Jérome Duval y Fátima Martín publican “La construcción europea al servicio de los mercados financieros” (Icaria)
por Enric Llopis para Rebelión
por Enric Llopis para Rebelión
Con el desplome en la bolsa de la banca europea y los principales
grupos empresariales, las sombras negras planeando sobre las cuentas
del Deutsche Bank, las grietas en los bancos italianos, el aumento de
la prima de riesgo en países como España y la presión del Eurogrupo, a
Portugal y el estado español, para que no rebajen las políticas de
austeridad, un libro recientemente publicado por Fátima Martín Gómez de
Carvallo y Jérome Duval ofrece sencillas claves para entender el
presente ya en su afilado título: “La construcción europea al servicio
de los mercados financieros”. Y más todavía en el rotundo subtítulo:
“De la CECA al TTIP. Europa antepone el capital a las personas”. El
ensayo de 94 páginas ha sido editado en enero de 2016 por en la
colección “AsaCo” de Icaria.
Cuando los medios informativos,
singularmente la prensa económica, discuten sobre las iniciativas que
deben adoptar los bancos centrales, por ejemplo, una política de tipos
negativos para estimular la demanda agregada; la “incertidumbre” de las
grandes empresas por su exposición a los mercados “emergentes”, la
presión sobre los “márgenes” de beneficio, la expectativa de fusiones,
la preocupación por los fondos de inversión “en negativo”, la
“volatilidad” en los precios del crudo y la atracción, frente al
pinchazo de la bolsas, por los “valores-refugio”, los autores
prescinden de la jerga economicista, de los envoltorios tecnocráticos, y
desnudan la realidad cruda en un puñado de páginas.
Destripan
por ejemplo una política migratoria europea “ineficaz y mortífera”, la
otra cara de los mercados financieros. Según ACNUR, al menos 3.149
personas murieron ahogados en 2014 en el Mar Mediterráneo, en su mayor
parte refugiados que procedían de Siria y Eritrea. La respuesta son
vallas y barreras –entre Grecia y Turquía; Hungría y Serbia o Bulgaria y
Turquía, entre otras-, además del ascenso de la extrema derecha, que
venció en las últimas elecciones europeas en Francia, Gran Bretaña o
Dinamarca. La agencia FRONTEX, policía de frontera de la Unión Europea,
ha aumentado su presupuesto de 19 millones de euros en 2006 a 143
millones de euros en 2015. Sin embargo, la Oficina Europea de Apoyo al
Asilo (EASO) contó en 2014 con una dotación presupuestaria de sólo 15,6
millones de euros. Amnistía Internacional confirma estas prioridades,
al señalar que entre 2007 y 2013 la UE se gastó unos 2.000 millones de
euros en el blindaje de sus fronteras, casi el triple que en apoyo a
refugiados y solicitantes de asilo.
Jérome Duval es coautor del
libro “La deuda o la vida” (Icaria), coordinado por Damien Millet y
Eric Toussaint; Fátima Martín Gómez de Carvallo es periodista, ha
trabajado en “El Confidencial” y colaborado en “Vozpópuli” y “La
Marea”. Los dos han publicado textos de manera conjunta en “Diagonal”,
“Rebelión”, “El Salmón Contracorriente” y “Libération”, entre otros
medios. Desde su constitución en 2012, forman parte de la “Plataforma
Auditoria Ciudadana de la deuda”. El libro recientemente editado puede
resumirse en unas algunas frases descarnadas. “Algo debe reemplazar a
los gobiernos y el poder privado me parece la entidad adecuada para
hacerlo”, afirmó David Rockefeller en febrero de 1999 en la revista
Newsweek. “No puede haber elección democrática contra los tratados
europeos”, sentenció en enero de 2015 el presidente de la Comisión
Europea, Jean-Claude Juncker, respecto a los comicios griegos y una
posible victoria de Syriza. Según el economista Gary Becker, quien
recibió el denominado “Premio Nobel de Economía”, “el derecho del
trabajo y la protección del medio ambiente se han vuelto excesivos en
la mayoría de los países desarrollados”.
El libro está redactado
en tono directo, pone nombres y señala a responsables. Como ejemplo de
“puertas giratorias” e influencia de los grupos de presión, los
autores citan a la European Round Table (ERT), constituida en París en
1983 por iniciativa de un comisario europeo, François-Xavier Ortoli,
que después presidiría la compañía francesa Total y la patronal
francesa CNPF; y otro comisario, Etienne Davignon, quien trabajaría
también para grandes empresas como Générale de Bélgica, Suez, BASF o
Kissinger Associates. “Los dos le pidieron al presidente de Volvo, Pehr
Gyllenhammar, que reagrupara a unos 40 grandes empresarios en la ERT”,
destacan Jérome Duval y Fátima Martín. En la primera reunión parisina
(abril de 1983) de la European Round Table participaron quince grandes
ejecutivos del viejo continente (de Thyssen, Siemens, Olivetti, Shell,
Renault, Philips, Nestlé…). El presidente de la Comisión Europea en
1985, en el cargo durante una década, Jacques Delors, no observaba
ningún problema: “Hoy los industriales invitan a los gobiernos a ir aún
más deprisa, no seré yo quien les vaya a decir lo contrario”. Un
documento de Corporate Europe Observatory indica el punto que ha
alcanzado hoy esta tendencia: el mundo financiero invierte más de 120
millones al año en Bruselas y contrata para ejercer influencia a más de
1.700 lobbistas.
