por Mike Krolikowski, Yvette Krolikowski, Damien Millet
CADTM Francia
El 9 de abril de 2011, los islandeses se han negado, por cerca de un 60%, a pagar por asumir los errores de quienes han llevado su país al abismo. Una vez más han rechazado mediante referéndum el acuerdo Icesave, que prevé que el Estado indemnice a los centenares de miles de ahorradores británicos y holandeses que han perdido dinero en la quiebra de este banco “en línea” en 2008. Han confirmado por tanto el primer "No" pronunciado en marzo de 2010, lo que irrita extremadamente tanto al gobierno islandés, como a los gobiernos británico y holandés, a la Unión Europea, a los banqueros y los promotores de la mundialización neoliberal.
Todos estos altos responsables no ven ningún inconveniente en que un banco on line llamado Icesave proponga tasas alucinantes para atraer a los clientes, que ciudadanos británicos y holandeses atraídos por la promesa de ganancias fáciles inviertan en él en todo conocimiento de causa, que Londres y Amsterdam vengan a enjugar las pérdidas de estos especuladores cuando una crisis de gran amplitud estalla provocando la quiebra del banco, y luego que esos gobiernos se vuelvan contra el Estado islandés para que tome a su cargo los 3,8 millardos de euros que han gastado, y que la primera ministra islandesa esté de acuerdo en imponer esta purga a su país. Muy felizmente, el pueblo islandés ha dicho que no una vez más.
Todos estos altos responsables no ven ningún inconveniente en que un banco on line llamado Icesave proponga tasas alucinantes para atraer a los clientes, que ciudadanos británicos y holandeses atraídos por la promesa de ganancias fáciles inviertan en él en todo conocimiento de causa, que Londres y Amsterdam vengan a enjugar las pérdidas de estos especuladores cuando una crisis de gran amplitud estalla provocando la quiebra del banco, y luego que esos gobiernos se vuelvan contra el Estado islandés para que tome a su cargo los 3,8 millardos de euros que han gastado, y que la primera ministra islandesa esté de acuerdo en imponer esta purga a su país. Muy felizmente, el pueblo islandés ha dicho que no una vez más.
Confesamos que las caras de derrota de quienes pensaban que el pueblo iba a aceptar lo inaceptable han sido bastante divertidas. El Reino Unido y los Países Bajos, "muy decepcionados", reiniciarán el procedimiento judicial ante la Autoridad de Vigilancia de la Asociación Europea de Libre Cambio (AELC). Según el ministro holandés de Finanzas: "El tiempo de las negociaciones se ha acabado, Islandia sigue teniendo la obligación de devolver el dinero, la cuestión en adelante está en manos de los tribunales". Por parte del gobierno islandés: "El resultado del referéndum no afectará al comienzo de los pagos por la sociedad Landsbanki Islands hf (casa madre de Icesave) a los acreedores prioritarios -incluyendo a las autoridades británicas y holandesas". El pueblo se ha expresado; ahora es instructivo seguir el nivel de respeto de esta decisión. Pero para comprender cómo Islandia ha llegado ahí, se impone una vuelta atrás.
Del paraíso al infierno
Vista del exterior, Islandia, que figuraba en primer lugar del índice de desarrollo humano del PNUD en 2007, muy lejos por delante de los países de ortodoxia neoliberal como los Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, parecía un pequeño paraíso. Con una esperanza de vida entre las más elevadas del mundo, un paro casi inexistente, las condiciones difíciles de las poblaciones del Tercer Mundo parecían muy lejanas para los 320.000 islandeses. Sin embargo, la deuda pública del país había subido precipitadamente desde 2003, fecha de la terminación de la privatización de los bancos. En el curso de los últimos años, está claro que el recurso a préstamos a corto plazo se ha multiplicado.
Hoy, en este pequeño país que vive de la pesca del bacalao, de un poco de aluminio, del turismo, de algunos corderos y de mucha geotermia, más de una tercera parte de las familias está sobreendeudada. En fase con la ideología dominante, el gobierno había incitado a las familias a convertirse en propietarias de su vivienda. Pero la catástrofe acechaba. Desde los años 1980, todos los préstamos estaban indexados con los precios, pero no con los salarios. La devaluación de la moneda islandesa (krona, corona): un 50% en 2008, y una inflación de dos cifras iban a llevar a los islandeses al precipicio. Reikiavik encuentra hoy preocupaciones comparables a las de las capitales situadas en la parte baja de la clasificación del PNUD: carencia de liquidez, negociaciones difíciles con acreedores intratables, primas de riesgo muy elevadas, notación degradada por las agencias como Fitch o Standard&Poor´s, intervención del FMI, prestamista en última instancia.
