por Eduardo Lucita,
A principios de este mes (julio) se conoció en Buenos Aires que la “La agencia de calificación Moody’s rebajó su nota a Portugal… y baraja la posibilidad de bajarla aún más a corto plazo, por estimar que el país no obtendría nuevos prestamos en los mercados sin otro plan de rescate”… “Portugal no logra cumplir sus promesas con los prestamistas en materia de reducción de su déficit”…” “La baja en la nota refleja el creciente riesgo de Portugal de tener que recurrir a una nueva financiación oficial”. Clarín 6.07.11
Durante todo este mes la situación de la deuda en Europa se ha agravado, el reciente nuevo salvataje a Grecia no ha despejado la crisis, por el contrario todos parecieran concordar que es una solución muy transitoria. Mientras que en los EEUU demócratas y republicanos parecieran estar jugando al borde del abismo, sin tener en cuenta el impacto en la economía global. Todo indica que marchamos a una nueva recesión internacional, localizada en los países centrales.
Estas noticias me permiten una reflexión sobre la crisis de deuda en Portugal, que todo indica está siguiendo el mismo camino que Grecia. Si se compara con lo que pasó en Argentina años atrás se verá que es el mismo camino por el que los llevan el FMI y el BCE. Lo que desde aquí se percibe es que el Consenso de Washington que lideró en América latina durante los ’90, la década neoliberal por excelencia, pareciera haberse mudado a Europa. Por lo tanto creo que socializar la experiencia Argentina puede ser útil para nuestr@s compañer@s de Portugal y de otros paises.
La deuda argentina era mayoritariamente externa y emitida en moneda extranjera. Esto cambió con el agotamiento de la convertibilidad y el fin de la valorización financiera y se consolida con la reestructuración del 2005 (completada con los pagos al FMI y otros con reservas y la reapertura del canje), porque también hay un cambio en el modelo de acumulación y reproducción de capitales. Esto fue posible por el ciclo expansivo de la economía iniciado en el 2003. Estamos ahora frente a un modelo de acumulación surgido de las entrañas mismas del neoliberalismo que encuentra allí sus limitaciones, que llamamos “neodesarrollismo”.
Uno de los cambios fundamentales de este último período es que es cada vez mayor la deuda interna sobre el total de deuda pública. Este tampoco es un fenómeno local, la deuda interna esta mucho menos estudiada que la externa, pero se conoce que creció mucho en todos los países en los últimos años, en América latina es el caso de Colombia, Brasil y México.
Reestructuración productiva y hegemonía financiera
El golpe militar de 1976 en Argentina coincidió con el cierre de un ciclo económico a nivel mundial, aquel ciclo único e irrepetible en el capitalismo que va desde 1945 a 1975, los llamados 30 años dorados, que en América latina conocemos como de “sustitución de importaciones”. Se inicia otro ciclo en que el capital reestructura sus espacios productivos y de servicios bajo la hegemonía del capital financiero. En la región lo denominamos modelo de “valorización financiera”, caracterizado por la emergencia de una plétora de capital financiero que no encontraba donde invertir en el sector productivo a tasas que le garantizaran la reproducción del capital.
El endeudamiento de los países fue así una fuente de colocación para esos excedentes financieros, que no fue solo Argentina o los países de América latina, que fueron también los africanos y muchos asiáticos.
Cuando la dictadura militar usurpó el gobierno de nuestro país la deuda externa era del orden de los 8000 millones de dólares. Siete años después el gobierno elegido por el voto popular encontró un país cuya deuda alcanzaba a los 45.000 millones.
En cada país el endeudamiento tomó formas propias, aquí tuvo que ver con la Reforma Financiera y otras medidas, entre ellas la que obligó a las empresas estatales a endeudarse sin necesidad. Los dólares que ingresaron ayudaron a financiar la fuga de capitales y balancear las cuentas externas. Por si fuera poco también se endeudaron las empresas privadas, ese endeudamiento no fue para inversiones productivas o financiar capital de trabajo sino para colocaciones en el exterior. Finalmente las deudas privadas fueron estatizadas. El círculo estaba cerrado con 37.000 millones de nueva deuda.
El origen de la deuda permite encuadrarla en la figura de “Deuda Odiosa” para la cual hay jurisprudencia internacional.
