por la Marcha Mundial de las Mujeres
¡Rana Plaza está en todas partes!
Nosotras, militantes de la Marcha Mundial de las Mujeres, unidas en solidaridad, estamos juntas para denunciar la codicia capitalista y el patriarcado que explotan y expropian los cuerpos de las mujeres y su trabajo productivo. El 24 de Abril, recordamos la masacre de Rana Plaza en Bangladesh cuando alrededor de 1000 mujeres resultaron heridas o perdieron sus vidas en 2013 debido al hundimiento del edificio donde trabajaban, hacinadas, en condiciones inhumanas a cambio de un salario inmoral.
¡Rana Plaza está en todas partes!
Nosotras, militantes de la Marcha Mundial de las Mujeres, unidas en solidaridad, estamos juntas para denunciar la codicia capitalista y el patriarcado que explotan y expropian los cuerpos de las mujeres y su trabajo productivo. El 24 de Abril, recordamos la masacre de Rana Plaza en Bangladesh cuando alrededor de 1000 mujeres resultaron heridas o perdieron sus vidas en 2013 debido al hundimiento del edificio donde trabajaban, hacinadas, en condiciones inhumanas a cambio de un salario inmoral.
Nos solidarizamos con las familias de las víctimas, y alzamos
nuestras voces bien alto, para ser oídas y para denunciar que cada día,
en los cinco continentes, las causas que produjeron este desastre se
repiten. Las mujeres sufren estas consecuencias en las plantaciones de
té, café y flores en África, en zonas manufactureras de Asia, en la
empresa textil en el Este de Europa, en las maquiladoras de América,
etc.
Las mujeres somos víctimas cada día de la avaricia del sistema
capitalista, que pone en la cumbre de sus prioridades la maximización de
los beneficios, por encima del bienestar de las personas, de los
derechos humanos, del respeto a la naturaleza, etc. Sufrimos
discriminación en el mercado laboral, la invisibilización de los
cuidados que desempeñamos, condiciones de trabajo inhumanas, dobles
jornadas, etc. Las mujeres sufrimos mucho más con la precarización de
los servicios públicos y de los servicios sociales, que fragilizan el
estado de bienestar y que aumentan la carga de cuidados sobre nuestras
espaldas.
Las mujeres sufrimos la usurpación de nuestras tierras, que son el
sustento de nuestras familias, por la avaricia de grandes empresas
transnacionales, que especulan con tierras y materias primas, expoliando
sin piedad los recursos naturales de nuestros territorios.
Las mujeres sufrimos diariamente el control sobre nuestros cuerpos,
por parte de la sociedad, de grupos ultraconservadores y
fundamentalistas religiosos. En nombre de la tradición, de los valores
morales-religiosos y la cultura, cada día vemos ultrajados nuestros
derechos sexuales y reproductivos, nuestro derecho al placer sexual y la
libertad de decisión sobre nuestros cuerpos, nuestra salud y nuestro
futuro.
Las mujeres sufrimos de forma más aguda las consecuencias del aumento
de la violencia, la inestabilidad y los conflictos. Notamos con extrema
preocupación y rabia cómo la violación sigue siendo usada como arma de
Guerra, cómo proliferan los casos de abusos y violencia contra mujeres y
niñas: raptos (como el caso de las más de 200 niñas raptadas en Nigeria
por un grupo terrorista), tráfico sexual, esclavitud,
matrimoniosforzados, etc. Y como consecuencia, como se feminizan los
desplazamientos masivos de población civil, la pobreza y el VIH-Sida.
Al mismo tiempo, defendemos nuestro derecho a la autonomía de
nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, así como el derecho a separar la
sexualidad de la maternidad, y nuestro derecho a decidir si/cuándo tener
hijos-as. Reafirmamos la visión que entiende nuestra sexualidad como
socialmente construida y a nosotras mismas como sujetas que activamente
rechazan la heteronormatividad y defienden el derecho a vivir nuestra
sexualidad libre de coerción, estereotipos y relaciones de poder.
Con nuestras raíces en el feminismo, defendemos la sostenibilidad de
la vida humana como el principio orientador de un nuevo paradigma que
debe estar basado en relaciones dinámicas y armónicas entre humanidad y
naturaleza, así como entre los seres humanos. Por ello, es fundamental
aplicar cambios reales en los modos de producción y reproducción, así
como los patrones de consumo para concebir un nuevo y más amplio
significado del concepto trabajo. Este nuevo concepto debe reconocer el
trabajo de las mujeres y mantener un equilibrio entre el trabajo
productivo y reproductivo, en el que éste último sea también compartido
con los hombres y con el Estado.
Por todas estas razones, porque el mundo necesita la lucha feminista,
hoy unimos nuestras voces y esfuerzos colectivos para crear una cadena
de acciones alrededor del mundo. Durante una hora, empezando al
mediodía, del Este al Oeste, de Oceanía a Américas, las activistas de la
Marcha Mundial de las Mujeres organizan diferentes acciones para
conectar nuestras luchas locales a la causa global contra la dominación
del capitalismo patriarcal.
Estaremos en marcha hasta que seamos todas libres!!!