Todo comenzó con un sistema financiero que tenía como prioridad absoluta la libre circulación de los capitales, como consecuencia de la revolución neoliberal de los años Reagan-Thatcher en el giro de los años 1980. Allí donde fue aplicada, las desigualdades aumentaron enormemente. Islandia también participó en esa tendencia fuerte, particularmente a partir de 1999 cuando el gobierno islandés comenzó a privatizar el sector bancario. Ya en la minicrisis de 2006, Fitch anunciaba la degradación de la deuda pública islandesa y los agentes bursátiles comparaban la situación de Islandia a la de la Tailandia de 1997 o de la Turquía de 2000. Era la primera alerta.
Los tres principales bancos islandeses (Kaupthing, Glitnir y sobre todo Landsbanki a través de su filial Icesave), privatizados en 2003, encontraron rápidamente su lugar en el mundo de la gran finanza. Sus actividades principales tenían lugar en Londres, en Luxemburgo y en los países escandinavos. Rápidamente, estos tres bancos se habían dotado de fondos altamente especulativos. La City de Londres, totalmente desregulada, era su terreno de juego preferido. Con la preocupación de búsqueda desenfrenada de beneficios para los accionistas, se aprovecharon de lo que parece mucho un laxismo organizado en el control bancario para poder invertir en los mercados financieros mundiales sin ninguna prudencia. Siendo insuficiente la población islandesa para generar una cifra de negocios de tamaño internacional, estos bancos buscaron ampliar sus actividades en el extranjero, proponiendo cuentas corrientes en divisas extranjeras, remuneradas, en otros países entre ellos el Reino Unido (octubre 2006) y los Países Bajos (mayo 2008). Tras la minicrisis de 2006, las agencias de notación hicieron presión para que los bancos diversificaran su base de financiación. El mercado respondió bien a su oferta, dado que las cuentas corrientes son raramente remuneradas por los bancos europeos. Ante este éxito, que conllevaba un aumento de sus propias reservas, estos bancos se encontraron ante la posibilidad de ofrecer préstamos tentadores, siempre indexados con las divisas fuertes. Siguiendo la lógica bancaria hasta el final, colocaron el resto de sus reservas en productos financieros extranjeros diversos, incluyendo los que luego se mostrarían como los más inseguros y más nocivos.
Dos azotes: la crisis y el FMI…
La crisis golpea entonces y, el 6 de octubre de 2008, los bancos islandeses hipertrofiados se hunden. En aquel momento, sus deudas se elevaban a 10 veces el PIB del país. El Estado no tiene los medios de ponerlas a flote, puesto que sus necesidades superan ampliamente su capacidad. Para evitar un pánico bancario, los gobiernos británico y holandés aceptan indemnizar a sus nacionales dueños de cuentas en bancos islandeses. Pero estos gobiernos presentan la factura (3,8 millardos de euros en total, es decir, 2,6 para el Reino Unido y 1,2 para Holanda) ¡a Islandia! Paradoja de la situación, la cifra de la población islandesa es inferior al número de las 400.000 cuentas afectadas.
El día mismo del desencadenamiento de la crisis, el FMI envía una misión a la isla. El 24 de octubre de 2008, vuelve a Europa Occidental con un acuerdo de préstamo de 2,1 millardos de dólares (ratificado el 19 de noviembre), haciendo de Islandia el primer país occidental en recurrir a una ayuda así desde hace un cuarto de siglo. La financiación se extenderá por dos años, con una entrega inmediata de 830 millones de dólares. Otras ocho tramos de 160 millones de dólares seguirán. El préstamo será devuelto por los islandeses entre 2012 y 2015. El jefe de la misión del FMI precisa que Islandia deberá encontrar cuatro millardos suplementarios: "Para el período de dos años, el paquete de ayudas es de alrededor de seis millardos de dólares de los que cuatro millardos provienen de otros países". Los países del Norte de Europa (Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca con 2,5 millardos de dólares) y Polonia completan esta suma.
Como ocurre siempre con el FMI, en contrapartida Islandia se compromete a aplicar un "programa de recuperación" de su economía, con medidas inmediatas, a corto y medio plazo. Este programa muy exigente implica esfuerzos significativos de reducción de los gastos, dicho de otra forma, una cura de austeridad. El gesto más humillante para los islandeses es, desde el comienzo de la crisis, la congelación de los haberes de los bancos islandeses por el Reino Unido en el marco jurídico de una "ley antiterrorista", poniendo a Islandia en la lista de los países "terroristas" para Londres. El país será retirado de esta lista el 15 de junio de 2009.
