por Jérôme Duval, Benoît Coumont, Ludivine Faniel
Las migraciones forman parte de la historia de la humanidad, pero las fronteras nunca estuvieron tan cerradas como ahora. Las convenciones, surgidas de las políticas migratorias actuales, dividieron a los migrantes en diversas categorías: políticos, económicos, climáticos…, en función de la supuesta (o no) legitimidad para tener acceso al derecho de asilo o a poder residir en un territorio extranjero. «El migrante económico», que se desplaza huyendo de la miseria engendrada por las políticas ligadas al pago de la deuda, es la categoría que se beneficia menos de los derechos y su acceso a los territorios extranjeros varía en función de las necesidades de mano de obra o de las políticas de cierre de fronteras.
Frontex, una agencia europea costosa, poderosa, opaca y sin control democrático
¿Hasta qué punto las políticas migratorias
europeas son dictadas por la presión de las empresas privadas de las
armas y de la seguridad?
Las migraciones forman parte de la historia de la humanidad, pero las fronteras nunca estuvieron tan cerradas como ahora. Las convenciones, surgidas de las políticas migratorias actuales, dividieron a los migrantes en diversas categorías: políticos, económicos, climáticos…, en función de la supuesta (o no) legitimidad para tener acceso al derecho de asilo o a poder residir en un territorio extranjero. «El migrante económico», que se desplaza huyendo de la miseria engendrada por las políticas ligadas al pago de la deuda, es la categoría que se beneficia menos de los derechos y su acceso a los territorios extranjeros varía en función de las necesidades de mano de obra o de las políticas de cierre de fronteras.
De esa manera, entre los millones de personas que huyen de
condiciones de vida indecentes, ¿aquellas que migran por cuestiones
económicas serían los migrantes ilegítimos? ¿Igual que a quienes no se
les concede el estatus de refugiado político, poniendo sus vidas en
peligro? ¿Estamos confrontados a una crisis migratoria o a una crisis de
acogida? Esos flujos migratorios, ligados a situaciones económicas, son
en gran parte el resultado de las políticas de austeridad y de
endeudamiento insostenible, impuestas por las instituciones financieras
internacionales y los países industrializados del Norte a los países
empobrecidos del Sur, y por los países del Centro, o sea de Europa, a
los países periféricos. Esas políticas tuvieron como efecto amplificar
el problema de la pobreza, generalizar la precariedad y, por
consiguiente, las situaciones de exilio. Los contextos que alientan el
éxodo de poblaciones pobres son consecuencia de intereses
geoestratégicos ligados a los recursos y, por lo tanto, a las riquezas, o
son provocados por la hemorragia de capitales que sirve para honrar el servicio de la deuda, con mucha frecuencia, tachada de ilegítima.
Agotados por la guerra o la miseria, los candidatos al exilio se
encuentran con rutas cada vez más peligrosas, debido a las políticas de
gestión de la inmigración irregular. Esas políticas son criminales,
costosas e ineficaces, ya que obligan a los migrantes a tomar vías, aún
más inseguras, como la travesía por mar en frágiles embarcaciones
después de tener que ponerse en manos de las mafias de traficantes. Y
esa es una cuestión extremadamente onerosa para las poblaciones de
origen que soportan esos costes. Los muros nunca resolvieron conflictos y
solo benefician a las compañías que los conciben, los construyen y los
controlan.
Lejos de adoptar una política de acogida a los refugiados, conforme
al derecho internacional como lo estipula la convención de Ginebra, los
Estados adoptan políticas de seguridad que violan el derecho fundamental
de libertad de circulación inscripto en el artículo 13 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos [1].
Mientras que los nuevos tratados de libre comercio no dejan de
propugnar la libre circulación de las mercancías y de los capitales, los
candidatos al exilio hacen frente a las “agencias de seguridad”,
fuertemente armadas y equipadas por los grandes industriales que frenan
el derecho de circulación de los “olvidados”. El fondo del Mediterráneo
se ha transformado en una verdadera fosa común, [2]
las fronteras se cierran y se erigen muros por doquier en el planeta.
