" condicionada a los países más endeudados: estos son los PAE del Norte. En nombre del saneamiento de la economía, los pueblos de Grecia, de Hungría, de Rumania y de otros países sufren desesperanzadores recortes en sus ingresos y los servicios públicos se ven gravemente afectados. La disminución de las pensiones mediante la ampliación del período de actividad laboral y la reducción del número de funcionarios en Francia son las únicas soluciones propuestas para compensar el déficit público. No se habla de la reducción de impuestos de las empresas y de los ricos desde hace 20 años, nada tampoco acerca de las enormes evasiones fiscales hacia los paraísos fiscales, se hace silencio también sobre la pérdida de la participación de los asalariados en el valor agregado nacional, en beneficio de los acreedores de la deuda. El pequeño contribuyente del Norte, después de aquel del Sur, además de perder el beneficio de los servicios públicos, está obligado a pagar a los acreedores a través de los impuestos indirectos, pagados por todos, como el injusto IVA, a pesar de que muchos de esos acreedores son responsables de la crisis. Si los pueblos, después de las auditorias de la deuda, no obtienen la cancelación de las deudas ilegítimas, asistiremos a un empobrecimiento masivo de las poblaciones del Norte, como ya ocurrió en el Sur con los planes de ajuste estructural.

Traducido por Michel Carles, en colaboración con Griselda Piñero

notas:

|1| El Tratado de Versalles de 1919 prohibió a Alemania cargar al nuevo Estado polaco la deuda que Alemania había pedido para colonizar Polonia.

|2| John Perkins, Confesiones de un gangster económico: la cara oculta del imperialismo americano, Editorial Tendencias, Barcelona, 2005.