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Michel Husson |
Contribución al debate sobre Grecia
por Michel Husson
La rendición del gobierno de Tsipras a las imposiciones de la troika
constituye una dolorosa derrota para quienes somos partidarios de una
alternativa a la austeridad neoliberal en Europa. Recordemos brevemente,
aunque sea de forma desordenada, las razones de esta derrota:
subestimar la agresividad de las «instituciones», esa mezcla de
fanatismo económico y de voluntad política para machacar una
alternativa; no haber preparado las condiciones materiales para una
ruptura que pasaba, sobre todo, por la suspensión unilateral del pago de
la deuda;
la no construcción de la relación de fuerzas ideológica interna
necesaria para esta ruptura; la incapacidad de asumir el “no” del
referéndum, al llevar a adoptar, en la lógica de una unión nacional,
medidas que el propio gobierno había planteado a la población rechazar
[en el referéndum]; y la ausencia de gobiernos que se alinearan en la
misma perspectiva y el débil apoyo de los movimientos sociales.
A través de esa constatación, a menudo se llega a la conclusión de
que, a fin de cuentas, en la zona euro no es posible desarrollar una
política alternativa. Para Stathis Kouvelakis, «está claro que querer
romper con las políticas neoliberales, ultraausteritarias y de
los»memorándum«en el marco de la zona euro pone de manifiesto una
ilusión que cuesta muy caro». La idea del «buen euro» y de «hacer que
cambie Europa», el rechazo obstinado a un plan B y el encerrarse en un
proceso agotador de pseudonegociaciones han conducido al desastre más
grande de la izquierda que lucha por la transformación social en Europa
tras el hundimiento de la URSS« |1|.
Jacques Sapir llega a la misma conclusión: «en realidad, no es
posible modificar la UE desde dentro. La Izquierda Radical debe fijarse
como primer objetivo la ruptura, al menos con las instituciones cuyo
contenido semicolonial es predominante: es decir, el euro, y debe pensar
construir alianzas políticas a partir de ese objetivo. Para ella ha
llegado la hora de optar: habrá que romper [con el euro] o perecer» |2|.
Es posible que hoy en día en Grecia no haya otra alternativa que el
Grexit. Se puede discutir. Pero de ahí no se puede llegar a la
conclusión de que es necesaria una revisión estratégica para el conjunto
de Europa. Esta opción binaria -o claudicar, de una forma u otra, o el
Grexit- constituye un atajo que borra de un plumazo los elementos
intermedios que actúan en la construcción de una relación de fuerzas.
En efecto, durante mucho tiempo el debate se ha planteado a menudo en
esos términos. Actualmente, a la luz de la experiencia griega, son
muchos quienes se apuntan a la salida del euro como la única alternativa
posible. Pero, una vez más, se mezclan dos debates: el primero tiene
que ver con la situación griega al día de hoy, y el segundo, es más
general y se refiere a la estrategia de ruptura para Europa.
Voy a comenzar con un comentario realizado sobre mi artículo La economía política del crimen |3|:
«Interesante, pero entonces ¿por qué usted se pronuncia siempre contra
la salida del euro? Parece que le ha llevado tiempo comprender que el
euro y los planes de ajuste impuesto a Grecia van de la mano. Su punto
de vista no es coherente». La cuestión es que yo no he estado nunca
«contra la salida del euro», como queda de manifiesto, entre otras
contribuciones, en este resumen de un artículo publicado en 2011: «En
este esquema, la salida del euro no constituye, una precondición. Al
contrario es un arma que se puede utilizar como último recurso. La
ruptura se debería realizar fundamentalmente en torno a dos puntos que
permitirían obtener un margen de maniobra real: la nacionalización de la
banca y la anulación de la deuda» |4|.
Como todo el mundo reconoce, la cuestión clave para Grecia es el
carácter no sostenible de la deuda. En base a ello, la medida
prioritaria a adoptar es la moratoria unilateral de la misma, seguida de
su anulación total o parcial. ¿Pero qué tiene que ver esto con la
salida del euro? Jamás he llegado a entender como se puede establecer
una vínculo lógico entre esas dos medidas.
Supongamos que Grecia sale del euro. Primer supuesto: continua
pagando la deuda. Se dirá que es absurdo, pero muchos de los que abogan
por la salida del euro, aunque resulte extraño, no excluyen en absoluto
esta posibilidad. Si la deuda debe ser reembolsada en euros, su valor
real (en dracmas) aumentará en relación a la devaluación.
Si fuese reembolsada en dracmas, equivaldría a una anulación parcial
(por ejemplo, del 20 % si el dracma se hubiera devaluado en un 20 %);
pero esta posibilidad no existe jurídicamente: la lex monetae no se
aplica.
De todos modos, los acreedores no aceptarían una reducción semejante
sin reaccionar y adoptar represalias, más allá de especular contra la
nueva moneda. Lo mismo ocurre en el segundo caso en el que la salida del
euro iría acompañada -lógicamente- de una anulación, tota o parcial, de
la deuda. Como señala John Milios |5|,
es fácil imaginar «la situación en la que Grecia, una vez fuera del
euro, no podría encontrar reservas necesarias para mantener el tipo de
cambio de su nueva moneda y debería pedir prestado en la zona euro o en
otros lugares. Pero en la fase actual del capitalismo, cualquier
préstamo conduce a un programa de austeridad. Así pues, ¿quién
financiará al país para poder mantener el tipo de cambio de la nueva
moneda?»
