"Quien se pronuncia por el camino reformista en lugar de y en oposición a la conquista del poder político y a la revolución social no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino un objetivo diferente: en lugar de la implantación de una nueva sociedad, elige unas modificaciones insustanciales de la antigua." Rosa Luxemburgo

jueves, 1 de abril de 2010

Los islandeses todavía no han dicho su última palabra

Por Jérôme Duval y Olivier Bonfond,

Después de hundir en la miseria a los pueblos del Sur endeudando a sus Estados, el FMI (Fondo Monetario Internacional) ahora se dedica a hacer lo mismo con los pueblos europeos, golpeados de lleno por la crisis capitalista internacional. Las agencias de calificación crediticia, herramientas al servicio de la oligarquía financiera, cumplen plenamente con su papel en la carrera hacia la rentabilidad en el mercado de la deuda: sancionan financieramente, sin dudar, el menor paso en falso de los países debilitados por la crisis. Pero los islandeses impusieron un referéndum sobre una ley irresponsable y peligrosa, y por lo tanto no han decidido someterse tan fácilmente. Por supuesto el combate es desigual, pero todavía no terminó...

Un modelo neoliberal que se derrumba...

Como muchos países que se dicen ricos, Islandia participó y perdió en el gran juego del liberalismo. A pesar de ser considerado uno de los más ricos de la OCDE, el desempleo creció en Islandia del 2 % de la población activa en octubre de 2008, antes del derrumbe del sector financiero, al 8,2 % en diciembre de 2009. Actualmente, este pequeño país de 320.000 habitantes, sin ejército, sufre el azote de la crisis financiera, y en particular de una deuda que ha crecido vertiginosamente, llegando casi al 320 % del PIB, en 2009.[1]

Privatizados en 2003, los tres principales bancos (Kaupthing, Landbanski y Glitnir) tuvieron que ser nacionalizados de urgencia en octubre de 2008, a consecuencia de la implosión del sistema bancario. Incluso se suspendieron durante varios días los intercambios en el mercado de acciones en la bolsa de Reykjavik. El Estado, que desembolsó millones de euros para recuperar esos bancos,[2] quedó al borde de la quiebra y previno que sólo podría garantizar los depósitos efectuados en Islandia. Presa del pánico, los inversores extranjeros reclamaron su dinero colocado en las sucursales de Londres, Berlín, La Haya o Bruselas. Posteriormente al pago que se le hizo a 34.000 inversores alemanes del Kaupthing Bank, el más importante del país, Londres y La Haya indemnizaron a sus ciudadanos perjudicados por la quiebra del banco on line Icesave, filial de Landsbanki. Por lo tanto, casi 320.000 inversores neerlandeses y británicos recuperaron en parte sus ahorros gracias a la contribución de sus Estados. Una gran operación para el sector privado: por un lado, las responsabilidades de los banqueros islandeses y de sus sucursales en el extranjero se evaporaron mediante la nacionalización de sus deudas, es decir la recuperación de las mismas por los contribuyentes islandeses, y, por el otro, los especuladores británicos y neerlandeses vieron sus frágiles inversiones garantizadas por sus Estados respectivos.

Pero nos debemos preguntar ¿cómo el Estado islandés, dado el nivel de su endeudamiento, puede pagar al Reino Unido y a los Países Bajos sin poner en peligro a su población? Sin embargo, es precisamente eso lo que reclaman con insistencia la Unión Europea, el FMI y los países concernidos. Islandia debe reembolsar su deuda sin importar el coste humano. Además, el Reino Unido y los Países Bajos, que insisten en tener prioridad frente a otros acreedores, rechazan cualquier compromiso sobre la cantidad a recobrar.

Una ley impuesta a hurtadillas y que insulta al pueblo islandés

Austeridad presupuestaria, aumento explosivo del paro, actitud agresiva del FMI y de la UE, etc. Todos estos elementos provocaron una especie de electrochoque en la ciudadanía islandesa. Durante varios meses, se sucedieron manifestaciones como nunca se había visto en más de 50 años. Al igual que el mensaje de los numerosos movimientos sociales que hacen frente a la crisis en el mundo, el de los islandeses es relativamente claro: «Que la crisis la paguen ellos». Ellos son, por supuesto, los responsables.

