Marzo de 2010
El 12 de marzo de 2000 estuvo marcado por dos acontecimientos. Las elecciones generales en las que el Partido Popular logró la mayoría absoluta para gobernar, y la Consulta Social por la Abolición de la Deuda externa que se celebró paralelamente y en la que participaron más de un millón de personas. Sí, ya han pasado 10 años. Una década en la que muchas de las personas que participaron en aquella movilización han seguido luchando contra la deuda externa y por la justicia global. Pero ¿qué hemos conseguido tras todos estos años?
Ya no movilizamos como antesAquel marzo del año 2000, y los meses anteriores, cerca de 20.000 personas de todo el Estado se coordinaron alrededor de la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa (RCADE) para organizar una Consulta Social que supondría una movilización sin precedentes en el Estado español, y a nivel internacional. Pese a la prohibición de la Consulta por parte la Junta Electoral y la represión sufrida en algunas localidades, 1.087.792 personas dieron su voto, y el 98% a favor de la cancelación total de la deuda externa (1). Fue un ejercicio de democracia en mayúsculas. Un ejemplo de autogestión por parte de un movimiento horizontal y radicalmente democrático de personas y redes que se fue extendiendo en todo el Estado durante los meses previos a la Consulta. Más de 1.400 colectivos se implicaron en la Consulta Social, que se realizó a casi 500 localidades de todo el Estado español.
Eran los años de la explosión antiglobalización. Pocos meses tras la batalla de Seattle, la Consulta fue el primer peldaño de un ciclo de movilizaciones que se mantuvo a golpe de cumbre durante cerca de 4 años. A la Consulta siguió la creación del Movimiento de Resistencia Global (MRG) y las movilizaciones en Praga contra el Banco Mundial y el FMI. A inicios de 2001, el mismo Banco Mundial anunciaba una reunión en Barcelona, habiéndola de cancelar poco después por la enorme oposición social y movilización que suscitó. La campaña Contra el Banco Mundial (2), que tomó prestado el histórico adjetivo de Rosa de Foc, aglutinó decenas de miles de personas en Barcelona durante junio de 2001 para protestar contra la Globalización Neoliberal. A las movilizaciones de Barcelona, duramente reprimidas por las fuerzas policiales, siguió la movilización de Génova contra el G8, también recordada por la dura represión policial y la muerte de Carlo Giuliani, asesinado por un carabinieri. El primer semestre de 2002 la campaña contra la Europa del Capital, durante la anterior presidencia española de la Unión Europea, convocó también masivas manifestaciones en Barcelona, Madrid y Sevilla. El segundo semestre de 2002 estaría marcado por la amenaza de la guerra, concretada con el inicio la invasión de Afganistán, y contestada con más de medio millón de personas en la calle durante el Foro Social Europeo de Florencia. Pocos meses después, el 15 de febrero de 2003, millones de personas se manifestarían en todo el mundo contra la inminente invasión de Irak, con importantísimas movilizaciones en el Estado español.
Aquellos años estuvieron marcados por otras muchas movilizaciones a nivel local e internacional. El nacimiento y consolidación de los Foros Sociales Mundiales, con sus reproducciones a nivel Europeo y local. Allí dónde se reuniera el G8, la OMC, el Banco Mundial, el FMI o la Unión Europea, se organizaba la respuesta popular en contra del modelo económico y político que estas instituciones representan e imponen. Durante aquellos años los movimientos de Deuda se integraron en esta marea global altermundialización, que buscaba, y todavía busca, construir aquel otro mundo que creemos posible. Fue un ciclo movilizador que de alguna manera se fue apagando con las movilizaciones contra la guerra de Irak. Excepto en ocasiones puntuales, como la última Cumbre de Copenhague, desde 2004 y hasta hoy, las propuestas de los movimientos y organizaciones sociales no obtienen la respuesta de antaño.
