Por Yves Julien
Hay que enfrentarse a la realidad: este
sistema nos limita el imaginario. Pedimos (con razón) un mayor presupuesto para
educación, sanidad, investigación, solidaridad, etc. También solemos pedir que
se retire el último avance del capital, sea este el retraso de la edad de
jubilación, la privatización de servicios públicos, como la sanidad o la
educación, las reformas laborales, los recortes en educación, sanidad, investigación,
subvenciones, etc. Pero siempre estamos a la defensiva, luchando contra una
medida mientras se preparan diez más que limitarán todavía más nuestro
bienestar… Tenemos que tomar consciencia que todas estas medidas se encuentran
dentro del mismo marco, el capitalismo, y que dentro de éste, cada
reivindicación victoriosa solo es temporal y se consigue a costa de las demás.
Por lo tanto, si lo que limita el horizonte
es el capitalismo, pues la solución es clara: dinamitar este sistema.
Descartando la solución violenta, ya que esta se enfrenta al estado donde está
mejor preparado, nos queda la opción pacífica, más lenta pero más efectiva, a
través de la movilización ciudadana. Pero para poder conseguir esta
movilización, hace falta un horizonte emancipador, en oposición a matices
deseables al sistema, pero que solo son parches que no lo ponen en peligro.
Aquí comparto propuestas que me parecen responder (de manera no exhaustiva) a
este propósito.
Una primera manera de dinamitar este sistema
es repudiar la deuda. Con consecuencias inmediatas: nos libramos de la tutela invasiva
de los acreedores, y sacamos recursos para cambiar la sociedad. Pero para
librarnos verdaderamente de la tutela de las finanzas, también hace falta
llevar a los responsables del sobreendeudamiento del estado ante la justicia.
Para ello, la auditoría de la deuda es una herramienta perfecta, ya que permite
sacar a la luz las circunstancias del endeudamiento. Además, la mayor parte de
la deuda proviene de rebajas fiscales a grandes empresas y personas
acaudaladas, y de tomar dinero prestado para pagar deudas antiguas e intereses
en aumento. Todo ello a cambio de medidas que van degradando el nivel de vida
de la población, por tanto no hay duda de que una auditoría concluirá a la
calificación de la mayor parte de la deuda del estado como ilegítima u odiosa
[1]. Nos dará argumentos jurídicos para repudiarla, con el beneficio adicional
de poder llevar a la cárcel a las personas responsables del desastre actual.
Otra manera de dinamitar este sistema es la
convocación de una asamblea constituyente. Nuestra constitución esta carcomida
por la intrusión del capital en todos los niveles del estado. Y la mejor manera
de tratar con un marco carcomido es cambiar el marco. Esta asamblea
constituyente debe ser representativa de la población que vive en el estado, razón
por la cual mi preferencia va al sorteo de la asamblea entre la población
inscrita en el padrón, pero como todas las decisiones de este nuevo marco, se
deberá tomar colectivamente, y no dejarlo solo en manos técnicas y
especialistas. Un punto fundamental de esta nueva constitución debe ser la
garantía efectiva de la igualdad. Y digo igualdad a secas, ya que cualquier palabra
adicional solo limita su campo. Simplemente, significa que cualquier persona
tiene exactamente los mismos derechos y deberes que otra persona, sea cual sea
su origen, género, etnia, capacidad financiera, cargo de responsabilidad. Para
ello, es necesaria una educación en la igualdad, que obviamente no puede
conseguirse fuera de la educación pública y gratuita, alcanzando a toda la
población de manera similar. Según la misma lógica, la sanidad también tiene
que ser pública y gratuita, con la ventaja adicional de la cual se olvida el
capitalismo, que es que te enfermas menos en una sociedad donde todo el mundo
tiene acceso completo a la salud.
Para cambiar el sistema, también debemos
cambiar nuestros valores. Y como entre esos valores, el sistema actual prioriza
el trabajo, o mejor dicho la entrega voluntaria y obligatoria de su fuerza de
trabajo, también tenemos que transformar el trabajo. Una manera de modificar en
profundidad el trabajo es el salario universal [2]. Este salario consiste en
una paga desvinculada completamente del trabajo efectuado, accesible a cada
persona (en general a partir de cierta edad). Se podría comparar a una pensión
de jubilación (pero permitiendo que la persona viva bien, no como las
actuales), sin tener que vivir explotado durante las décadas anteriores. Esto
permitiría a cualquier persona vivir, sea cual sea la manera que ella haya
elegido para ocupar su tiempo. También permitiría la eclosión de la creatividad
de las personas, a través de tareas elegidas por ellas mismas, que suelen ser
mucho más emancipadoras que las horas dedicadas al trabajo forzoso en el
sistema actual. Y, de paso, provocaría una reconsideración de nuestras
necesidades reales, ya que pocas personas estarían dispuestas a ocupar su vida
con actividades dañinas para su salud, por ejemplo. Este salario universal
implica obviamente un salario máximo, considerando que una vez una persona
tenga cubiertas sus necesidades vitales (agua, comida, techo, etc.), sus
necesidades financieras reales son limitadas.
Para concluir, creo que el marco general de
un nuevo sistema debe basarse en el decrecimiento. Un decrecimiento no visto
como una austeridad triste, sino como un “socialismo goloso” [3], donde
compartir las riquezas es la base de la felicidad. El crecimiento es el otro
nombre del capitalismo, donde lo primordial es que crezca el dinero. Pero
vivimos en un mundo finito, donde nuestra influencia sobre la naturaleza ya se
ha hecho dañina para nuestra propia supervivencia. Entonces, debemos disminuir
considerablemente nuestra depredación de la naturaleza, con vistas a mejorar
nuestras interacciones sociales, las cuales no hacen más que menguar en este
sistema. Es vital reexaminar tanto nuestro consumo o nuestra producción como
nuestra manera de vivir. Y no solo a nivel individual, sino también a nivel
colectivo y político. No nos queda otra opción que compartir las posibilidades
de nuestro planeta con todos los seres vivos, y a ser
posible, aprovechando la oportunidad para mejorar como personas y como
sociedad.
Yves Julien
Miembro de la Plataforma Auditoria Ciudadana
de la Deuda - País Valencià, PACD - PV
[1]
Sobre las circunstancias del endeudamiento, ver http://patasarribavlc.blogspot.com.es/2011/10/por-dani-gomez-olive-i-casas-odg-y.html, y sobre el endeudamiento del
estado, ver http://patasarribavlc.blogspot.com.es/2012/02/presupuestos-del-estado-espanol-y-deuda.html.
[2]
Para más detalles sobre el salario universal, ver: L’enjeu des salaires,
Bernard Friot, Ed. La Dispute, 2012.
[3]
Para más detalles sobre el “socialismo goloso”, ver: Le socialismo gourmand,
Paul Ariès, Ed. La Découverte, 2012.