Una vez pasada la frontera, si no son deportados hacia sus países de
origen, los migrantes se hacinan en campos inhumanos o son encerrados en
centros de internación, [3] especiales para ellos, como son los 260 que se contaban, en 2015, en el seno de la UE. [4]
Solamente un bajo porcentaje de todos los demandantes, siguiendo un
fastidioso recorrido burocrático, logra obtener el derecho de asilo,
distribuido con parsimonia.
¿Hasta qué punto las políticas migratorias europeas son dictadas por
la presión de las empresas privadas de las armas y de la seguridad? Con
esas políticas de seguridad, los migrantes ya no son considerados como
personas, sino como números que llenan las cuotas arbitrarias para
cumplir con las irracionales curvas estadísticas, que satisfacen más a
la cotización de la Bolsa que al bienestar colectivo, y a los valores de solidaridad y de apoyo mutuo.
¿Qué le importan las condiciones de trabajo de los empleados y las
condiciones de acogida de los migrantes, en detrimento de sus derechos y
de la dignidad humana, a las empresas privadas nacionales o
multinacionales? Estas se aprovechan cada vez más de un negocio en plena
expansión, a expensas de la justicia social y de los presupuestos de
nuestros Estados.
Frontex, una agencia europea costosa, poderosa, opaca y sin control democrático
Europa creó el espacio Schengen en 1985, que entró en vigencia en
1995, y que está en los tratados de la UE desde 2009. El objetivo
enunciado era crear un espacio de “libertad, seguridad y justicia” en el
seno de la Unión Europea. Pero en los hechos, la circulación dentro de
la UE avanzó a dos velocidades en función de los países y, en
particular, concernió a las mercaderías. A medida que avanzaba el
proyecto, la UE se coordinó para controlar las fronteras exteriores
intentando aplicar una política común y un “sostén” a los países que
tienen una frontera exterior propicia a la entrada de migrantes como
Grecia, España e incluso Italia. Esta agencia es la que tiene mejor
financiación de todas las agencias de la UE, cuando, de hecho, el
esfuerzo presupuestario se impuso en todos los sectores.
Frontex posee aviones, helicópteros, buques, unidades de radar,
detectores móviles de visión nocturna, medios aéreos, detectores de
ritmo cardíaco… Además organiza vuelos de deportación, operaciones
conjuntas en las fronteras terrestres, marítimas y aéreas, [5]
la formación de guardias fronterizos, el intercambio de información y
de sistemas de información, especialmente por medio de su sistema
EUROSUR, que tiene por objetivo la puesta en común de todos los sistemas
de vigilancia y de detección de los países miembros de la UE, etc. Su
presupuesto anual no ha dejado de aumentar hasta hoy: ¡de 19 millones de
euros en 2006, ha pasado a 238,7 millones en 2016! Los medios militares
que le son asignados y su autonomía, con respecto a los Estados
miembros, no cesa de crecer.
Desde fines de 2015, la tendencia hacia una
injerencia de la Comisión Europea en los Estados miembros se acentúa: la
Comisión Europea amplia el mandato de Frontex, que se transforma en el
“cuerpo europeo de guardias de fronteras y de guardacostas”. Esta nueva
agencia puede desde ahora actuar en el proceso de adquisición de
equipamientos de los Estados miembros. En particular, tiene la
posibilidad de intervenir directamente en un Estado miembro sin su
consentimiento por simple decisión de la Comisión Europea. Por ejemplo
tiene la posibilidad de hacer “operaciones de retorno conjuntas” por su
propia iniciativa, [6]
siendo el objetivo subcontratar a la agencia de retorno obligado de
personas indeseables, al menor coste pero en detrimento del respeto a
los derechos humanos.
Migreurop y Statewatch, dos ONG que defienden los derechos de los
migrantes, denunciaron una zona gris que rodea a la agencia Frontex, que
no permite hacer respetar los derechos humanos fundamentales: una
responsabilidad diluida entre la agencia y los Estados, una violación
del derecho de asilo y un riesgo de tratamiento inhumano y degradante.
