"Quien se pronuncia por el camino reformista en lugar de y en oposición a la conquista del poder político y a la revolución social no elige en realidad un camino más tranquilo, seguro y lento hacia el mismo objetivo, sino un objetivo diferente: en lugar de la implantación de una nueva sociedad, elige unas modificaciones insustanciales de la antigua." Rosa Luxemburgo

sábado, 27 de julio de 2013

Túnez : La auditoría de la deuda frente a la farsa política

por Chakik Ben Rouine

La auditoría de la deuda permite destacar la esquizofrenia y la duplicidad de las potencias occidentales, que con una mano apoyan la democracia en Túnez pero con la otra la debilitan cuando sus intereses están en peligro o surge una veleidad que cuestiona su dominación.

La auditoría de la deuda fue una de las primera reivindicaciones económicas y sociales que surgieron en la primera fase de la revolución. 

El servicio de la deuda ocupa el primer puesto en el presupuesto tunecino a la vez que constituye un freno al desarrollo y un instrumento de saqueo y dominación, inherente al proceso de endeudamiento, de los países del Sur por parte de los del Norte. Por otro lado el sometimiento a las instituciones financieras internacionales fue la condición que mantuvo en el poder al dictador derrocado, quien se enriqueció a costa del pueblo con el apoyo corrupto de los proveedores de fondos a través de deudas odiosas. Instrumento de sometimiento económico, social y político, mecanismo político de injerencia extranjera, la deuda es la piedra angular de la liberación de los pueblos oprimidos. En este marco se inscribe la campaña por una auditoría de la deuda tunecina.

La auditoría de la deuda es una herramienta ciudadana poderosa que permite desentrañar incluso los mecanismos más sutiles de los préstamos no productivos, y por lo tanto no reembolsables, que por sí mismos constituyen deudas ilegítimas e incluso malversaciones y corrupciones al permitir la adquisición de bienes ilícitos constitutivos de deudas odiosas. Desenredar, comprender y después aprender de esos mecanismos para avanzar hacia un sistema político más en sintonía con las aspiraciones del pueblo tunecino es el objetivo fundamental de la auditoría de la deuda.

Sin embargo el terreno no era fértil para ese tipo de iniciativa en los estrechos círculos del poder. Algunos decenios de reformas del sistema educativo bajo la tutela del Banco Mundial han permitido formar batallones de expertos amamantados directamente por el neoliberalismo de la Escuela de Chicago. Contra viento y marea y a fuerza de perseverancia se pudieron mover las líneas, gracias a la movilización ciudadana de las dos orillas del Mediterráneo que desembocó en el reconocimiento por parte del Parlamento Europeo del carácter odioso de las deudas de los países de la Primavera Árabe y en la resolución del Senado belga para una auditoría de la deuda tunecina.

Eso nos permitió aprovechar las primeras elecciones democráticas de Túnez de octubre de 2011, el tiempo de las promesas, para imponer este asunto en las formaciones políticas. Todos, desde los comunistas hasta los islamistas, pasando por los socialdemócratas, eran partidarios de una auditoría de la deuda. Por supuesto eso era antes de las elecciones. Agarrándonos a esas promesas decidimos entonces acentuar la presión sobre los diputados recién elegidos para materializalas en un proyecto de ley para una auditoría de la deuda.

El ejemplo de Ecuador estaba entonces en todas las mentes. Tras algunas reuniones con ciertos diputados interesados en el proyecto, entre ellos la diputada Mabrouka M’barek, cuyo apoyo fue decisivo, se redactó un proyecto de ley que fue asumido y firmado por los diputados de todos los partidos excepto Ennahda. Era el 17 de julio de 2012 y fue la primera vez que un parlamento africano presentaba un proyecto de ley para una auditoría ciudadana de la deuda pública. Un homenaje a todos los que se rebelaron contra la injusticia de la deuda que sirvió para humillar y oprimir a este continente, y entre todos esos luchadores, un homenaje especial a Thomas Sankara.

Pero no contábamos con el activismo histérico del sistema financiero internacional dominador: degradaciones sucesivas de la nota soberana de Túnez por parte de las agencias de calificación, presiones diplomáticas y amenazas apenas disimuladas ejercieron una presión gigantesca sobre la frágil y económicamente inexperta coalición gobernante. Hasta que en febrero de 2013, bajo esa presión insostenible, el Secretario de Estado de Finanzas, Slim Besbes, anunció en los medios de comunicación la retirada pura y simple del proyecto de ley de la auditoría de la deuda. ¡Escándalo en la Asamblea! Besbes, que había violado el principio democrático de separación de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, tuvo que dar marcha atrás.

Este episodio demuestra hasta qué punto la auditoría de la deuda permite destacar la esquizofrenia y la duplicidad de las potencias occidentales, que con una mano apoyan la democracia en Túnez pero con la otra la debilitan cuando sus intereses están en peligro o surge una veleidad que cuestiona su dominación. Desde entonces el proyecto de ley se pudre bajo una pila de otros proyectos en la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), con el alivio de los partidos políticos que no quieren tomar postura con respecto a un asunto que consideran tan delicado que puede permitir discernir entre los que realmente defienden los intereses del pueblo y los que lo único que hacen es repetir una comedia política que dura demasiado. Es hora de pasar a la acción y votar el histórico proyecto de ley presentado a la Asamblea Nacional el 17 de julio de 2012. Hace un año.

 
Chafik Ben Rouine, del colectivo «Auditemos los préstamos europeos a Túnez».
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