Con este punto de partida, los miembros de la
“Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda” destacan las rocambolescas
cifras que justifican el título del libro. Según los cálculos del FMI,
el dinero público inyectado para el “rescate” de las entidades
financieras españolas asciende a 246.441 millones de euros. Thomas
Reuters estimó en 5,1 billones de euros los fondos públicos aportados
para “salvar” a la banca europea. Además de calificar al BCE como “el
gendarme de Europa”, el texto detalla los entresijos del Mecanismo
Europeo de Estabilidad (MEDE), instrumento que la jerigonza
burocrático-financiera define como “mecanismo permanente de crisis”
para “salvaguardar la estabilidad financiera de la zona euro”. El MEDE
permite allegar fondos a países con problemas de financiación, a cambio
de “un programa de ajustes macro”. Bajo la apariencia de “rigor”
económico, “estabilidad” financiera, “seriedad” y “saneamiento”, Fátima
Martín y Jérome Duval subrayan que el MEDE tiene su sede en
Luxemburgo, país que Tax Justice Network considera un “paraíso fiscal”.
“Al igual que ocurre en otras instituciones como el FMI -explican los
autores-, sus miembros gozan de total impunidad”. Además, este
instrumento financiero, sus bienes y activos son inmunes a cualquier
forma de procedimiento judicial. El MEDE está exento asimismo del pago
de impuestos directos.
Pese a no ocupar sus cargos en la llamada
“Troika” por elección democrática, el presidente de la Comisión
Europea, Jean Claude Juncker, percibe un salario de cerca de 357.000 de
euros brutos anuales. Mario Draghi, al frente durante ocho años del
BCE, tuvo en 2013 una remuneración algo mayor, 378.240 de euros. Los
emolumentos de la directora del FMI, Christine Lagarde, recientemente
confirmada en el cargo hasta 2021, se elevan a 380.989 de euros
anuales. Los tres organismos que integran la “Troika” han estado
cotidianamente en la diana de partidos de izquierda y movimientos
sociales. Pero el ensayo publicado por Icaria subraya además dos
informes del Parlamento Europeo que, poco antes de las elecciones a
esta institución en mayo de 2014, cuestionan parcialmente los
“rescates” de la “Troika” en Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre y
España. Entre los documentos del Parlamento, pueden extraerse las
siguientes afirmaciones: “La desigualdad en la distribución de los
ingresos ha crecido por encima de la media en los países rescatados”; o
“los recortes sociales y el creciente desempleo están aumentando los
niveles de pobreza”.
La Comisión Europea y el Ministerio de
Comercio de Estados Unidos llevan una década aplanando el camino para
certificar el acuerdo de libre comercio e inversiones (TTIP) entre la
UE y Estados Unidos. El TTIP implica “someter a los pueblos al poder de
las multinacionales”, resumen Jérome Duval y Fátima Martín, al igual
que otros acuerdos similares que tal vez se mencionen menos, como el
CETA entre la Unión Europea y Canadá (con el texto ya concluido y cuyo
proceso de ratificación se producirá en 2016) o el TISA, que se negocia
“en la más plena opacidad” entre 51 países, incluidos los 28 de la UE.
Además el TISA “pretende acelerar radicalmente la liberalización de
los servicios, también los servicios públicos esenciales”. El Tratado
de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (NAFTA), que
entró en vigor en 1994, puede suponer un precedente. Dos décadas
después, más de 15 millones de personas que dependen de la producción
de maíz han visto cómo los precios se reducen en más de un 70%. En
México, durante el mismo periodo, el patrimonio de las 14 personas más
acaudaladas se ha incrementado en un 645%, según recogen los activistas
de la “Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda”.
Por estas
razones, 230 movimientos sociales, sindicatos y asociaciones ciudadanas
presentaron una Iniciativa Europea Ciudadana contra la amenaza de los
tratados, que la Comisión Europea rechazó en septiembre de 2012. Pero
la plataforma “Stop TTIP” continúa con su labor de información y
agitación, y en octubre de 2015 salieron a la calle 250.000 personas en
Berlín contra el TTIP y el CETA. Fátima Martín y Jérome Duval
recuerdan que estos proyectos se pergeñan en una Unión Europea que
recibió el Premio Nobel de la Paz en 2012 -al igual que Obama tres años
antes- mientras los estados miembros aprobaron en 2012 licencias para
la exportación de armas por valor de casi 40.000 millones de euros. O
han participado activamente en los bombardeos de la OTAN en Libia,
Afganistán, Irak y Siria. El 19 de abril de 2015 el naufragio de un
pesquero causó la defunción de unas 900 personas en el Canal de
Sicilia. Las muertes podrían haberse evitado “si la UE hubiera lanzado
un operativo de verdad para labores de búsqueda y rescate”, denunció
Human Rights Watch.
Fuente: Rebelión