Justamente cinco años después de haber privatizado sus tres bancos, en septiembre de 2008, el gobierno islandés se vio obligado a recuperar el 75% del banco Glitnir. El mes siguiente, renacionaliza Kaupthing y Landsbanki. En febrero de 2009, Glitnir es totalmente renacionalizado bajo su antiguo nombre de "Islandsbanki". El proceso es muy claro: antes de 2003, como esos bancos hacían beneficios colosales, era necesario que fueran privatizados, pero en cuanto se hundieron, el Estado era conminado a recuperarlos, a asumir sus deudas, a pedir prestado para hacer frente a sus pagos, y luego a reprivatizarlos lo más rápidamente posible sin olvidar reformar su economía en un sentido neoliberal para hacer pagar la factura a la población islandesa. ¡Es así como el pueblo paga por los graves errores de los banqueros! No faltan las reacciones. Todos los sábados, durante varios meses, la población se ha manifestado contra las medidas de austeridad que implican en particular ataques muy duros contra el sistema de protección social y contra las jubilaciones, que provocan por ejemplo el cierre de hospitales.
Bajo esta presión, el primer ministro anuncia en enero de 2009 la celebración de elecciones anticipadas para el 9 de mayo. Los islandeses no se satisfacen con esta propuesta. El sábado 24 de enero, reunidos como cada fin de semana desde hace 16 semanas, reclaman la dimisión del gobierno. Dos días más tarde, el primer ministro, del Partido de la Independencia, formación de centro derecha que comparte el poder con el partido socialdemócrata desde mayo de 2007, anuncia la dimisión inmediata de su gobierno. Se forma un gobierno provisional hasta las elecciones, el 25 de abril de 2009, que ven llegar a la cabeza del país a una coalición formada por el partido socialdemócrata y el partido izquierda-verdes.
El 16 de julio de 2009, Islandia plantea oficialmente su candidatura a la Unión Europea.
Icesave: ¡ni una vez!
El 30 de diciembre de 2009, el Althingi (Parlamento islandés) vota por estrecha mayoría la ley llamada "Icesave", de acuerdo con las exigencias de los países demandantes, que ratifica la devolución de 3,8 millardos de euros a Gran Bretaña y Holanda. Esto significa pagar alrededor de 100 euros por habitante y por mes durante ocho años por la quiebra de un banco de inversiones muy arriesgadas. La población manifiesta su desacuerdo exigiendo, por un manifiesto y varios días de "caceroladas" ante el parlamento, que el presidente Olaf Ragnar Grimsson no promulgue la ley. Estas manifestaciones permiten también la sensibilización de una parte de la población sobre las fechorías del mundo financiero. Ante la presión de la calle, demostrando que los pueblos en movimiento pueden hacerse oír, el presidente se niega a firmar, convocando, en el marco del artículo 26 de la Constitución islandesa, un referéndum vinculante para el gobierno. El 6 de marzo de 2010, con una fuerte movilización, el 93% de los islandeses rechazan el acuerdo, lo que obliga a los ministerios de finanzas de los tres países concernidos (Islandia, Reino Unido y Holanda) a retomar las negociaciones. Luego, las tres delegaciones se reúnen muy regularmente en Londres, en una atmósfera volcánica de chantaje. En paralelo, se celebran prenegociaciones para la adhesión a la Unión Europea, que ha intentado ligar los dos tipos de discusiones. A pesar de las repetidas demandas del gobierno islandés de disociar las diferentes negociaciones, durante este período, sufre muy fuertes presiones para avanzar en el sentido querido por los acreedores. Aunque el FMI se defiende de considerar el arreglo de este litigio como condición a la entrega del dinero, sus Estados miembros deciden congelar el tercer tramo (160 millones de dólares), para finalmente desbloquear su entrega el 9 de abril de 2010. Después del FMI, Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca anuncia el desbloqueo del segundo tramo de su préstamo bilateral.
El 17 de junio de 2010, día aniversario de sus 66 años de independencia, Islandia obtiene el estatuto de candidato oficial a la Unión Europea. Las negociaciones con Londres y La Haya llegan, el 8 de diciembre de 2010, a un nuevo acuerdo, supuestamente más aceptable para la población. La tasa de interés es llevada al 3,3% por la parte británica y al 3% por la parte holandesa, en lugar del 5,5% y la duración de la devolución alargada de ocho a treinta años (entre 2016 y 2046, en lugar de 2024). La liquidación de los activos de Landsbanki es mejor tomada en cuenta.
El 10 de enero de 2011, el FMI anuncia haber desbloqueado el quinto tramo de su préstamo a Islandia, por un montante de 160 millones de dólares. Los términos de este nuevo acuerdo son debatidos en el Althingi el 16 de febrero de 2011 y votados por 44 votos a favor, 13 en contra y 3 abstenciones. Para la mayoría de los parlamentarios, se trata de una tasa a pagar para hacer las paces con la "comunidad internacional", dar satisfacción al FMI, a las agencias de notación, tener de nuevo acceso a los mercados financieros mundiales y facilitar las negociaciones de adhesión a la UE.
