Indignadas e indignados del mundo entero: Unámonos
por Eric Toussaint,
El porvenir de la primavera árabe, del movimiento de los Indignados y de Occupy Wall Street es muy difícil de predecir.
La rebelión en Túnez o en Egipto corre el riesgo de acabar en una transición parecida a la ocurrida en Latinoamérica, Filipinas o Corea al final de las dictaduras durante los años ochenta, o en África del Sur en los años noventa, sin hablar de otros Estados del África subsahariana: la estabilización de un régimen burgués neoliberal. La época es diferente, las características del mundo musulmán son particulares, los retos geoestratégicos —particularmente con respecto a Egipto y al Próximo Oriente, menores en el caso de Túnez— tendrán su peso, la historia es un proceso abierto. La capacidad de desarrollar la autoorganización de los oprimidos será decisiva.
Para el movimiento Occupy Wall Street, y sus equivalentes en el resto del territorio estadounidense, ¿la fase actual de represión unida a la entrada del invierno acabará con él? ¿Las tentativas del partido demócrata de lanzar una OPA con éxito al OWS, con la perspectiva de las presidenciales de 2012, conseguirán dividirlo?
Respecto al movimiento de los Indignados europeos, dejando de lado Grecia, donde el movimiento se enfrenta directamente al gobierno, veremos si se consolida en España, retoma fuerzas en Portugal, logra implantarse en Italia, donde acaba de empezar, llegará finalmente Irlanda y a otros países de Europa. En los casos griego, español y portugués, cuando nació el movimiento, los socialistas estaban en el poder y gobernaban a beneficio de los bancos responsables de la crisis aplicando políticas neoliberales. Después, la derecha volvió al gobierno gracias a unas elecciones y está totalmente decidida a imponer una cura todavía más drástica de austeridad. En Grecia, el retorno de la derecha se realizó sin elecciones mediante la implantación de un gobierno de unión nacional entre el PASOK, la derecha y la extrema derecha. El contexto político ha cambiado, ¿el movimiento de los indignados recuperará sus fuerzas, entrará directamente en conflicto con estos gobiernos? La respuesta a estas cuestiones será determinante para la capacidad de afrontar la profundización de la crisis. ¿El pueblo irlandés saldrá de su letargo? ¿Nacerá un movimiento irlandés de Indignados? Los movimientos sociales italianos tuvieron un papel determinante al comienzo de los años 2000, durante la fase ascendente del movimiento antiglobalización y del Foro Social europeo y mundial. Luego se produjo un reflujo, en algunos casos por una adaptación a la política socioliberal del gobierno de Romano Prodi y en otros por la desmoralización producida por el retorno de Silvio Berlusconi. ¿Qué pasará con el gobierno de gestión de Mario Monti y la tutela parcial de Italia por la Comisión Europea y el FMI? ¿El movimiento de los Indignados encontrará una fórmula particular a la italiana en 2012 o la resistencia pasará principalmente por otros canales? En Francia, donde hubo un poderoso movimiento social en 2010 en defensa de las pensiones, y que en 2011 permaneció al margen de los Indignados, ¿arraigará un movimiento de este tipo cuando la nueva dosis de austeridad entre totalmente en aplicación, ya sea con Nicolas Sarkozy o con el socialista François Hollande? ¿Y qué pasará en Gran Bretaña, Alemania, Bélgica…?
Si la crisis de los bancos privados se traduce en nuevas quiebras, siguiendo los pasos del banco franco-belga Dexia, en octubre de 2011, ¿cuál será el efecto sobre las poblaciones?
De todas maneras, gracias a la primavera árabe, a los movimientos de los Indignados y a Occupy Wall Street, el balance del año 2011 es evidentemente positivo para los movimientos sociales en lucha. Hubo pueblos que se liberaron de dictaduras en África del Norte, mientras que en Estados Unidos no es el Tea Party el que centra la atención sino Occupy Wall Street, y en muchos países de Europa se organiza la resistencia a gran escala, tomando nuevos caminos…
Una cosa es cierta, el problema de la deuda constituirá, cada vez más, la piedra angular del combate para resistir a los planes de austeridad y a la prosecución de la destrucción de las conquistas sociales. El reembolso de la deuda pública constituye el pretexto para imponer la austeridad y al mismo tiempo un potente mecanismo de transferencia de ingresos de los de abajo hacia los de arriba (del 99 % en beneficio del 1 %). El combate para romper el círculo infernal de la deuda es vital. Si no se hace una campaña frontal, hay pocas posibilidades que se pueda vencer la próxima oleada de ofensivas neoliberales. Además, en países como España o Irlanda, donde el estallido de la burbuja inmobiliaria afectó a cientos de miles de familias, la anulación de la deuda hipotecaria y la garantía del derecho a la vivienda decente se convierten en cuestiones centrales. En varios países (Grecia, Francia, España, Portugal, Irlanda, Italia…), la creación de colectivos para una auditoría ciudadana de la deuda es un paso adelante para reforzar la dinámica del movimiento de los Indignados allí donde ya existe y para pasar a la contraofensiva a escala europea.