Los acreedores estarán presentes siempre y el paso al dracma les
otorgará un baza importante. Una baza que solo dejaría de ser eficaz si
el comercio exterior de Grecia fuera equilibrado. Este es el segundo
argumento a favor de la salida del euro: gracias a la devaluación, las
exportaciones griegas aumentarán y el comercio exterior se equilibraría
de forma permanente.
Ahora bien, este esquema no toma en consideración dos elementos. El primero, la dependencia de la economía griega |6|:
toda recuperación de la actividad se traduciría en un incremento
notable de las importaciones, sobre todo, de productos alimenticios,
medicamentos y petróleo (cuyos precios serán más caros debido a la
devaluación). Se puede y, evidentemente, es necesario imaginar políticas
industriales que reduzcan esta dependencia, pero sus efectos no serían
inmediatos.
La segunda cuestión tiene que ver con el comportamiento de los
capitalistas cuya prioridad es el restablecimiento de sus beneficios. La
experiencia reciente muestra que la reducción de salarios en Grecia no
se ha traducido en una reducción de precios sino en un aumento de los
márgenes de beneficios en el sector de la exportación, hasta el punto
punto que la Comisión Europea se planteaba interrogantes en torno a las
«ausentes»· exportaciones griegas |7|.
Este punto es importante: al hacer de la divisa el alfa y omega de
problema griego, se entra en un callejón sin salida en lo que tiene que
ver con las relaciones de clases en la sociedad griega. Por
consiguiente, la salida del euro, en sí misma, no pone en cuestión la
estructura oligárquica.
La otra ventaja de una salida del euro sería posibilitar que el Banco Central
financiase el déficit público; es decir, al margen de los mercados
financieros. Pero ahí también, la salida del euro no constituye la
condición previa a la búsqueda de otros modos de financiación. La
nacionalización de los bancos, con una cuota impuesta de títulos
públicos, sería otro canal de financiación posible, al igual que la
confiscación del Banco central. Esto constituiría otra forma de ruptura
que no tendría nada que ver con la exigencia de un «buen euro».
Los partidarios de la salida del euro han logrado encerrar el debate
en torno a la siguiente opción binaria: el «buen euro» idílico o la
salida del euro; escurrirse por debajo de la mesa o ponerla patas
arriba; no hacer del euro un tabú (¿pero sí un tótem?), etc. Que el balance
de la experiencia griega conduzca a encerrar el debate estratégico en
esa opción binaria resulta comprensible, pero la cuestión es más
compleja.
No existe una salida fácil a la situación dramática en la que
actualmente se encuentra Grecia. Puede ser que actualmente una salida
del euro fuera para Grecia menos costosa que la aplicación del tercer
memorándum que se avecina, que es más monstruoso aún que los dos
anteriores. Pero no se trata de un camino de rosas y es necesario
confesarlo de forma honesta. En segundo lugar, el riesgo es de hacer de
ello la solución a todos los problemas de la economía griega, tengan que
ver con la estructura productiva o el poder de la oligarquía.
La salida del euro se presenta casi siempre como una varita mágica
que permite escapar a la dominación del capitalismo financiero, así como
a las contradicciones internas entre capital y trabajo. Como si la
salida del euro equivaliera a la salida de las políticas neoliberales.
¿Es que las grandes firmas y los ricos griegos van a abandonar la
evasión fiscal por arte de birlibirloque? ¿Por qué regla de tres van a
aceptar los armadores financiar las pensiones?
La fijación sobre la cuestión de la moneda resulta peligrosa en la
medida en que desplaza a un segundo plano toda una serie de cuestiones
que tienen que ver con las relaciones entre las clases y que van más
allá de las fronteras. Grecia no es una «nación proletaria» sometida al
yugo del euro; es una formación social estructurada por relaciones de
clase. La suma total de los capitales huidos desde hace 10 años es tan
grande como el total de la deuda griega, lo que no tiene nada que ver
con el euro. Y la vuelta al dracma no cambiará nada. Peor aún, permitirá
a los evasores fiscales repatriar sus capitales obteniendo una
plusvalía proporcional a la tasa de devaluación.
Los partidarios de la salida del euro afirmarán aún que ellos también
están a favor de la reforma fiscal y de otras medidas. Pero esos
elementos del programa se relegan a un segundo plano y, además, es
imposible demostrar que la salida del euro facilitaría su puesta en
práctica. Más que reprochar a Tsipras el no haber preparado un plan B
asimilado a la salida del euro, sería mejor reprocharle el no haber
establecido, desde el primer día, un control de capitales, cosa que no
hizo para mostrar su buena voluntad a las instituciones (troika).