¡Y “No” dos veces!
Sin embargo, el 20 de febrero, el presidente de la República decide la organización de un nuevo referéndum popular, como consecuencia de un nuevo manifiesto que había recogido más de 40.000 firmas. La primera ministra islandesa, Johanna Sigurdardottir, se permite entonces declarar: "Es decepcionante. Habíamos anticipado que el presidente iba a firmar el acuerdo sobre Icesave (…). El acuerdo ha sido aprobado por mayoría en el Parlamento y no es normal que un presidente se oponga a un acuerdo adoptado por una tal mayoría", añadiendo que, en su opinión, hay "pocas posibilidades de que Gran Bretaña y los Países Bajos estén dispuestos a renegociar este acuerdo". Sin embargo, y felizmente, el pueblo se pronuncia una segunda vez por el no.
Desde una independencia de Dinamarca, un poco apresuradamente negociada en 1944, la cuestión de reescribir la Constitución, aún en gran medida basada actualmente en la de Dinamarca, ha sido planteada en numerosas ocasiones. La crisis "Icesave" parece haber precipitado este debate en el espacio público islandés. El Parlamento decide entonces, de acuerdo con el programa electoral, la creación de una Asamblea Constituyente con vista a llevar a término este proyecto. El 27 de noviembre de 2010, son elegidos por voto popular veinticinco miembros entre más de quinientos candidatos. Poco tiempo antes de que esta Asamblea comience a deliberar, la elección de los miembros queda invalidada por el Tribunal Supremo islandés por vicios de procedimiento. A finales de febrero de 2011, la Asamblea Constituyente es transformada en Consejo Constitucional, compuesto de las mismas personas precedentemente elegidas. Debería hacer sus propuestas de aquí al mes de junio de 2011.
A causa de esta crisis sistémica del capitalismo, Islandia ha bajado en 2010 a la decimoséptima plaza de la clasificación del PNUD del índice de desarrollo humano. Sufre una brecha social y económica profunda, que ha dejado un gran número de trabajos de infraestructuras inacabados y probablemente por mucho tiempo, una inflación importante, un sobreendeudamiento de los hogares y una tasa de paro elevada. En el momento de su nacionalización, los tres bancos han despedido con carácter de urgencia al 20% de sus asalariados.
Según el “Informe mundial sobre los salarios 2010/11” de la Organización Internacional del Trabajo |1| sobre las políticas salariales en tiempos de crisis, los asalariados islandeses son los más duramente golpeados, con una bajada media de los salarios del 8% en 2009 que sigue a una del 4,9% en 2008. Un sondeo muestra que un tercio de la población contempla la posibilidad de abandonar el país. Queda también una inmensa frustración entre la gente, que admite mal que la decena de responsables siga durmiendo tranquila. Los banqueros y los hombres de negocios islandeses, sometidos a investigación criminal en Islandia, están aún activos en el mundo bancario, y algunos se han convertido incluso en consejeros financieros en Londres, Luxemburgo o Canadá.
Los islandeses no aceptan que un banquero pueda amasar una fortuna considerable haciendo correr riesgos desmesurados a la sociedad entera y luego haga pagar los gastos al estado y los ciudadanos. Como decía William K. Black: "The best way to rob a bank is to own one" la mejor forma de robar un banco es ser su propietario]. Están convencidos de que se puede encontrar suficiente dinero en los haberes de los bancos para pagar los destrozos ocasionados. No comprenden por qué los responsables de la crisis no han sido puestos en una situación en que no puedan hacer daño: la mayor parte de los dirigentes de las grandes potencias y de los grandes bancos que han llevado a la economía a este callejón sin salida no han sido inquietados, aunque estén perfectamente identificados. No comprenden tampoco por qué las reglas del juego siguen sin haber sido cambiadas a nivel internacional, cuando las consecuencias sobre las condiciones de vida de las poblaciones, que son las principales víctimas de la crisis, se degradan duraderamente. Por el momento, los culpables han logrado hacer pagar el precio a las víctimas. ¿Dónde está la justicia social?
Los bienes nacionales continúan siendo vendidos a precio de saldo a las sociedades extranjeras. Islandia es el séptimo productor mundial y el segundo productor europeo de energía geotérmica. En 2010, la cantante islandesa Björk, apoyada por la diputada europea Eva Joly, llevó a cabo una campaña contra el proyecto de compra casi íntegra de la compañía pública HS Orka, productora de energía geotérmica, por la multinacional canadiense Magma Energy Corp. Sin éxito. Los grupos exteriores al Espacio Económico Europeo (EEE) no estando autorizados en Islandia a poseer un productor de electricidad, Magma ha utilizado una filial en Suecia para esta adquisición. Desde finales de 2010, Magma posee pues el 98,53% de HS Orka |2|.