Indignadas e indignados de todo el mundo: ¡Unámonos!
La rebelión en Túnez o en Egipto corre el riesgo de acabar en una transición parecida a la ocurrida en Latinoamérica, Filipinas o Corea al final de las dictaduras durante los años ochenta, o en África del Sur en los años noventa, sin hablar de otros Estados del África subsahariana: la estabilización de un régimen burgués neoliberal. La época es diferente, las características del mundo musulmán son particulares, los retos geoestratégicos —particularmente con respecto a Egipto y al Próximo Oriente, menores en el caso de Túnez— tendrán su peso, la historia es un proceso abierto. La capacidad de desarrollar la autoorganización de los oprimidos será decisiva.
Para el movimiento Occupy Wall Street, y sus equivalentes en el resto del territorio estadounidense, ¿la fase actual de represión unida a la entrada del invierno acabará con él? ¿Las tentativas del partido demócrata de lanzar una OPA con éxito al OWS, con la perspectiva de las presidenciales de 2012, conseguirán dividirlo?
Respecto al movimiento de los Indignados europeos, dejando de lado Grecia, donde el movimiento se enfrenta directamente al gobierno, veremos si se consolida en España, retoma fuerzas en Portugal, logra implantarse en Italia, donde acaba de empezar, llegará finalmente Irlanda y a otros países de Europa. En los casos griego, español y portugués, cuando nació el movimiento, los socialistas estaban en el poder y gobernaban a beneficio de los bancos responsables de la crisis aplicando políticas neoliberales. Después, la derecha volvió al gobierno gracias a unas elecciones y está totalmente decidida a imponer una cura todavía más drástica de austeridad. En Grecia, el retorno de la derecha se realizó sin elecciones mediante la implantación de un gobierno de unión nacional entre el PASOK, la derecha y la extrema derecha. El contexto político ha cambiado, ¿el movimiento de los indignados recuperará sus fuerzas, entrará directamente en conflicto con estos gobiernos? La respuesta a estas cuestiones será determinante para la capacidad de afrontar la profundización de la crisis. ¿El pueblo irlandés saldrá de su letargo? ¿Nacerá un movimiento irlandés de Indignados? Los movimientos sociales italianos tuvieron un papel determinante al comienzo de los años 2000, durante la fase ascendente del movimiento antiglobalización y del Foro Social europeo y mundial. Luego se produjo un reflujo, en algunos casos por una adaptación a la política socioliberal del gobierno de Romano Prodi y en otros por la desmoralización producida por el retorno de Silvio Berlusconi. ¿Qué pasará con el gobierno de gestión de Mario Monti y la tutela parcial de Italia por la Comisión Europea y el FMI? ¿El movimiento de los Indignados encontrará una fórmula particular a la italiana en 2012 o la resistencia pasará principalmente por otros canales? En Francia, donde hubo un poderoso movimiento social en 2010 en defensa de las pensiones, y que en 2011 permaneció al margen de los Indignados, ¿arraigará un movimiento de este tipo cuando la nueva dosis de austeridad entre totalmente en aplicación, ya sea con Nicolas Sarkozy o con el socialista François Hollande? ¿Y qué pasará en Gran Bretaña, Alemania, Bélgica…?
Si la crisis de los bancos privados se traduce en nuevas quiebras, siguiendo los pasos del banco franco-belga Dexia, en octubre de 2011, ¿cuál será el efecto sobre las poblaciones?
De todas maneras, gracias a la primavera árabe, a los movimientos de los Indignados y a Occupy Wall Street, el balance del año 2011 es evidentemente positivo para los movimientos sociales en lucha. Hubo pueblos que se liberaron de dictaduras en África del Norte, mientras que en Estados Unidos no es el Tea Party el que centra la atención sino Occupy Wall Street, y en muchos países de Europa se organiza la resistencia a gran escala, tomando nuevos caminos…
Una cosa es cierta, el problema de la deuda constituirá, cada vez más, la piedra angular del combate para resistir a los planes de austeridad y a la prosecución de la destrucción de las conquistas sociales. El reembolso de la deuda pública constituye el pretexto para imponer la austeridad y al mismo tiempo un potente mecanismo de transferencia de ingresos de los de abajo hacia los de arriba (del 99 % en beneficio del 1 %). El combate para romper el círculo infernal de la deuda es vital. Si no se hace una campaña frontal, hay pocas posibilidades que se pueda vencer la próxima oleada de ofensivas neoliberales. Además, en países como España o Irlanda, donde el estallido de la burbuja inmobiliaria afectó a cientos de miles de familias, la anulación de la deuda hipotecaria y la garantía del derecho a la vivienda decente se convierten en cuestiones centrales. En varios países (Grecia, Francia, España, Portugal, Irlanda, Italia…), la creación de colectivos para una auditoría ciudadana de la deuda es un paso adelante para reforzar la dinámica del movimiento de los Indignados allí donde ya existe y para pasar a la contraofensiva a escala europea.
Indignadas e indignados de todo el mundo: ¡Unámonos!