La prioridad del rescate en el mar, normalmente reconocido a Frontex,
pasa a segundo plano frente al control militarizado. En noviembre de
2014, Italia ilustró dramáticamente esa situación poniendo fin a Mare
nostrum, operación de rescate de la marina italiana que salvó decenas de
miles de vidas en el mar. Fue reemplazada por la operación Tritón
puesta en marcha por Frontex, con un presupuesto tres veces menor, un
alcance geográfico más limitado y sobre todo un cambio de perspectiva
orientado al refuerzo de las fronteras, en lugar de la misiones de
búsqueda y rescate en el mar. [7]
Cuanto más subvenciones tiene Frontex, esta agencia delega más en
empresas privadas. Mediante el dinero público que percibe, la agencia se
dirige a empresas privadas para la vigilancia aérea y también para la
tecnología puntera (drones, aparatos de visión nocturna…). Numerosas
multinacionales están dispuestas a asumir los “servicios” que antes eran
asumidos por los Estados, y por cuestiones de rentabilidad propia al
sector privado, los costes aumentan. El control de las fronteras se ha
convertido en un negocio floreciente.
Los autores agradecen a
Marie-Claude Carrel y Rémi Vilain por sus lecturas reflexivas, sus
consejos y correcciones, así como a Pierre Gottiniaux por el gráfico.
Este artículo ha sido publicado el 29.04.2018 en El Salto.
Traducción del francés: Griselda Piñero
Notas:
Este artículo ha sido publicado el 29.04.2018 en El Salto.
Traducción del francés: Griselda Piñero
Notas:
[1] El
artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice:
1. Cualquier persona tiene el derecho de circular libremente y de elegir
su residencia en el interior de un Estado. 2. Cualquier persona tiene
el derecho de abandonar cualquier país, incluso el propio, y de volver a
su país.
[2] En
el año 2016, han muerto, de media, 14 personas al día en el
Mediterráneo, tratando de alcanzar el continente europeo, según la ONU. « 5.000 muertos en naufragios en 2016, en el Mediterráneo ». El País, 23 de diciembre de 2016.
[3] En
efecto, estos centros cerrados no sirven para retener un flujo de
inmigrantes («retención») pero son verdaderas prisiones, en las que las
condiciones de detención son incluso peores que las de las prisiones de
derecho común. Por ello, hemos elegido libremente hablar de centros de
detención y no de retención que es el término generalmente empleado. En
el Estado español: «Un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) es
un establecimiento público de carácter no penitenciario donde se retiene
de manera cautelar y preventiva a extranjeros sometidos a expediente de
expulsión del territorio nacional.» Wikipedia. Pero de hecho el trato
no se corresponde con la definición y las condiciones pueden ser peores
que en una cárcel común.
[4] Olivier Petitjean, «La détention des migrants, un business en pleine expansion», multinationales.org, 11 de enero de 2017. http://multinationales.org/La-detention-des-migrants-un-business-en-pleine-expansion
[5] «
En el marco del establecimiento de los acuerdos de readmisión, Frontex
puede organizar vuelos de retorno conjuntos financiados en parte o en
todo por la agencia. Un Estado miembro que desea devolver varios
inmigrantes de una misma nacionalidad informa primero a Frontex del
número de plazas disponibles en el avión. Frontex se encarga luego de
informar a todos los otros países miembros, y de coordinar el vuelo, si
se tercia, para que haga etapas en los diferentes países. Esos vuelos se
semejan a expulsiones colectivas prohibidas por el artículo 4 del
Protocolo 4 de la Convención europea de los derechos humanos ». Manuel
de formation-campagne Frontexit. (en francés).
[6] Véase
la página 14 del informe de Mark Akkerman, Centre Delàs – Stop
Wapenhandel – TNI, Guerras de frontera. Los fabricantes y vendedores de
armas que se benefician de la tragedia de los refugiados en Europa, mayo
de 2016.
[7] La construcción europea al servicio de los mercados financieros, Fátima Martín y Jérôme Duval, Icaria Editorial, Barcelona, 2016.