"Quien se pronuncia por el camino reformista en lugar de y en oposición a la conquista del poder político y a la revolución social no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino un objetivo diferente: en lugar de la implantación de una nueva sociedad, elige unas modificaciones insustanciales de la antigua." Rosa Luxemburgo

miércoles, 9 de marzo de 2016

Unión Europea: la tiranía de la libertad de capitales

Jérome Duval y Fátima Martín publican “La construcción europea al servicio de los mercados financieros” (Icaria)

por Enric Llopis para Rebelión

Con el desplome en la bolsa de la banca europea y los principales grupos empresariales, las sombras negras planeando sobre las cuentas del Deutsche Bank, las grietas en los bancos italianos, el aumento de la prima de riesgo en países como España y la presión del Eurogrupo, a Portugal y el estado español, para que no rebajen las políticas de austeridad, un libro recientemente publicado por Fátima Martín Gómez de Carvallo y Jérome Duval ofrece sencillas claves para entender el presente ya en su afilado título: “La construcción europea al servicio de los mercados financieros”. Y más todavía en el rotundo subtítulo: “De la CECA al TTIP. Europa antepone el capital a las personas”. El ensayo de 94 páginas ha sido editado en enero de 2016 por en la colección “AsaCo” de Icaria.

Cuando los medios informativos, singularmente la prensa económica, discuten sobre las iniciativas que deben adoptar los bancos centrales, por ejemplo, una política de tipos negativos para estimular la demanda agregada; la “incertidumbre” de las grandes empresas por su exposición a los mercados “emergentes”, la presión sobre los “márgenes” de beneficio, la expectativa de fusiones, la preocupación por los fondos de inversión “en negativo”, la “volatilidad” en los precios del crudo y la atracción, frente al pinchazo de la bolsas, por los “valores-refugio”, los autores prescinden de la jerga economicista, de los envoltorios tecnocráticos, y desnudan la realidad cruda en un puñado de páginas.

Destripan por ejemplo una política migratoria europea “ineficaz y mortífera”, la otra cara de los mercados financieros. Según ACNUR, al menos 3.149 personas murieron ahogados en 2014 en el Mar Mediterráneo, en su mayor parte refugiados que procedían de Siria y Eritrea. La respuesta son vallas y barreras –entre Grecia y Turquía; Hungría y Serbia o Bulgaria y Turquía, entre otras-, además del ascenso de la extrema derecha, que venció en las últimas elecciones europeas en Francia, Gran Bretaña o Dinamarca. La agencia FRONTEX, policía de frontera de la Unión Europea, ha aumentado su presupuesto de 19 millones de euros en 2006 a 143 millones de euros en 2015. Sin embargo, la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO) contó en 2014 con una dotación presupuestaria de sólo 15,6 millones de euros. Amnistía Internacional confirma estas prioridades, al señalar que entre 2007 y 2013 la UE se gastó unos 2.000 millones de euros en el blindaje de sus fronteras, casi el triple que en apoyo a refugiados y solicitantes de asilo.

Jérome Duval es coautor del libro “La deuda o la vida” (Icaria), coordinado por Damien Millet y Eric Toussaint; Fátima Martín Gómez de Carvallo es periodista, ha trabajado en “El Confidencial” y colaborado en “Vozpópuli” y “La Marea”. Los dos han publicado textos de manera conjunta en “Diagonal”, “Rebelión”, “El Salmón Contracorriente” y “Libération”, entre otros medios. Desde su constitución en 2012, forman parte de la “Plataforma Auditoria Ciudadana de la deuda”. El libro recientemente editado puede resumirse en unas algunas frases descarnadas. “Algo debe reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad adecuada para hacerlo”, afirmó David Rockefeller en febrero de 1999 en la revista Newsweek. “No puede haber elección democrática contra los tratados europeos”, sentenció en enero de 2015 el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, respecto a los comicios griegos y una posible victoria de Syriza. Según el economista Gary Becker, quien recibió el denominado “Premio Nobel de Economía”, “el derecho del trabajo y la protección del medio ambiente se han vuelto excesivos en la mayoría de los países desarrollados”.

El libro está redactado en tono directo, pone nombres y señala a responsables. Como ejemplo de “puertas giratorias” e influencia de los grupos de presión, los autores citan a la European Round Table (ERT), constituida en París en 1983 por iniciativa de un comisario europeo, François-Xavier Ortoli, que después presidiría la compañía francesa Total y la patronal francesa CNPF; y otro comisario, Etienne Davignon, quien trabajaría también para grandes empresas como Générale de Bélgica, Suez, BASF o Kissinger Associates. “Los dos le pidieron al presidente de Volvo, Pehr Gyllenhammar, que reagrupara a unos 40 grandes empresarios en la ERT”, destacan Jérome Duval y Fátima Martín. En la primera reunión parisina (abril de 1983) de la European Round Table participaron quince grandes ejecutivos del viejo continente (de Thyssen, Siemens, Olivetti, Shell, Renault, Philips, Nestlé…). El presidente de la Comisión Europea en 1985, en el cargo durante una década, Jacques Delors, no observaba ningún problema: “Hoy los industriales invitan a los gobiernos a ir aún más deprisa, no seré yo quien les vaya a decir lo contrario”. Un documento de Corporate Europe Observatory indica el punto que ha alcanzado hoy esta tendencia: el mundo financiero invierte más de 120 millones al año en Bruselas y contrata para ejercer influencia a más de 1.700 lobbistas.