Movilizaciones populares, referéndos rechazando los diktats de los acreedores, la actualidad islandesa da motivos para tener un poco de esperanza. Pero no para estar eufórico. En efecto, a pesar de algunos puntos álgidos, no es razonable, como han hecho algunos, hablar de una revolución en marcha. Este movimiento social no pretende hoy poner en cuestión la adhesión a los principios del libre mercado, del neoliberalismo y de la ortodoxia económica. Las elecciones no han cambiado verdaderamente la situación: el capitalismo sigue siendo tan estructuralmente dominante como lo era antes de la crisis. La élite restringida de la isla sigue estando ahí. La elección de la Asamblea Constituyente no ha suscitado realmente pasiones: solo el 36% de los inscritos se ha desplazado a las urnas para seleccionar a sus miembros. Y, a pesar de una fuerte participación en las peticiones y en las manifestaciones, la crisis "Icesave" no ha estimulado un interés desmesurado por la política entre los islandeses, ni un deseo particular de hacer caer el sistema que les ha arruinado.
Los recientes sondeos muestran que más de la mitad de los ciudadanos no desean meterse en una aventura política. Pero si una nueva Constitución realmente progresista puede salir de este proceso, a pesar del cansancio constatado entre los ciudadanos islandeses, puede ser un verdadero paso en la buena dirección.
Del paraíso al infierno
Vista del exterior, Islandia, que figuraba en primer lugar del índice de desarrollo humano del PNUD en 2007, muy lejos por delante de los países de ortodoxia neoliberal como los Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, parecía un pequeño paraíso. Con una esperanza de vida entre las más elevadas del mundo, un paro casi inexistente, las condiciones difíciles de las poblaciones del Tercer Mundo parecían muy lejanas para los 320.000 islandeses. Sin embargo, la deuda pública del país había subido precipitadamente desde 2003, fecha de la terminación de la privatización de los bancos. En el curso de los últimos años, está claro que el recurso a préstamos a corto plazo se ha multiplicado.
Hoy, en este pequeño país que vive de la pesca del bacalao, de un poco de aluminio, del turismo, de algunos corderos y de mucha geotermia, más de una tercera parte de las familias está sobreendeudada. En fase con la ideología dominante, el gobierno había incitado a las familias a convertirse en propietarias de su vivienda. Pero la catástrofe acechaba. Desde los años 1980, todos los préstamos estaban indexados con los precios, pero no con los salarios. La devaluación de la moneda islandesa (krona, corona): un 50% en 2008, y una inflación de dos cifras iban a llevar a los islandeses al precipicio. Reikiavik encuentra hoy preocupaciones comparables a las de las capitales situadas en la parte baja de la clasificación del PNUD: carencia de liquidez, negociaciones difíciles con acreedores intratables, primas de riesgo muy elevadas, notación degradada por las agencias como Fitch o Standard&Poor´s, intervención del FMI, prestamista en última instancia.
Todo comenzó con un sistema financiero que tenía como prioridad absoluta la libre circulación de los capitales, como consecuencia de la revolución neoliberal de los años Reagan-Thatcher en el giro de los años 1980. Allí donde fue aplicada, las desigualdades aumentaron enormemente. Islandia también participó en esa tendencia fuerte, particularmente a partir de 1999 cuando el gobierno islandés comenzó a privatizar el sector bancario. Ya en la minicrisis de 2006, Fitch anunciaba la degradación de la deuda pública islandesa y los agentes bursátiles comparaban la situación de Islandia a la de la Tailandia de 1997 o de la Turquía de 2000. Era la primera alerta.
Los tres principales bancos islandeses (Kaupthing, Glitnir y sobre todo Landsbanki a través de su filial Icesave), privatizados en 2003, encontraron rápidamente su lugar en el mundo de la gran finanza. Sus actividades principales tenían lugar en Londres, en Luxemburgo y en los países escandinavos. Rápidamente, estos tres bancos se habían dotado de fondos altamente especulativos. La City de Londres, totalmente desregulada, era su terreno de juego preferido. Con la preocupación de búsqueda desenfrenada de beneficios para los accionistas, se aprovecharon de lo que parece mucho un laxismo organizado en el control bancario para poder invertir en los mercados financieros mundiales sin ninguna prudencia. Siendo insuficiente la población islandesa para generar una cifra de negocios de tamaño internacional, estos bancos buscaron ampliar sus actividades en el extranjero, proponiendo cuentas corrientes en divisas extranjeras, remuneradas, en otros países entre ellos el Reino Unido (octubre 2006) y los Países Bajos (mayo 2008). Tras la minicrisis de 2006, las agencias de notación hicieron presión para que los bancos diversificaran su base de financiación. El mercado respondió bien a su oferta, dado que las cuentas corrientes son raramente remuneradas por los bancos europeos. Ante este éxito, que conllevaba un aumento de sus propias reservas, estos bancos se encontraron ante la posibilidad de ofrecer préstamos tentadores, siempre indexados con las divisas fuertes. Siguiendo la lógica bancaria hasta el final, colocaron el resto de sus reservas en productos financieros extranjeros diversos, incluyendo los que luego se mostrarían como los más inseguros y más nocivos.