Ahora muchas activistas recordamos aquellos años con nostalgia, preguntándonos dónde ha quedado todo aquello. En un momento de crisis como el actual esperaríamos que el pueblo se sublevara y se uniera a las propuestas movilizadoras de los movimientos sociales, como pasaba a principios de la década. Pero lejos de esto, las movilizaciones contra la crisis han sido más bien exiguas. “¿Qué estamos haciendo mal?” nos preguntamos a menudo en las asambleas y manifestaciones con escasa participación.
Pese a las luchas de la sociedad civil, y las promesas de cancelación y los “planes de alivio” arrancados a gobiernos acreedores y las instituciones financieras internacionales (IFI), el problema de la deuda externa no está solucionado. A pesar de los pagos que, año tras año realizan los pueblos del Sur, la deuda continúa creciendo, profundizando su pobreza y rpetuando la violación de sus derechos humanos (3). En efecto, entre 1970 y 2008, la deuda del conjunto de los países empobrecidos se ha multiplicado por 52, aun cuando los países del Sur han pagado 106 veces el que debían en 1970. De este modo, salir del ciclo del endeudamiento acaba resultando imposible para los países del Sur.
El ejemplo de la deuda es uno de tantos, en el que a pesar las respuestas aportadas por la sociedad civil y los pequeños adelantos logrados, la problemática sigue afectando el bienestar y la supervivencia de millones de personas. En el Estado español, gracias a la presión de la sociedad civil, se consiguió el año 2006 una insuficiente, pero necesaria, ley de gestión de la deuda externa (4), y este año se está discutiendo en el Parlamento español la esperada reforma de los créditos FAD (5). A nivel internacional el Gobierno del Ecuador ha realizado proceso de Auditoría Integral de su deuda pública, con la participación de expertos y miembros de la sociedad civil ecuatoriana e internacional (6). Esta auditoría ha llevado a Ecuador a declarar parte de su deuda como Ilegítima y a iniciar pasos para dejar de pagarla. Del mismo modo, los gobiernos o cámaras parlamentarias del Brasil, Bolivia, Paraguay, Filipinas y Zimbabwe han dado pasos adelante para poner en marcha nuevas auditorías de la deuda.
También desde algunos organismos internacionales y gobiernos del Norte se adelanta hacia el reconocimiento de las deudas ilegítimas. Así, el gobierno de Noruega decidió en octubre de 2006 cancelar de manera unilateral y sin condiciones las deudas ilegítimas que había generado la campaña de exportación de barcos noruegos a finales de los 70. Por otro lado, el experto independiente de NNUU en deuda externa, el Sr. Cephas Lumina, también recomendó a todos el Gobiernos que auditasen todas las deudas pendientes en el marco del informe que elevó a la última Asamblea General de Naciones Unidas (7). Finalmente, la UNCTAD ha iniciado un proyecto para promover la financiación responsable “incluyente criterios de desarrollo por determinar la legitimidad de la deuda soberana” (8).
Estos éxitos, o adelantos, imposibles sin la presión de la sociedad civil, no han impedido que la mayor parte de los países del Sur sigan destinando partes importantes de sus recursos al pago de la deuda, lo que supone la imposibilidad de invertir y de llevar a cabo políticas adecuadas en servicios básicos esenciales para la población, como son la soberanía alimentaria, la potabilización del agua, la salud, la vivienda, la educación y el equipamiento de infraestructuras.
Al problema de la deuda externa, se añaden muchos de otros frentes de lucha para los movimientos por la Justicia Global. Nosotros hablamos de mecanismos de anticooperación, aquellos que, originándose al Norte Global, interfieren de forma negativa sobre los pueblos del Sur. La violación de derechos humanos por parte de empresas transnacionales o los impactos de nuestro modelo de producción y consumo serian buenos ejemplos. Ante esta realidad, miles de organizaciones, y millones de personas en todo el mundo, seguimos trabajando en avanzar hacia propuestas de modelos económicos, políticos y sociales alternativos. Propuestas como la Soberanía Alimentaria, la eliminación de paraísos fiscales o el establecimiento de medidas de Justiciabilidad ante de violaciones de Derechos Humanos por parte de empresas transnacionales, demuestran que desde los movimientos sociales seguimos teniendo respuestas. “¿Qué estamos haciendo mal?” nos seguimos preguntando cuando vemos que estas respuestas no llegan a la gente.