Los argumentos a favor de la salida del euro se basan, en última
instancia, en la fórmula definida por Jacques Sapir en una reciente
tribuna: «las cuestiones del cambio de moneda y de la suspensión de
pagos están íntimamente relacionadas» |8|. En relación al Grexit, plantea los siguientes problemas a resolver:
- Las reservas del Banco Central
- La liquidez de la banca
- La deuda
- Los bancos comerciales
Y subraya que es «muy importante que el gobierno griego anuncie la
suspensión de pagos de la deuda al mismo tiempo que anuncia que el euro
no es moneda de curso legal en su territorio.»
Es la simultaneidad entre suspensión del pago de la deuda y abandono
del euro la que es discutible. La lógica razonaría según una secuencia
diferente: de entrada, la suspensión del pago de la deuda, porque es la
condición necesaria para una reorientación de la economía griega, y,
después, las medidas de acompañamiento que se derivarían de ello:
nacionalización de bancos, confiscación del Banco Central, control de
capitales y creación eventual de una moneda paralela. Es un programa
coherente que implica rupturas fundamentales con las reglas de juego
europeas, pero que no exige a priori la salida del euro.
La salida del euro no constituye en sí mismo un programa; no es más
que un instrumento a utilizar en caso de necesidad, y es necesario
demostrar esa necesidad, más allá del encantamiento. La fetichización de
la moneda desequilibra la construcción de un programa como el
enunciado, da rienda suelta a ilusiones sobre el «buen dracma» que valen
lo mismo que las, imaginarias, sobre el «buen euro» y solapa los
problemas sociales tras una lógica nacional-monetaria.
John Milios, el antiguo «economista jefe» de Syriza, lo explica muy
bien. «No hay ninguna razón para que las movilizaciones sociales que se
oponen al neoliberalismo y al capitalismo dejen de existir porque Grecia
continúa en el euro. Si fuera el caso, podría ser necesaria una nueva
moneda para apoyar esta nueva vía. Pero nosotros tenemos que partir de
esas movilizaciones y no al contrario. Por ello creo que la cuestión de
la salida del euro es secundaria. Desde un punto de vista no teórica
sino político (cómo modificar las relaciones de fuerza políticas y
sociales) considero el euro como un problema falso. No participo en los
debates sobre la moneda porque desplazan la cuestión principal que es
cómo derrotar la estrategia a largo plazo, a favor de la austeridad, de
los capitalistas griegos y europeos.» |9|
Ver en línea : http://vientosur.info/spip.php?arti...
Versión original: http://alencontre.org/europe/grece/la-bonne-drachme-modeste-contribution-au-debat-sur-la-grece.html
Traducción: VIENTO SUR
Traducción: VIENTO SUR
Notas:
|1| Stathis Kouvelakis,»Il faut s’opposer à ceux qui mènent la Grèce et la gauche grecque à la capitulation", 24 de julio de 2015.
|2| Jacques Sapir, «La Grèce, la gôche, la gauche», El Correo, 25 de julio de 2015.
|3| Michel Husson, «La economía política del crimen» en http://www.vientosur.info/spip.php?.... NB. Como he estado implicado de forma directa en el debate griego en tanto que miembro de la Comisión por la verdad sobre la deuda griega, aquí me expreso en primera persona.
|4| Michel Husson, "Euro : ¿Salir o no salir?, en http://vientosur.info/spip.php?arti...
|5| John Milios, «Ils pensaient pouvoir gouverner de la même façon qu’avant la crise», A l’encontre, 22 juillet 2015.
|6| Michel Husson, «Grèce : une économie dépendante et rentière», A l’encontre, 12 Mars 2015 ; George Economakis, Maria Markaki, Alexios Anastasiadis, «Structural Analysis of the Greek Economy», Review of Radical Political Economics, Vol. 47(3), 2015.
|7| Uwe Böwer, Vasiliki Michou, Christoph Ungerer «The Puzzle of the Missing Greek Exports», European Economy, 2014.
|8| Jacques Sapir, «Les conditions d’un»Grexit«», 11 juillet 2015.
|9| John Milios, ya citado.
|2| Jacques Sapir, «La Grèce, la gôche, la gauche», El Correo, 25 de julio de 2015.
|3| Michel Husson, «La economía política del crimen» en http://www.vientosur.info/spip.php?.... NB. Como he estado implicado de forma directa en el debate griego en tanto que miembro de la Comisión por la verdad sobre la deuda griega, aquí me expreso en primera persona.
|4| Michel Husson, "Euro : ¿Salir o no salir?, en http://vientosur.info/spip.php?arti...
|5| John Milios, «Ils pensaient pouvoir gouverner de la même façon qu’avant la crise», A l’encontre, 22 juillet 2015.
|6| Michel Husson, «Grèce : une économie dépendante et rentière», A l’encontre, 12 Mars 2015 ; George Economakis, Maria Markaki, Alexios Anastasiadis, «Structural Analysis of the Greek Economy», Review of Radical Political Economics, Vol. 47(3), 2015.
|7| Uwe Böwer, Vasiliki Michou, Christoph Ungerer «The Puzzle of the Missing Greek Exports», European Economy, 2014.
|8| Jacques Sapir, «Les conditions d’un»Grexit«», 11 juillet 2015.
|9| John Milios, ya citado.