Dos azotes: la crisis y el FMI…
La crisis golpea entonces y, el 6 de octubre de 2008, los bancos islandeses hipertrofiados se hunden. En aquel momento, sus deudas se elevaban a 10 veces el PIB del país. El Estado no tiene los medios de ponerlas a flote, puesto que sus necesidades superan ampliamente su capacidad. Para evitar un pánico bancario, los gobiernos británico y holandés aceptan indemnizar a sus nacionales dueños de cuentas en bancos islandeses. Pero estos gobiernos presentan la factura (3,8 millardos de euros en total, es decir, 2,6 para el Reino Unido y 1,2 para Holanda) ¡a Islandia! Paradoja de la situación, la cifra de la población islandesa es inferior al número de las 400.000 cuentas afectadas.
El día mismo del desencadenamiento de la crisis, el FMI envía una misión a la isla. El 24 de octubre de 2008, vuelve a Europa Occidental con un acuerdo de préstamo de 2,1 millardos de dólares (ratificado el 19 de noviembre), haciendo de Islandia el primer país occidental en recurrir a una ayuda así desde hace un cuarto de siglo. La financiación se extenderá por dos años, con una entrega inmediata de 830 millones de dólares. Otras ocho tramos de 160 millones de dólares seguirán. El préstamo será devuelto por los islandeses entre 2012 y 2015. El jefe de la misión del FMI precisa que Islandia deberá encontrar cuatro millardos suplementarios: "Para el período de dos años, el paquete de ayudas es de alrededor de seis millardos de dólares de los que cuatro millardos provienen de otros países". Los países del Norte de Europa (Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca con 2,5 millardos de dólares) y Polonia completan esta suma.
Como ocurre siempre con el FMI, en contrapartida Islandia se compromete a aplicar un "programa de recuperación" de su economía, con medidas inmediatas, a corto y medio plazo. Este programa muy exigente implica esfuerzos significativos de reducción de los gastos, dicho de otra forma, una cura de austeridad. El gesto más humillante para los islandeses es, desde el comienzo de la crisis, la congelación de los haberes de los bancos islandeses por el Reino Unido en el marco jurídico de una "ley antiterrorista", poniendo a Islandia en la lista de los países "terroristas" para Londres. El país será retirado de esta lista el 15 de junio de 2009.
Justamente cinco años después de haber privatizado sus tres bancos, en septiembre de 2008, el gobierno islandés se vio obligado a recuperar el 75% del banco Glitnir. El mes siguiente, renacionaliza Kaupthing y Landsbanki. En febrero de 2009, Glitnir es totalmente renacionalizado bajo su antiguo nombre de "Islandsbanki". El proceso es muy claro: antes de 2003, como esos bancos hacían beneficios colosales, era necesario que fueran privatizados, pero en cuanto se hundieron, el Estado era conminado a recuperarlos, a asumir sus deudas, a pedir prestado para hacer frente a sus pagos, y luego a reprivatizarlos lo más rápidamente posible sin olvidar reformar su economía en un sentido neoliberal para hacer pagar la factura a la población islandesa. ¡Es así como el pueblo paga por los graves errores de los banqueros! No faltan las reacciones. Todos los sábados, durante varios meses, la población se ha manifestado contra las medidas de austeridad que implican en particular ataques muy duros contra el sistema de protección social y contra las jubilaciones, que provocan por ejemplo el cierre de hospitales.
Bajo esta presión, el primer ministro anuncia en enero de 2009 la celebración de elecciones anticipadas para el 9 de mayo. Los islandeses no se satisfacen con esta propuesta. El sábado 24 de enero, reunidos como cada fin de semana desde hace 16 semanas, reclaman la dimisión del gobierno. Dos días más tarde, el primer ministro, del Partido de la Independencia, formación de centro derecha que comparte el poder con el partido socialdemócrata desde mayo de 2007, anuncia la dimisión inmediata de su gobierno. Se forma un gobierno provisional hasta las elecciones, el 25 de abril de 2009, que ven llegar a la cabeza del país a una coalición formada por el partido socialdemócrata y el partido izquierda-verdes.
