por Daniel Munevar,
Paralelo a la IV cumbre de UNASUR realizada en pasados días en Surinam, tuvo lugar en Asuncion, Paraguay, el Seminario “Banco del Sur, Soberanía e Integración”. La actividad, llevada a cabo los dias 24 y 25 de Noviembre fue organizada por la Presidencia de la República del Paraguay, con el apoyo de las entidades binacionales de Itaipu y Yacyreta. Las discusiones contaron con la participación de representantes de varios países de la región, entre ellos Pedro Paez (Comisión Técnica Presidencial del Ecuador para la Nueva Arquitectura Financiera), Alejandro Vanoli (Argentina), Ramiro Chimurris (CADTM AYNA - Uruguay), Daniel Munevar (CADTM AYNA - Colombia). En la reunión también estuvieron presentes los representantes de organismos internacionales, Amenothep Zambrano (Secretario Ejecutivo ALBA) y Michael Clark (UNCTAD).
A lo largo de los 2 días de debate, la discusión se centro en los obstáculos enfrentados por el proceso de integración regional y los mecanismos a través de los cuales el Banco del Sur puede contribuir a fortalecer dicho proceso en un contexto marcado por la crisis financiera que sigue dejando sentir sus sacudidas sobre la economía global. Así, al mismo tiempo que se reconocen los avances logrados a través de UNASUR, denotados sobre todo en el rol de dicho organismo en apoyar a los gobiernos de Bolivia, Paraguay y mas recientemente Ecuador en momentos de avance de fuerzas anti democráticas, también se resalto la falta de avances en materia de integración económica. Esta no es una cuestión menor, ya que la débil integración productiva implica que no existen incentivos económicos significantes para invertir en la integración regional. Sin estos incentivos el proceso continuara a un ritmo por debajo de su potencial y seguirá expuesto a los vaivenes de los ciclos políticos nacionales.
En este sentido es preocupante que a pesar de varios años de permanencia en el poder de gobiernos con un discurso en el cual el tema de la integración juega un lugar prominente, el comercio intra-regional continua ocupando un lugar secundario. Muestra de ello es que los principales socios comerciales siguen siendo, en el caso de la CAN, los Estados Unidos y en el caso de Mercosur, la Union Europea. En el ALBA la situación no es mucho mejor. Si bien se han logrado importantes avances en el área de alfabetización en los países miembros y la Misión Milagro ha sido un éxito rotundo, desde el punto de vista financiero las operaciones del ALBA se concentran de forma casi absoluta en el programa de PetroCaribe. Esta situación implica 2 cosas. El primero es que no se ha logrado una real diversificación de la agenda de integración productiva aparte de la exportación de petróleo con acceso a financiamiento blando por parte de Venezuela. El segundo, es que si bien estas exportaciones han jugado un rol fundamental en proteger a los países miembros de Petrocaribe de la volatilidad de los precios internacionales de las materias primas, este tipo de transacción puede ser mas fácilmente clasificada dentro de la categoría de Ayuda Oficial para el Desarrollo, que como un proceso de integración.
Es claro entonces que para que el proceso pueda seguir avanzando es necesario integrar las capacidades productivas regionales, creando y fortaleciendo flujos comerciales y financieros para disminuir la dependencia de un solo tipo de relación comercial basada fundamentalmente en el petróleo y por ende en un modelo de desarrollo extractivista. En tal área el Banco del Sur tiene un enorme potencial para contribuir con el financiamiento necesario para avanzar en esta agenda. La utilización conjunta de los recursos regionales crearía un salto cuantitativo y cualitativo en áreas centrales de la integración tales como la soberanía alimentaria, la soberanía en salud, soberanía energética y soberanía en la producción del conocimiento. Mientras que no se logren avances en estos temas a través de una discusión inclusiva y constructiva, y por sobre todo con proyectos productivos concretos en una lógica diferente al extractivismo, el proceso de integración regional sigue siendo vulnerable a los ataques económicos y políticos de agentes externos opuestos a dicho proceso.
Para poder llevar estas iniciativas a buen puerto se requiere la participación, en carácter de actor central, de los movimientos sociales. Solamente la participación activa y critica del movimiento social puede permitir cambiar la agenda actual de integración y orientarla hacia temas concretamente relacionados con el bienestar de los pueblos. En caso contrario, se arriesga permitir que la agenda sea secuestrada por los viejos intereses económicos contrarios a la integración regional. Como esta demostrando la reciente experiencia de la Union Europea, mientras que un proceso de integración sea regido por los paradigmas económicos tradicionales este terminara operando en contra de los intereses de las poblaciones. Es con base a dicho ejemplo que requerimos avanzar con una agenda alternativa en la cual el Banco del Sur se dedique a financiar un modelo diferente de desarrollo, fuera de la lógica de las cadenas de la deuda, la destrucción de la naturaleza y de modos de vida. Un modelo de desarrollo en el cual el bienestar de la población y del medio ambiente estén por encima de las perspectivas de ganancia y donde los recursos regionales sean puestos en función de las reivindicaciones históricas de America Latina.