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Manila, Filipinas (2014). Dewald Brand/Miran para Oxfam |
Traducido del francés por Griselda Piñero
El dinero utilizado para controlar los flujos
migratorios y para los demandantes de asilo maquilla unas políticas que
cada vez destinan menos dinero a los países pobres.
El 11 de abril de 2017, con base en su informe, la OCDE anunciaba orgullosamente un aumento de la Ayuda oficial al desarrollo
correspondiente al año anterior: «En 2016, los aportes netos de la
Ayuda oficial al desarrollo (AOD) de los países miembros del Comité de
ayuda al desarrollo (CAD) [1],
de la OCDE, alcanzaron una nueva cifra récord, con una suma de 142.600
millones de dólares». Ese monto representa un aumento del 8,9 % con
respecto al de 2015, teniendo en cuenta los tipos de cambio y la inflación.
La AOD neta aumentó también en porcentaje del ingreso nacional bruto
(INB) para pasar al 0,32%. La presidenta del Comité de Ayuda al
Desarrollo (CAD), Charlotte Petri Gornitzka, se apuró a decir: «Me
alegro de constatar que la ayuda aportada por los donantes del CAD para
el desarrollo ha registrado un nuevo aumento anual, y espero que prosiga
esta evolución al alza» [2].