El 16 de julio de 2009, Islandia plantea oficialmente su candidatura a la Unión Europea.
Icesave: ¡ni una vez!
El 30 de diciembre de 2009, el Althingi (Parlamento islandés) vota por estrecha mayoría la ley llamada "Icesave", de acuerdo con las exigencias de los países demandantes, que ratifica la devolución de 3,8 millardos de euros a Gran Bretaña y Holanda. Esto significa pagar alrededor de 100 euros por habitante y por mes durante ocho años por la quiebra de un banco de inversiones muy arriesgadas. La población manifiesta su desacuerdo exigiendo, por un manifiesto y varios días de "caceroladas" ante el parlamento, que el presidente Olaf Ragnar Grimsson no promulgue la ley. Estas manifestaciones permiten también la sensibilización de una parte de la población sobre las fechorías del mundo financiero. Ante la presión de la calle, demostrando que los pueblos en movimiento pueden hacerse oír, el presidente se niega a firmar, convocando, en el marco del artículo 26 de la Constitución islandesa, un referéndum vinculante para el gobierno. El 6 de marzo de 2010, con una fuerte movilización, el 93% de los islandeses rechazan el acuerdo, lo que obliga a los ministerios de finanzas de los tres países concernidos (Islandia, Reino Unido y Holanda) a retomar las negociaciones. Luego, las tres delegaciones se reúnen muy regularmente en Londres, en una atmósfera volcánica de chantaje. En paralelo, se celebran prenegociaciones para la adhesión a la Unión Europea, que ha intentado ligar los dos tipos de discusiones. A pesar de las repetidas demandas del gobierno islandés de disociar las diferentes negociaciones, durante este período, sufre muy fuertes presiones para avanzar en el sentido querido por los acreedores. Aunque el FMI se defiende de considerar el arreglo de este litigio como condición a la entrega del dinero, sus Estados miembros deciden congelar el tercer tramo (160 millones de dólares), para finalmente desbloquear su entrega el 9 de abril de 2010. Después del FMI, Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca anuncia el desbloqueo del segundo tramo de su préstamo bilateral.
El 17 de junio de 2010, día aniversario de sus 66 años de independencia, Islandia obtiene el estatuto de candidato oficial a la Unión Europea. Las negociaciones con Londres y La Haya llegan, el 8 de diciembre de 2010, a un nuevo acuerdo, supuestamente más aceptable para la población. La tasa de interés es llevada al 3,3% por la parte británica y al 3% por la parte holandesa, en lugar del 5,5% y la duración de la devolución alargada de ocho a treinta años (entre 2016 y 2046, en lugar de 2024). La liquidación de los activos de Landsbanki es mejor tomada en cuenta.
El 10 de enero de 2011, el FMI anuncia haber desbloqueado el quinto tramo de su préstamo a Islandia, por un montante de 160 millones de dólares. Los términos de este nuevo acuerdo son debatidos en el Althingi el 16 de febrero de 2011 y votados por 44 votos a favor, 13 en contra y 3 abstenciones. Para la mayoría de los parlamentarios, se trata de una tasa a pagar para hacer las paces con la "comunidad internacional", dar satisfacción al FMI, a las agencias de notación, tener de nuevo acceso a los mercados financieros mundiales y facilitar las negociaciones de adhesión a la UE.
¡Y “No” dos veces!
Sin embargo, el 20 de febrero, el presidente de la República decide la organización de un nuevo referéndum popular, como consecuencia de un nuevo manifiesto que había recogido más de 40.000 firmas. La primera ministra islandesa, Johanna Sigurdardottir, se permite entonces declarar: "Es decepcionante. Habíamos anticipado que el presidente iba a firmar el acuerdo sobre Icesave (…). El acuerdo ha sido aprobado por mayoría en el Parlamento y no es normal que un presidente se oponga a un acuerdo adoptado por una tal mayoría", añadiendo que, en su opinión, hay "pocas posibilidades de que Gran Bretaña y los Países Bajos estén dispuestos a renegociar este acuerdo". Sin embargo, y felizmente, el pueblo se pronuncia una segunda vez por el no.
Desde una independencia de Dinamarca, un poco apresuradamente negociada en 1944, la cuestión de reescribir la Constitución, aún en gran medida basada actualmente en la de Dinamarca, ha sido planteada en numerosas ocasiones. La crisis "Icesave" parece haber precipitado este debate en el espacio público islandés. El Parlamento decide entonces, de acuerdo con el programa electoral, la creación de una Asamblea Constituyente con vista a llevar a término este proyecto. El 27 de noviembre de 2010, son elegidos por voto popular veinticinco miembros entre más de quinientos candidatos. Poco tiempo antes de que esta Asamblea comience a deliberar, la elección de los miembros queda invalidada por el Tribunal Supremo islandés por vicios de procedimiento. A finales de febrero de 2011, la Asamblea Constituyente es transformada en Consejo Constitucional, compuesto de las mismas personas precedentemente elegidas. Debería hacer sus propuestas de aquí al mes de junio de 2011.
