Durante estos días se lleva a cabo en Sant Cugat del Valle, a las afueras de Barcelona, la XXV edición de la Universidad Internacional de la Paz. Este proyecto nació en 1984 con el objetivo de crear las condiciones y facilitar las herramientas necesarias para permitir el debate, la reflexión y el intercambio de opiniones y experiencias sobre conflictos y construcción de paz. La Universidad surgió como resultado de una iniciativa de Frederic Roda Pérez y el Premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel.
En medio de discusiones sobre la importancia de instituciones internacionales democráticas y justicia social para la paz, el CADTM fue invitado a participar para analizar la forma como el sistema de la deuda se ha convertido en un obstáculo para la justicia social en los países en desarrollo.La presentación del CADTM, llevada a cabo por Daniel Munevar, analizo la relación entre deuda y justicia social desde tres puntos de vista. En primer lugar desde el costo de oportunidad que implica el esquema imperante de financiamiento para el desarrollo para los países receptores de estos flujos financieros. Así, lejos de constituirse en un mecanismo para transferir recursos del Norte al Sur, el sistema de la deuda induce transferencias netas de los países en desarrollo a sus acreedores. Como lo ha señalado en reiteradas oportunidades Eric Toussaint, entre 1970 y el año 2008, los países en desarrollo han reembolsado 102 veces la deuda inicial, mientras que al mismo tiempo la deuda se ha multiplicado por un factor de 48. En total, los países en desarrollo han transferido a sus acreedores el equivalente a 8 Planes Marshall. El costo de oportunidad de este esquema se hace claro en el caso de América Latina. Como promedio durante la ultima década, los países de la región han destinado al pago de la deuda cerca del 40% de los presupuestos nacionales. Comparado con los recursos destinados a educación y salud, en promedio el servicio de la deuda representa casi 2 veces dichos gastos. De esta forma el sistema de la deuda limita de forma significativa la capacidad de los gobiernos de los países del Sur de garantizar los derechos humanos y satisfacer las necesidades básicas de sus poblaciones.
En segundo lugar, la deuda al promover un esquema de especialización productiva basado en materias primas y productos agrícolas aumenta las tensiones sobre el control de dichos recursos, o la llamada “maldición de los recursos”. La presión por parte de los acreedores para recibir el pago de la deuda fuerza a los países deudores a privilegiar la promoción de actividades que generen de forma inmediata ingresos en divisas por exportaciones. Tales exportaciones se concentran en sectores de bajo valor agregado y poca capacidad de absorción de mano de obra. Este esquema productivo, asociado al sistema de la deuda, se convierte en un obstáculo significativo para el desarrollo de los países del sur de 3 formas. Primero, la concentración de la producción en materias primas limita la capacidad de la economía para generar empleos y resolver así los problemas de subempleo e informalidad. Segundo, aumenta la vulnerabilidad de los países del sur a la volatilidad de los precios internacionales de las materias primas. Y tercero al incrementar la dependencia de los ingresos por exportaciones de materias primas, el sistema de la deuda acrecienta la llamada “maldición de los recursos”. Ante la falta de otras actividades que generen ingresos y empleos, las tensiones sociales y políticos asociadas al control de las materias primas también se incrementa y con ello las probabilidades de conflictos armados internos.
Finalmente, en tercer lugar el sistema de la deuda se ha convertido en el factor determinante de la evolución global de la desigualdad dentro y entre países. En la medida en que los ciclos globales de capital están determinados por las condiciones de liquidez presentes en las economías avanzadas, los países del sur tienen pocas herramientas para controlar los flujos de capital que hacia ellas dirigen los inversos radicados en las economías avanzadas. En una primera instancia estos flujos de capital aceleran el crecimiento económico, pero dadas las grandes cuantías de capital que tienden a concentrarse en un numero pequeño de países, estos terminan causando serias distorsiones que eventualmente causan el colapso de países y regiones enteras. Como lo muestra el trabajo desarrollado por el University of Texas Inequality Project, estos ciclos de deuda se convierten en el elemento clave para entender la evolución de la desigualdad a nivel global. En la fase inicial del ciclo asociada con las entradas de capital y rápido crecimiento económico, los niveles de desigualdad tienden a disminuir lentamente. Sin embargo, una vez tienen lugar crisis financieras causadas por el crecimiento desenfrenado de la deuda los niveles de desigualdad aumentan de forma significativa eliminando en muy poco tiempo los avances alcanzados durante años de crecimiento económico. Así, el sistema de la deuda esta relacionado con los incrementos masivos de desigualdad que tuvieron lugar en América Latina durante la crisis de la deuda en los ochentas, y mas recientemente en el sudeste asiático tras la crisis de 1997. Este hecho es supremamente significativo dada la relación directa que existe entre la desigualdad y la inestabilidad política en los países del sur.
Tras la presentación tuvo lugar un animado debate con los asistentes a la Universidad de la Paz de las implicaciones que el sistema de la deuda ha tenido para los países del Sur y las lecciones que se pueden extraer para la situación actual de Europa. Como en otras oportunidades el CADTM reivindico la importancia de la toma de medidas unilaterales y soberanas como la moratoria inmediata de la deuda y la realización de auditorias, resaltando las experiencias recientes de Argentina y Ecuador. La discusión termino con la intervención del Premio Nóbel de la Paz, Adolfo Perez Esquivel quien señalo la ilegitimidad inherente de privilegiar a acreedores por encima de la satisfacción de los derechos humanos de la población de los países del Sur.