Cambios en los mecanismos de endeudamiento
En el inicio de los años ‘80 en América latina comienza a insinuarse la crisis de la deuda que estalló primero en México, luego Brasil y posteriormente Argentina que dijeron ya no estaban en condiciones de seguir pagando. En Argentina se dio una moratoria de hecho, no se la declaró pero desde 1988 hasta 1992 no hubo pagos ni refinanciaciones. Esta situación dio lugar a una política de Estado de los EEUU, los llamados Ajustes Estructurales, que mas adelante tomarían forma definitiva con el Consenso de Washington.
Primero fue el Plan Baker cuyo objetivo era salvar a la banca comercial -que recuperara el capital prestado- mediante mecanismos de capitalización de deuda vía la privatización generalizada de las empresas y servicios del Estado. Estas reformas, llamadas de primera generación, avanzaron muy lentamente tanto por las resistencias de los gobiernos como de de las propias empresas estatales. Por lo que el imperialismo recurrió al llamado Plan Brady, que es el inicio del endeudamiento con bonos para financiar déficit fiscales y como contrapartida avanzar en reformas estructurales.
Esta vez los actores principales no fueron los organismos financieros internacionales ni los bancos comerciales sino los Fondos de Inversión y de Pensión, que pasaron a ser los grandes financistas de la región. En este período la deuda incrementa unos 18.000 millones, llegando a los 63.000 millones de dólares. Tengan en cuenta cómo los pasos de las crisis griega y portuguesa, siguen punto mas punto menos los de la crisis argentina. Hay planes de rescate y de canje de deuda pero esta sigue creciendo.
Luego viene el período de los años ’90 que es el de total hegemonía neoliberal, de la convertibilidad (1 peso 1 dólar) y de las privatizaciones en tiempo récord. Se suponía que la venta del patrimonio público (en rigor capital social acumulado durante generaciones) serviría para pagar buena parte de la deuda, al menos era la propaganda oficial y de los organismos internacionales. Pues bien en este período, y a pesar de la venta de activos públicos cuantiosos, la deuda aumenta en 84.000 millones de dólares y llega a los 147.000. Tengan en cuenta que la deuda argentina crece más en los períodos que las tasas de interés internacionales están bajas y que hay mucha liquidez internacional. Como pasa ahora.
Luego viene un período muy breve donde hay otro canje, llamado Megacanje, y luego un aporte, llamado “Blindaje”, que se suponía protegía a la economía frente a situaciones internacionales como las pasadas. Solo sirvieron perpetuar la agonía y financiar la fuga de capitales.
Finalmente con el estallido de la convertibilidad se pone fin a este período nefasto. Conviene señalar que los años 1997/98 fueron los más altos de la convertibilidad (mayor nivel de producción, de consumo y de empleo) pero a partir del segundo semestre de 1998 la economía comienza un declive que se acelera y entra en recesión. En casi 5 años (mediados de 1998 a mediados de 2003) se perdieron 19 puntos del PBI y la inversión cayó aproximadamente un 60%, se cerraron cantidades de fábricas y comercios y se agudizó la desocupación.
Una vez que la gente en las calles y con los cacelorazos echara al gobierno elegido por el voto popular (que se fue dejando 37 muertos en las plazas y en las calles), el gobierno provisorio que lo sucedió declaró el no pago de la deuda en manos privadas (54% del total), porque a los organismos se les siguió pagando religiosamente. Un no pago (en realidad una suspensión unilateral) que duró 38 meses y no paso nada grave, tampoco nos invadieron los marines. Por el contrario 38 meses en los cuales el Estado respiró y salió de la asfixia financiera que le imponían los servicios de la deuda, y estaba en mejores condiciones para enfrentar la crisis económico-social. El gobierno provisorio pensaba continuar estas medidas con una salida no ortodoxa de la crisis, con una fuerte emisión monetaria y mantener la actividad económica mientras se saldría lentamente de la convertibilidad. Sin embargo un golpe palaciego, sostenido por los sectores financieros, que serían los perdedores de la salida económica buscada, instaló un nuevo gobierno provisorio.
La primera medida del nuevo gobierno fue una macrodevaluación que llevó la paridad del peso a 3.5 con el dólar, que pulverizó los salarios y sumió en la miseria a millones de argentinos llevando a la desocupación al 24% de la fuerza de trabajo y la pobreza al 54% de la población.
Para colmo con el respiro financiero logrado por la suspensión del pago de parte de la deuda el Estado, en lugar de un auxilio efectivo a los sectores populares, se dedicó a subsidiar a los bancos y a las empresas de servicios públicos privatizadas. Se estima que el costo de este tipo de medidas alcanzó el orden de los 12 a 14 puntos del PBI!!!
