Conocí a Denise entre abril y mayo de 1983, al comienzo de una lucha sindical que esa vez iba a durar cerca de 3 meses. Éramos miles de trabajadores y trabajadoras de la ciudad de Lieja que comenzábamos una lucha emblemática. 17.500 asalariados de la ciudad se rebelaban contra un plan de ajuste estructural que el «gobierno» municipal (el Consejo Municipal apoyado por el Consejo Comunal) había decidido imponer al personal y a la población. La alianza política en el poder era del tipo «olivo», o sea, socialistas (PS) + ecologistas (Ecolo) + social cristianos (PSC, que actualmente es el CDH). Según ellos, para poder pagar una deuda de la ciudad de Lieja de 1.000 millones de euros (44.000 millones de francos belgas de la época), era necesario privatizar varios servicios públicos, reducir el número de trabajadores e imponer una reducción en los salarios. Denise era, en ese momento, empleada del servicio de urbanismo y yo era docente en la escuela técnica y profesional, conocida con el nombre de la «Grosse Mécanique». Nos conocimos durante un verdadero torbellino de luchas y de tomas de conciencia: una larga huelga, piquetes, manifestaciones, reuniones del comité de huelga de una veintena de personas, entre ellas Denise, asambleas sindicales regulares con varios centenares de asistentes, e incluso varios miles, acciones contundentes, represión por parte de la gendarmería, acciones de protesta durante las reuniones del Consejo Comunal, que ratificaba las medidas antisociales, búsqueda de la confluencia de los trabajadores de los servicios públicos con los obreros de la industria, las discusiones de balance y perspectivas varias veces por semana en el restaurante Le Bosphore, en el café A l’Ombre de la Cathédrale, o en otros lados. ¿Digo un torbellino? No, más bien era un tornado social y político. Todo iba muy bien y lo vivíamos de una manera muy intensa
Me había fijado en ella, y me había gustado mucho (y eso continúa hasta hoy mismo) su tenacidad, su combatividad, su voluntad de tomar la palabra en una asamblea (cosa que no es fácil y que era la primera vez que lo hacía), su rechazo a la injusticia y su rechazo a plegarse a los ucases, vinieran de donde vinieran. Por su parte, me lo dijo más adelante, que cuando hablé durante una asamblea en la fábrica siderúrgica (en el taller de Jemeppe Kessales), se convenció de que quería estrechar nuestra relación, que hasta ese momento era solo amistosa y muy reciente. Yo había intervenido ante una asamblea de obreros y una delegación de trabajadores de la ciudad de Lieja para explicar los lazos entre los diferentes combates así como su dimensión política. Antes de terminar la huelga, comenzamos una relación sentimental, debía de ser junio de 1983...¡Ya hace 26 años!
No les voy a contar los detalles. Nuestra relación siempre tuvo una dimensión política y social, y el internacionalismo tuvo un gran papel. Entre 1983 y 1984, Denise se unió al décimo viaje que yo hacía a Polonia para llevar ayuda a los sindicalistas radicales, pero sobre todo organizamos, junto con otros compañeros, las brigadas de trabajo voluntario en la Nicaragua revolucionaria. La revolución había triunfado en ese país en julio de 1979 y nosotros participamos activamente en un amplio movimiento de solidaridad. Desde 1984 hasta 1989, casi todos los años colaboramos en la organización de las brigadas que iban a trabajar con los campesinos nicaragüenses. Hacíamos colectas, organizábamos fiestas en Bélgica para aportar la ayuda material a la revolución y cada brigadista utilizaba sus días de vacaciones para ir a trabajar voluntariamente durante tres semanas con los campesinos, habiéndose cuidado antes de pagar su billete de avión de ida y vuelta. En las brigadas que contribuimos a organizar, casi la mitad eran obreros de la metalurgia, especialmente de Caterpillar y de Cockerill (actualmente Arcelor-Mittal). Fue una hermosa experiencia de la que ni Denise ni yo nos arrepentimos. Aprovechamos para quedarnos en Centroamérica y en Cuba algunos días más, para aportar nuestro apoyo a otros procesos revolucionarios. En una ocasión, cuando fuimos detenidos por militares hondureños en la frontera con El Salvador, estuvo a punto de irnos muy mal ya que estábamos en posesión de documentos de la guerrilla salvadoreña que una religiosa me había dado la víspera en la capital salvadoreña. En los momentos difíciles, frente al peligro, fuimos valientes. Denise siempre se enfrentó muy bien a situaciones tensas con las fuerzas de represión.
Denise, en todos nuestros viajes, nunca se preocupó por el confort. Muchas veces nos contentamos con un somier con o sin colchón, un jergón de paja sobre el suelo o sobre algunas tablas. Si Denise os hace creer que no habla castellano, os miente. Los brigadistas que estaban con ella en la «5º Región» en Nicaragua, en 1989 os dirán que Denise era la responsable de la brigada y que dialogaba con los nicaragüenses diariamente. Pero prefiere decir que no habla castellano. Hay que aclarar que es necesario convivir con ella todos los días para saber el esfuerzo que ha de hacer para oír lo que la gente dice. Para ella, debido a su problema de audición, escuchar y comprender todo lo que se dice es un verdadero combate.
Me es imposible contar más cosas de estos 26 años de acciones y luchas en el espacio que me adjudicaron. Pero debo decir que Denise ya tuvo varias vidas. Estuvo a muy poco de detener su camino unos días después del 11 de noviembre de 2005, pero finalmente salió reforzada de esa prueba. Dedujo que la vida se debe vivir con plenitud puesto que tiene un final. Tiene razón. Es necesario vivir intensamente.
Ahora ha comenzado una nueva vida, la que corresponde a la jubilación. Como muchos jubilados, no se apartará de las luchas. Permanecerá muy activa y todavía hará una gran aportación a la reflexión y a la acción. Denise tiene todavía muchas cosas que recibir y que dar.
Fue parte, de manera activa y creativa, de esta Autres Voix de la Planète, cuya responsabilidad asumió con mucho éxito durante dos años.
Traducido por Griselda Pinero
[1] Este texto fue escrito por Eric Toussaint en 2009 con ocasión de los sesenta años de Denise Comanne.
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