A causa de esta crisis sistémica del capitalismo, Islandia ha bajado en 2010 a la decimoséptima plaza de la clasificación del PNUD del índice de desarrollo humano. Sufre una brecha social y económica profunda, que ha dejado un gran número de trabajos de infraestructuras inacabados y probablemente por mucho tiempo, una inflación importante, un sobreendeudamiento de los hogares y una tasa de paro elevada. En el momento de su nacionalización, los tres bancos han despedido con carácter de urgencia al 20% de sus asalariados.
Según el “Informe mundial sobre los salarios 2010/11” de la Organización Internacional del Trabajo |1| sobre las políticas salariales en tiempos de crisis, los asalariados islandeses son los más duramente golpeados, con una bajada media de los salarios del 8% en 2009 que sigue a una del 4,9% en 2008. Un sondeo muestra que un tercio de la población contempla la posibilidad de abandonar el país. Queda también una inmensa frustración entre la gente, que admite mal que la decena de responsables siga durmiendo tranquila. Los banqueros y los hombres de negocios islandeses, sometidos a investigación criminal en Islandia, están aún activos en el mundo bancario, y algunos se han convertido incluso en consejeros financieros en Londres, Luxemburgo o Canadá.
Los islandeses no aceptan que un banquero pueda amasar una fortuna considerable haciendo correr riesgos desmesurados a la sociedad entera y luego haga pagar los gastos al estado y los ciudadanos. Como decía William K. Black: "The best way to rob a bank is to own one" la mejor forma de robar un banco es ser su propietario]. Están convencidos de que se puede encontrar suficiente dinero en los haberes de los bancos para pagar los destrozos ocasionados. No comprenden por qué los responsables de la crisis no han sido puestos en una situación en que no puedan hacer daño: la mayor parte de los dirigentes de las grandes potencias y de los grandes bancos que han llevado a la economía a este callejón sin salida no han sido inquietados, aunque estén perfectamente identificados. No comprenden tampoco por qué las reglas del juego siguen sin haber sido cambiadas a nivel internacional, cuando las consecuencias sobre las condiciones de vida de las poblaciones, que son las principales víctimas de la crisis, se degradan duraderamente. Por el momento, los culpables han logrado hacer pagar el precio a las víctimas. ¿Dónde está la justicia social?
Los bienes nacionales continúan siendo vendidos a precio de saldo a las sociedades extranjeras. Islandia es el séptimo productor mundial y el segundo productor europeo de energía geotérmica. En 2010, la cantante islandesa Björk, apoyada por la diputada europea Eva Joly, llevó a cabo una campaña contra el proyecto de compra casi íntegra de la compañía pública HS Orka, productora de energía geotérmica, por la multinacional canadiense Magma Energy Corp. Sin éxito. Los grupos exteriores al Espacio Económico Europeo (EEE) no estando autorizados en Islandia a poseer un productor de electricidad, Magma ha utilizado una filial en Suecia para esta adquisición. Desde finales de 2010, Magma posee pues el 98,53% de HS Orka |2|.
Movilizaciones populares, referéndos rechazando los diktats de los acreedores, la actualidad islandesa da motivos para tener un poco de esperanza. Pero no para estar eufórico. En efecto, a pesar de algunos puntos álgidos, no es razonable, como han hecho algunos, hablar de una revolución en marcha. Este movimiento social no pretende hoy poner en cuestión la adhesión a los principios del libre mercado, del neoliberalismo y de la ortodoxia económica. Las elecciones no han cambiado verdaderamente la situación: el capitalismo sigue siendo tan estructuralmente dominante como lo era antes de la crisis. La élite restringida de la isla sigue estando ahí. La elección de la Asamblea Constituyente no ha suscitado realmente pasiones: solo el 36% de los inscritos se ha desplazado a las urnas para seleccionar a sus miembros. Y, a pesar de una fuerte participación en las peticiones y en las manifestaciones, la crisis "Icesave" no ha estimulado un interés desmesurado por la política entre los islandeses, ni un deseo particular de hacer caer el sistema que les ha arruinado.
Los recientes sondeos muestran que más de la mitad de los ciudadanos no desean meterse en una aventura política. Pero si una nueva Constitución realmente progresista puede salir de este proceso, a pesar del cansancio constatado entre los ciudadanos islandeses, puede ser un verdadero paso en la buena dirección.
Ver en línea : http://www.vientosur.info/articulos...