A todas luces parece obvio que en 10 años no se puede cambiar el mundo. Pese a la desaceleración de las movilizaciones sociales durante los últimos años, hemos ido avanzando en nuestra lucha para acabar con problemas como la Deuda externa y en el camino hacia una Justicia Global. Los pequeños éxitos conseguidos no son suficientes y es necesario sumar más gente y más fuerzas para que sigamos avanzando hacia este otro mundo que creemos posible. Por ello, es necesario que sigamos reinventándonos, que encontremos nuevas fórmulas de movilizar y de difundir las denuncias y propuestas. Aquella consulta social de 2000 no convenció sólo por la urgencia de actuar ante la deuda externa, sino por la novedad que suponía en cuanto a formas de organización y acción. En aquel momento no nos dejamos llevar por la inercia y nos atrevimos a innovar y vivir nuevas fórmulas, a menudo tomadas prestadas de movimientos como el Zapatista o movilizaciones como la de Seattle.
En estos momentos de crisis global, y ante la dificultad de ofrecer la alternativa desde los movimientos sociales, seria bueno que dedicásemos el tiempo necesario a ver dónde estamos, como hemos llegado hasta aquí, y qué retos tenemos frente a nosotras.
* Véase también el artículo publicado al respecto por Dani Gómez-Olivé en el Diari de Sant Cugat y el Canal Solidari : http://www.canalsolidari.org/noticia/i-com-esta-el-mon-deu-anys-despres/23231
Notas:
(1) Para más información sobre la Consulta Social por la Abolición de la Deuda Externa del 12 de marzo de 2000. www.rcade.org/secciones/consulta/index2.htm
(2) En Wikipedia podéis encontrar información sobre aquella movilización http://se.wikipedia.org/wiki/Manifestacionescontrael_#BancoMundialenBarcelonaen_2001
(3) Según el artículo 25 de la Declaración de los Derechos Humanos, “toda persona tiene derecho a un nivel de vida que asegure su salud, su bienestar y los de su familia, especialmente en cuanto a alimentación, a vestido, a vivienda, a atención médica y a los necesarios servicios sociales; toda persona tiene derecho a la seguridad en caso de desocupación, enfermedad, invalidez, viudedad, vejez o en otros casos de pérdida de los mediados de subsistencia debido a circunstancias independientes de su voluntad”. El pago de la deuda externa es, en muchos casos, un ataque directo contra estos derechos.
(4) El ODG realizó una valoración de la Ley de Gestión de la Deuda Externa, que podéis encontrar en:
(5) Ver la información sobre esta reforma a la página de la campaña ¿Quien debe a Quién? http://www.quiendebeaquien.org/spip.php?rubrique54
(6) Por más información, podéis leer el Informe del ODG sobre las Deudas ilegítimas entre el Ecuador y el Estado español a: www.odg.cat/navega.php?id_pagina=11&id_publicacions=21&publicacions=3 y también dirigiéndoos a la Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público del Ecuador, a: www.auditoriadeuda.org.ec/
(7) Los informes cumplidos presentados por el Sr. Cephas Lumina se encuentran en: http://ap.ohchr.org/documents/dpage_s.aspx?s=40
(8) Para más información sobre la agenda de diferentes agencias de NNUU sobre deuda e ilegitimidad, podéis consultar el artículo “Illegitimate debt and responsible financing on the UN agenda” www.eurodad.org/whatsnew/articles.aspx?id=3910&item=0&ArticleShowall=true&&LangType=1034
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