Con este punto de partida, los miembros de la “Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda” destacan las rocambolescas cifras que justifican el título del libro. Según los cálculos del FMI, el dinero público inyectado para el “rescate” de las entidades financieras españolas asciende a 246.441 millones de euros. Thomas Reuters estimó en 5,1 billones de euros los fondos públicos aportados para “salvar” a la banca europea. Además de calificar al BCE como “el gendarme de Europa”, el texto detalla los entresijos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), instrumento que la jerigonza burocrático-financiera define como “mecanismo permanente de crisis” para “salvaguardar la estabilidad financiera de la zona euro”. El MEDE permite allegar fondos a países con problemas de financiación, a cambio de “un programa de ajustes macro”. Bajo la apariencia de “rigor” económico, “estabilidad” financiera, “seriedad” y “saneamiento”, Fátima Martín y Jérome Duval subrayan que el MEDE tiene su sede en Luxemburgo, país que Tax Justice Network considera un “paraíso fiscal”. “Al igual que ocurre en otras instituciones como el FMI -explican los autores-, sus miembros gozan de total impunidad”. Además, este instrumento financiero, sus bienes y activos son inmunes a cualquier forma de procedimiento judicial. El MEDE está exento asimismo del pago de impuestos directos.

Pese a no ocupar sus cargos en la llamada “Troika” por elección democrática, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, percibe un salario de cerca de 357.000 de euros brutos anuales. Mario Draghi, al frente durante ocho años del BCE, tuvo en 2013 una remuneración algo mayor, 378.240 de euros. Los emolumentos de la directora del FMI, Christine Lagarde, recientemente confirmada en el cargo hasta 2021, se elevan a 380.989 de euros anuales. Los tres organismos que integran la “Troika” han estado cotidianamente en la diana de partidos de izquierda y movimientos sociales. Pero el ensayo publicado por Icaria subraya además dos informes del Parlamento Europeo que, poco antes de las elecciones a esta institución en mayo de 2014, cuestionan parcialmente los “rescates” de la “Troika” en Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre y España. Entre los documentos del Parlamento, pueden extraerse las siguientes afirmaciones: “La desigualdad en la distribución de los ingresos ha crecido por encima de la media en los países rescatados”; o “los recortes sociales y el creciente desempleo están aumentando los niveles de pobreza”.

La Comisión Europea y el Ministerio de Comercio de Estados Unidos llevan una década aplanando el camino para certificar el acuerdo de libre comercio e inversiones (TTIP) entre la UE y Estados Unidos. El TTIP implica “someter a los pueblos al poder de las multinacionales”, resumen Jérome Duval y Fátima Martín, al igual que otros acuerdos similares que tal vez se mencionen menos, como el CETA entre la Unión Europea y Canadá (con el texto ya concluido y cuyo proceso de ratificación se producirá en 2016) o el TISA, que se negocia “en la más plena opacidad” entre 51 países, incluidos los 28 de la UE. Además el TISA “pretende acelerar radicalmente la liberalización de los servicios, también los servicios públicos esenciales”. El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (NAFTA), que entró en vigor en 1994, puede suponer un precedente. Dos décadas después, más de 15 millones de personas que dependen de la producción de maíz han visto cómo los precios se reducen en más de un 70%. En México, durante el mismo periodo, el patrimonio de las 14 personas más acaudaladas se ha incrementado en un 645%, según recogen los activistas de la “Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda”.

Por estas razones, 230 movimientos sociales, sindicatos y asociaciones ciudadanas presentaron una Iniciativa Europea Ciudadana contra la amenaza de los tratados, que la Comisión Europea rechazó en septiembre de 2012. Pero la plataforma “Stop TTIP” continúa con su labor de información y agitación, y en octubre de 2015 salieron a la calle 250.000 personas en Berlín contra el TTIP y el CETA. Fátima Martín y Jérome Duval recuerdan que estos proyectos se pergeñan en una Unión Europea que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2012 -al igual que Obama tres años antes- mientras los estados miembros aprobaron en 2012 licencias para la exportación de armas por valor de casi 40.000 millones de euros. O han participado activamente en los bombardeos de la OTAN en Libia, Afganistán, Irak y Siria. El 19 de abril de 2015 el naufragio de un pesquero causó la defunción de unas 900 personas en el Canal de Sicilia. Las muertes podrían haberse evitado “si la UE hubiera lanzado un operativo de verdad para labores de búsqueda y rescate”, denunció Human Rights Watch. 

Fuente: Rebelión