Sin embargo el no pago de una parte importante de la deuda le permitió al nuevo gobierno elegido en la urnas, Kirchner, 38 meses después, estar en mejores condiciones de negociar una quita importante (la más alta hasta ese momento en el plano internacional, ahora se está hablando que la quita a la deuda griega debiera ser por un porcentaje mayor que la de Argentina) y estirar los plazos de pago y mejorar las tasas de interés.
El nuevo gobierno democrático aprovechó las condiciones internacionales pero también tomó medidas para reanimar el mercado interno y atender la crítica situación social haciendo fuertes concesiones al movimiento popular. Amplió los planes de subsidios a los desocupados; repuso las convenciones colectiva de trabajo, anuladas durante toda la década de los ’90; impulsó los aumentos salariales; jubiló por decreto a 2.000.000 de personas que no hubieran podido hacerlo en condiciones normales, subsidió las tarifas de servicios públicos privatizados; impulsó la reactivación de la economía y la producción nacional, y se crearon 5.000.000 de puestos de trabajo, claro que muchos de ellos precarios. Eliminación del descuento del 12% de los salarios de los empleados públicos, y reembolso de los descontado con Bonos del Estado; puso límites a los juicios hipotecarios de viviendas populares. Con el pago con reservas al FMI del total de la deuda con el organismo (que nosotros hemos rechazado), no se desvinculó, pero desde entonces no acepta las auditorias anuales ni las recomendaciones tradicionales.
Desde hace 8 años la economía Argentina crece a un promedio del 8% anual. El nivel actual de deuda sigue siendo elevado, pero no tiene el carácter restrictivo que tenía antes porque la economía creció mucho en estos años, favorecida por el cambio en el mercado mundial y medidas de mercado interno tomadas por el gobierno, por lo que la relación deuda/PBI ha mejorado mucho.
Las medidas económicas fueron acompañadas por medidas políticas como la anulación de las leyes de Amnistía y Punto Final, con lo que dio nuevo impulso al juzgamiento a los militares del Terrorismo de Estado; modificaciones en la Corte Suprema de Justicia ampliamente exigido por la gente en las calles; impulso a la política de Derechos Humanos, etc.
Como conclusión:
a) El no pago es perfectamente posible. Es el poder del deudor, incluso en Europa nos parece hay posibilidad concreta de formar un Club de Deudores (todos los países de la periferia más Italia (Su deuda es del 120 de su PBI) y Bélgica (98% del PBI) y trazar una acción conjunta, que tendría mucha fuerza.
Nuestra experiencia dice que no hay que acompañarla con devaluación porque esta recae sobre los trabajadores y sectores populares. En Portugal esto no podría pasar salvo que se saliera del Euro, pero esto implicaría una serie de problemas que desconozco y no pareciera conveniente tomar esta medida junto con la del no pago. Lo que si es seguro que una medida de no pago debe acompañarse con otro conjunto de medidas sobre los bancos como forma de apropiarse de recursos para que el Estado pueda hacer una política activa, para mejorar la competitividad internacional (sin devaluación) y resguardar también la producción nacional y el mercado interno. “Salvar a los pueblos no a los bancos” es la consigna.
b) Nosotros, digo la izquierda argentina, hemos sostenido durante muchos años la consigna de “No al pago de la Deuda” que a mi juicio es correcta, pero que no ha tenido demasiada efectividad política. Por el contrario promover la Investigación de la deuda, desligar la comercial de la financiera y la legítima de la ilegítima, tiene mucha mas recepción política, porque parece algo políticamente más razonable, y permite argumentar mejor frente a la ciudadanía.
c) Se trata de proponer la Suspensión de los pagos hasta tanto una Auditoria determine legitimidad o no, y qué es efectivamente lo que hay que pagar y que no se debe pagar. Por lo demás unas investigación determinará también como actuaron cada uno de los funcionarios, locales o internacionales, en cada caso y promover acciones legales contra los que corresponda.
d) El no pago, o la suspensión unilateral de los pagos le da al Estado una mayor autonomía, que como se ve en el caso argentino no es solo en la economía sino también en la política. El nivel actual de deuda no tiene el carácter restrictivo que tenía antes porque la economía creció mucho en estos años, favorecida por el cambio en el mercado mundial y medidas de mercado interno tomadas por el gobierno, por lo que la relación deuda/PBI ha mejorado mucho.
Eduardo Lucita es miembro del colectivo argentino de Economistas de Izquierda (EDI)