Como consecuencia de esta presión popular, el primer ministro, Geir Haarde, declaraba a fines de 2008 que «existen muchos argumentos legales que justifican que no paguemos». Al mismo tiempo, el parlamento adoptaba una resolución anunciando que el reembolso estaría condicionado a la «capacidad de pago»[3] del país. Evidentemente, esto fue un gran motivo de preocupación para los prestamistas, entre ellos el FMI. Y lógicamente estos prestamistas actuaron usando todo su influencia, rápida y subrepticiamente, entre bambalinas, y consiguieron invertir la situación: una ley de indemnización, llamada ley Icesave,[4] fue aprobada en la noche del 30 al 31 de diciembre de 2009, por escasa mayoría (33 votos a favor, y 30 votos en contra), por el parlamento en plena fiesta de fin de año. Siguiendo los consejos del FMI, esta ley prevé la apertura a las ayudas internacionales, el acercamiento a la Unión Europea en vista a una futura adhesión y la restitución por el Estado de los 3.800 millones de euros con dinero público: 2.500 millones al gobierno británico y 1.300 millones al neerlandés. El hecho de que Islandia pueda, por esta ley, pagar una deuda que representa cerca de 12.000 euros por ciudadano, o sea, el equivalente al 40 % del PIB de la isla en 2009, tranquilizó inmediatamente a los mercados, y la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s se apresuró a cambiar la perspectiva de nota de Islandia de negativa a estable.[5] Recordemos que las agencias de calificación crediticia ejercen un verdadero poder discrecional sobre las finanzas gubernamentales, ya que influyen directamente en las primas de riesgo y en el tipo de interés: los más «ricos» y solventes se ven recompensados con buenas notas (AAA, por ejemplo), lo que hace bajar los tipos de interés y por lo tanto la suma a reembolsar. Por el contrario, los países considerados «pobres» presentan un riesgo elevado de insolvencia, reciben malas notas y deben pagar un interés mayor en contrapartida a un préstamo juzgado como «de riesgo».

El pueblo exige un referéndum

El presidente Olafur Ragnar Grimsson, después de postergar la firma de esta ley sosteniendo que debía disponer de más tiempo para promulgarla, recibió el 2 de enero de 2010 una petición con más de 56.000 firmas, es decir, de casi una cuarta parte del electorado del país, pidiendo el rechazo de esta ley y un referéndum sobre la misma. Magnus Arni Skulason, responsable del movimiento de protesta explicaba, durante la entrega de las firmas: «De esta manera le remitimos esta petición, para pedirle el rechazo del proyecto de ley Icesave. Sólo el tipo de interés ligado al reembolso permitiría hacer funcionar nuestro sistema de salud durante seis meses.»[6] Parece que la presión popular dio sus frutos ya que el martes 5 de enero de 2010, el presidente anunciaba: «He decidido, sobre la base del artículo 26 de la Constitución, someter la nueva ley a la nación». Y así, como lo prevé la Constitución, en caso de que el presidente rechace la promulgación de una ley, ésta fue sometida a una consulta popular y el 6 de marzo de 2010, más de un 93% de los islandeses dijeron ‘no’ al pago de la deuda bancaria.

Las sanciones son inmediatas

¿Permitirán que los ciudadanos decidan su destino, sabiendo que esta ley injusta será rechazada? Los mercados financieros, siempre alertas, reaccionaron de forma inmediata y Standard & Poor’s amenazó, esta vez, con bajar la nota del país, mientras que Fitch, una de las tres grandes agencias de calificación crediticia, se la degrada, de BBB a BB+, con las consecuencias conocidas: aumento de las sumas a pagar para un país con dificultades de pago, incitación a pedir nuevos préstamos para reembolsar los antiguos, logrando provocar, finalmente, la aceleración del «efecto bola de nieve» del endeudamiento.

De la misma manera que impone sus ajustes estructurales en los países del Sur, desde la crisis de la deuda de 1982, el FMI dicta ahora sus condiciones o «medidas de austeridad» a los gobiernos europeos. Deben priorizar el pago a los acreedores aunque tengan que recortar los presupuestos sociales destinados a la educación, la salud, las subvenciones a los productos de primera necesidad, etc.

FMI y la Unión Europea: el mismo combate

Frente a la peligrosa situación de Islandia, el FMI y la Unión Europea han decidido ejercer todo su poder. El FMI del «socialista» Dominique Strauss-Kahn, que nunca tuvo tanto dinero a su disposición para prestar a los países en dificultad, espera estar seguro del reembolso antes de desbloquear parte del crédito que integra un plan de salvamento de 5.000 millones de dólares decidido en octubre de 2009. Mucho antes de la adopción de la ley por el parlamento, la ultra liberal UE previno que sólo abrirá sus puertas, cada vez más herméticas, en el caso de que Islandia obedezca y efectúe el pago a los acreedores. «La Comisión Europea ha tomado partido claramente por el Reino Unido, puesto que su presidente indicó, desde el mes de noviembre [2009] que no habrá ayuda europea hasta que el caso Icesave no se resuelva [...] Europa y el FMI se aprestan por lo tanto a una verdadera hazaña: rebajar a la categoría de país pobre a un país cuyo IDH (Índice de desarrollo humano) se elevó en pocas décadas al más alto nivel... En consecuencia: los islandeses, cuya gran mayoría es altamente calificada y políglota, que trabajan mucho con los países nórdicos, donde se integran fácilmente, han comenzado a emigrar, y ya partieron 8.000, un número nada despreciable».[7] La demanda de candidatura de adhesión de Islandia a la Unión Europea, entregada en julio de 2009, podría verse seriamente comprometida. A comienzos de enero, el ministro español de Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, cuyo país acaba de asumir la presidencia de turno de la UE, recalcaba: «Espero que los islandeses vean en la UE su proyecto de futuro.»[8]

La prosecución de una línea de crédito del FMI y la adhesión a la ultraliberal UE dependen por lo tanto del reembolso de una deuda impagable por la población, una deuda que, una vez más, no la concierne puesto que se trata de una deuda privada transformada en pública como consecuencia de una quiebra bancaria. Como siempre, se socializan las pérdidas y se privatizan los beneficios que es un leitmotiv del capitalismo. Hay que señalar que nunca hubo tantas nacionalizaciones parciales o totales en el sector bancario como las producidas desde que comenzaron sus dificultades.

La manipulación mediática está en marcha

En este contexto de crisis, dudamos del resultado de un referéndum popular: los islandeses, de los que un cuarto ya dijo que se oponía al pago de una deuda inmoral e injusta, rechazaron el texto. Para disuadirlos, la máquina mediática se puso en marcha: el alejamiento del FMI o la no adhesión a la UE es impensable, un peligro que el diario «de referencia» francés Le Monde descarta, «porque Reykjavik quiere pagar» y «el plan de salvamento del FMI es crucial. Se reconstituirá las reservas de divisas y proveerá la liquidez necesaria para obtener las mejores condiciones para el crédito». Para tranquilizar al lector liberal en el caso de una «victoria del no», el diario agrega: «De cualquier manera, Islandia deberá respetar los compromisos aprobados en agosto de 2009, tanto por el parlamento como por la presidencia: el reembolso comenzará en 2017...»[9]

Los islandeses no han dicho su última palabra

Los islandeses supieron hacer frente a la invasión mediática y rechazaron, como pasó con el Tratado por una Constitución Europea en Irlanda y en Francia, un proyecto neoliberal nefasto para su pueblo. ¿Volverán el FMI y la UE a la carga a pesar de todo? Sea lo que fuere, una cosa es segura, los ciudadanos tienen todo el derecho de exigir una auditoría de la deuda y de vetar su pago. Islandia puede y debe negarse a las condicionalidades impuestas por el FMI, que de paso se embolsa los intereses de una deuda ilegal. La integración a una Unión Europea, que sirve para algunas cosas pero no para los intereses de los pueblos, no puede condicionar la negociación en curso. Esa integración debe también ser sometida a un referéndum.

Apoyamos al pueblo islandés en el repudio de esta deuda e insistimos en la puesta en marcha de otras medidas, como la confiscación de los bonos y de otras ventajas fiscales de la clase capitalista, para poder pagar a los pequeños inversores. Éstos fueron engañados por banqueros que les proponían tentadores tipos de interés mediante riesgosos montajes financieros. A los otros, a los especuladores de todo tipo, sólo les queda asumir las consecuencias. Jugaron y perdieron en el azaroso juego de los mercados y sus pérdidas no pueden, de ninguna manera, constituir una carga para los contribuyentes islandeses. Sus impuestos, por el contrario, deben contribuir a políticas que tengan como objetivo la justicia social y el respeto a la naturaleza. Además, Gordon Brown debe sacar a Islandia de la lista de países terroristas, en la que la incluyó en octubre de 2008, y presentar sus excusas al pueblo islandés.[10]

Traducido por Griselda Pinero.


[1] Entrevista a Mark Flanagan, jefe de la misión del FMI en Islandia. http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2009/INT102109A.htm

[2] Como ejemplo, el Estado islandés desembolsó, el 29 de septiembre de 2009, 600 millones de euros para adjudicarse el 75 % del capital de Glitnir antes de conseguir el completo control, algunos días más tarde.

[3] Léase Olivier Bonfond: «Islande: si la deuda no puede ser rembolsada, pues no lo será». http://www.cadtm.org/Islandia-Si-la-deuda-no-puede

[4] Los islandeses hablan con cinismo de la «Iceslave», haciendo el juego de palabras con slave: esclavo en ingles. De esta manera muestran la idea de que serán esclavos de esta deuda bancaria.

[6] Un cuarto del electorado islandés firma una petición contra la ley Icesave, Euronews 03/01/2010: http://es.euronews.net/2010/01/03/presion-popular-en-islandia-contra-el-pago-con-dinero-publico-de-los-agujeros-/ Y Petición contra la ley islandesa sobre los depósitos extranjeros, Reuters, sábado 2 de enero de 2010

[7] Eva Joly, diputada europea de perteneciente al grupo Los Verdes y consejera del gobierno islandés en la investigación penal sobre las causas de la quiebra de los bancos. http://www.mondialisation.ca/index.php?context=va&aid=14693

[10] El 8 de octubre de 2009, Gordon Brown invocó la legislación antiterrorista de 2001 para congelar los activos de Landsbanki en Gran Bretaña y poner a Islandia en la lista oficial de los países terroristas, al lado de Corea del Norte y de Irán, con el fin de presionar al gobierno islandés para que pague. Ofuscados, los islandeses lanzaron un manifiesto «Los islandeses no son terroristas» con más de 80.000 firmas. (http://lisa.indefence.is/?PageID=1505)


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